Que el proceso de transformación digital genera casi a diario nuevos puestos de trabajo, hasta ahora desconocidos, y que la universidad parece estar llegando tarde a la hora de preparar para dichos oficios, es un hecho que a nadie sorprende, pero que en la misma Educación Secundaria se observe la ruptura con el mercado laboral empieza a resultar preocupante.

La voz de alarma la dan los economistas, quienes observan, no sin preocupación, como la educación no se corresponde, “sobre todo la secundaria, con las necesidades del mercado laboral”, en palabras de Jaime Requeijo, director del número especial de la revista ‘Economistas’, presentada este lunes en el Colegio de Economistas de Madrid, con el auspicio del Consejo General de Economistas.

Requeijo no pudo ser más didáctico: Hay que reforzar la Educación Secundaria en tres aspectos esenciales, “es necesario el inglés, las matemáticas como manera de pensar y de racionalizar, y la informática. Y es que “no se presta la debida atención a los métodos educativos necesarios en la búsqueda de empleo”, se lamentó.

No fue malo 2018, más bien “un buen año” de crecimiento, de empleo, de expansión internacional de la empresa, de equilibrio exterior y de comportamiento del sector público, según al resumen de los distintos análisis que compila el nuevo volumen de la prestigiosa publicación.

Pero cuidado con las debilidades que asoman, que siguen siendo son el tamaño medio de las empresas, que no parecen haber aumentado en los últimos cinco años, el que todavía no se aprecia la suficiente innovación en la gestión empresarial, ni tampoco interés por fomentar la economía circular.

¿Riesgos? No pocos, pero sobre todo los que de la economía mundial puede transmitir a la española sin apenas pausa, como serían un posible menor crecimiento futuro del mundo desarrollado, y un tránsito hacia políticas monetarias menos expansivas, lo que ya se aprecia en los EEUU y la Unión Monetaria Europea.

Entre las principales necesidades, los economistas priorizan la intensificación de la digitalización de las empresas y del sector público; la diversificación educativa, que, a su juicio, puede lograr que se cierre la distancia que media entre las capacidades ofrecidas y las requeridas en los mercados laborales, y la reducción de los déficits públicos.

Jaime Requeijo admite, como todo, que el panorama mundial “no es especialmente atractivo”. La economía se está desacelerando y el crecimiento en la UE “se está debilitando, sin contar aún con el Brexit”, recuerda. A eso se suma el estado de la cuestión en España, con unas elecciones generales cuyos resultados no se presumen evidentes y claros: “La incertidumbre es una variable que afecta mucho al devenir de la economía”, deja caer el economista.

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