arbitro12-kmVC--620x349@abc.jpgHa cambiado de vida, pero no de costumbres y en su bolsa de viaje nunca falta la gomina, la misma que le acompañó y le hizo tan reconocible para los aficionados durante sus años como árbitro. «Sí, sí, sigo con ella. Ya me la ponía antes de llegar a Primera división. La gente decía que con ese pelo iba a durar poco arbitrando y, fíjate, me acabé marchando después de pitar 15 años en la élite. Habría muchos que darían todo por poder dirigir una sola temporada en Primera». César Muñiz Fernández (Bruselas, Bélgica, 1970) compartió el césped con Messi y Cristiano Ronaldo hasta que en 2014 se retiró del arbitraje, aunque jamás ha abandonado el mundo del fútbol. Guardó el silbato en un cajón después de tres décadas y en un tránsito inusual ha pasado de correr por la hierba de los estadios a sentarse en sus palcos. No ha podido ocupar aún el sillón en uno de Primera división, pero en el de El Prado tiene un sitio preferencial porque el ex árbitro internacional ejerce ahora como director general del CF Talavera. Un club que milita en Segunda B y al que aspira a ascender a la élite del fútbol. Muñiz Fernández sigue luciendo el pelo engominado, pero ve el fútbol con nuevos ojos desde que el grupo inversor del que forma parte se hiciera en verano con el timón del CF Talavera, en el que José Antonio Dorado continúa figurando como presidente. Incluso afirma que puede llegar a entender que desde un palco se escape de vez en cuando alguna expresión malsonante contra un árbitro o un jugador. «Ahora lo veo desde el otro lado de la barrera. El fútbol es deporte, pero también es empresa. Los equipos se juegan muchísimo en cada partido, no ya solo el presidente o los consejeros, también los clubes y sus ciudades. Hay muchos nervios. Por eso, cuando en un encuentro se produce un error humano, bien del futbolista bien del árbitro, puedo llegar a comprender alguna reacción airada, pero siempre y cuando no vaya a mayores, y dentro de unos límites». Protestas que a él le retumbaron sobre la hierba. Se retiró después de mostrar 131 tarjetas rojas en Primera división, en la que demostró que su personalidad no la marca solo la gomina. Muñiz Fernández, con más de 250 partidos en la mochila, fue uno de los pocos árbitros que expulsó a Beckham, jugador con fama de caballero. «Recuerdo aquel partido ante el Betis. Él cometió un error ya en el tiempo de prolongación y no me quedó más remedio. Yo también me equivoqué durante mi carrera en alguna ocasión», reconoce con humildad. Afincado desde hace años en Gijón, donde tiene negocios de restauración, este ex árbitro FIFA ha tomado el camino de regreso al fútbol en el que empezó. Ha recuperado la cercanía y el sentimiento que palpita en este deporte. «Hablamos de categorías diferentes. En Primera división es todo profesional, se cuida cada detalle. Aquí es todo más humano, te encuentras con gente que trabaja de manera desinteresada y ves el esfuerzo que ponen.Echan muchas horas sin pedir nada a cambio, lo hacen solo por ayudar a los jugadores y a su equipo», afirma en su conversación con ABC. «Esa gente es digna de admirar y es un lujo poder ver ese sacrificio. Aquí, cuando se consiguen los objetivos, la recompensa es mucho mayor». Un precedente Muñiz Fernández y su equipo de trabajo, sin embargo, han aterrizado en Segunda B con la intención de modernizar las estructuras del CF Talavera. «El objetivo es que todas las áreas sean cada día más profesionales para que la entidad dé un salto de calidad y mejore día a día», explica. Deportivamente, la meta es que el equipo ascienda a final de temporada a la categoría (entre Segunda y Segunda B) que la Federación pondrá en funcionamiento en el curso 2021-22, aunque no ha empezado muy bien el curso y es octavo de su grupo. «En esa nueva categoría habrá mayor aportación económica y el club podría vivir más tranquilo. Tenemos plantilla y calidad para llegar a ella. Una vez allí, el plan es seguir sentando las bases con tranquilidad, sentido común y profesionalidad para intentar alcanzar, a corto o medio plazo, la Segunda división». El caso de Muñiz Fernández no es, sin embargo, el del primer árbitro que pasa de señalar penaltis a intentar cuadrar las cuentas en los despachos y a pelear por ascender a un equipo. Ricardo Alfonso Álvarez, un sevillano que dirigió partidos en Primera y Segunda división entre 1983 y 1995, se convirtió en 2016 en presidente del Algeciras CF, cargo que abandonó el pasado año. El andaluz no se encontró, sin embargo, con un problema añadido en el complicado mundo del fútbol modesto. «La pandemia nos está haciendo muchísimo daño. En Segunda B, jugar sin público supone un castigo tremendo», lamenta Muñiz Fernández. Como los dirigentes de muchos otros conjuntos, suspira por una rápida vuelta de la normalidad: «Ojalá haya pronto una vacuna porque es necesario que regrese la gente a los estadios, que haya más socios para poder generar más ingresos. En nuestro caso, el Covid ha bajado un 70% los patrocinios. Así es muy difícil subsistir, pero estamos para pensar alternativas que nos permitan resistir y que el club no pase problemas con la esperanza de que pronto podemos ver la luz y que la gente pueda volver sin ninguna restricción, será la mejor señal». Él ya ha vuelto, con el pelo engominado, en un atípico salto del césped al palco.

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