Son muchos los premios y concursos dirigidos a los emprendedores que se convocan cada año. Empresas, asociaciones e instituciones los organizan con la intención de dar impulso tanto a empresas como a proyectos e ideas. Y en ellos se premia a los negocios más novedosos, al mejor emprendedor, a la innovación, etc.

Es indudable que recibir un premio de estas características puede ser muy positivo para un emprendedor; de todos es conocido que una idea de negocio que parece prometedora puede convertirse en una pesadilla a la hora de iniciarla efectivamente. El emprendedor habrá de afrontar dudas y momentos de desánimo. Un galardón puede servirle para ratificarse en esa aventura que ha emprendido, no sólo a él, también a su equipo.

Cuando se habla de premios o reconocimientos, siempre viene el aspecto económico a la cabeza. Precisamente de todos los beneficios que supone ganar uno de esos certámenes puede que la recompensa económica sea una de las menos significativas en comparación con otras que puedan traer consigo, lo cual no quiere decir que sea desdeñable; como reza el dicho “a nadie la amarga un dulce”, y esa inyección económica podrá servir para el desarrollo de un negocio que puede ser aún incipiente o para estabilizar las finanzas del proyecto.

Pero hay aspectos vistos en “segundo plano” bastante más interesantes a medio-largo plazo:

Alrededor de estos premios se generan una serie de herramientas y actividades que pueden ser muy interesantes, no sólo para el ganador sino también para los demás participantes, ya que permite la puesta en común de una idea o proyecto, a la crítica de otros… precisamente lo que van a hacer los futuros clientes.

A veces, necesitamos una excusa para trabajar y profundizar en una idea de forma concienzuda. La preparación de este tipo de convocatorias obliga a reflexiones, autocríticas, exposiciones y planteamientos que serán muy interesantes para el propio desarrollo del producto y negocio.

Tengamos en cuenta, por otra parte, que son muchas las empresas que hacen seguimiento de estos premios en busca de ideas que puedan resultarles de interés, y que se materializan en ocasiones en reuniones con empresas importantes y con instituciones convocantes. Además, el contacto con los otros participantes puede generar un feedback muy positivo con intercambio de ideas y experiencias y el establecimiento de un networking y ampliación de la red de contactos, aspectos absolutamente imprescindibles para un emprendedor.

Reconocimiento, visibilidad y confianza en las propias posibilidades son efectos intangibles de estos premios pero que pueden tener una gran influencia en el afianzamiento y éxito de un proyecto emprendedor.

Pero no hay que obcecarse y entrar en el peligroso círculo de presentaciones a premios, subvenciones y pitches. Sacar adelante una startup requiere de una gran constancia, el proyecto va a demandar a su creador una concentración y dedicación constantes; son muchos los frentes a los que hay que atender. Participar en un premio no debe desviar al emprendedor de su objetivo principal, su negocio; se debe aquilatar el tiempo y el esfuerzo para que el proyecto no se vea afectado. De nada servirá ganar un premio si por otro lado se pierden clientes y oportunidades de negocio. No es nada fácil estar en cada convocatoria de premios y/o subvenciones sin desviarse del foco principal del negocio, el producto y el cliente.

Lo más sensato parece seleccionar aquel o aquellos certámenes en los que se pueda aportar ideas que realmente propongan algo destacado y novedoso dentro de la especialización del emprendedor y, sobre todo, que esté alineado con la estrategia previamente definida, midiendo qué puede aportar y viéndolo como un medio, no como un fin; la oferta es cada vez más diversa y atractiva.

Alejandro González es CEO y Fundador de Taalentfy.

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