WASHINGTON (AP) — En poco más de 48 horas en Estados Unidos, la cifra oficial de muertes por la pandemia del coronavirus rebasó las 100.000 personas, las solicitures de asistencia por desempleo durante la crisis superaron los 40 millones y las calles de una importante ciudad fueron presa de las llamas después de que un policía blanco asesinara a un afroestadounidense esposado.

Es el tipo de situación frenética y dividida en el que se recurre a los líderes de la nación en busca de soluciones y consuelo. Sin embargo, el presidente Donald Trump arrojó más leña al fuego con su retórica.

“Cuando comiencen los saqueos, comienzan los disparos”, declaró de forma amenazadora el mandatario en un tuit publicado en la noche.

Las palabras de Trump fueron tan impactantes que Twitter adjuntó una advertencia al mensaje — como ocurrió con otro idéntico de una cuenta oficial de la Casa Blanca — señalando que el presidente de Estados Unidos estaba “enalteciendo la violencia”. Es la primera vez que la red social adopta una medida de este tipo contra un gobernante en todo el mundo, lo que provocó acusaciones de parcialidad de parte del dirigente y de algunos de sus aliados conservadores.

El episodio sintetizó el enfoque de Trump hacia la presidencia y hacia este momento de crisis nacional, que ha trastocado casi todos los aspectos de la vida de los estadounidenses y ha puesto en peligro sus opciones de reelección en noviembre. El presidente se aferra a sus quejas y se presenta como una víctima, y sólo hace referencias ocasionales a la abrumadora cifra de fallecidos en el país. Por voluntad propia, avivó las divisiones partidistas en torno a la salud pública, y ahora las diferencias raciales tras una muerte, en lugar de buscar oportunidades para unir a la nación.

Para los detractores de Trump, nada de esto debería ser una sorpresa en esta última etapa de un mandato que ha estado definido por este tipo de reacciones en momentos volátiles.

“Yo esperaba que, al menos por esta vez, algunos de los asesores del presidente se le acercaran e intentaran convencerlo de ser el ‘consolador en jefe’”, dijo el representante demócrata Emanuel Cleaver. “El presidente Trump no está hecho para épocas como esta”.

Muchos republicanos guardaron silencio ante las declaraciones del presidente. Cuando The Associated Press contactó con varios de ellos, o bien no respondieron a la pregunta de si Trump estaba abordando esta conjunción de crisis nacionales de forma apropiada, o dijeron que no se pronunciarían públicamente al respecto. El equipo de campaña de Trump emitió un comunicado en el que acusó a los demócratas y a la prensa de tergiversar las palabras del mandatario e de intentar “ganar dinero”, una afirmación que no explicó.

La muerte de George Floyd, un afroestadounidense de Minnesota que falleció después de que el policía blanco que lo tenía inmovilizado en el piso le oprimiese el cuello con una rodilla durante varios minutos, agregó un nuevo elemento de ansiedad a una nación ya de por sí nerviosa.

Millones de estadounidenses pasaron semanas confinados en sus casas mientras el virus que causa el COVID-19 se extendía por el país causando la muerte de más de 100.000 personas, según unas cifras oficiales que se cree que son inferiores a las reales. Como consecuencia de esto, la economía se desplomó y es poco probable que se recupere rápido a pesar de que las cuarentenas más estrictas han empezado a suavizarse.

Trump suele ponerse del lado de las autoridades en las muertes en las que hay agentes implicados. Pero en el caso de Floyd, su reacción inicial tuvo un tono distinto y describió el video como una “visión muy impactante”. El Departamento de Justicia calificó la investigación sobre ese incidente de máxima prioridad.

Cuando las protestas se intensificaron en Minneapolis, Trump modificó su actitud hacia una más típica en él, llamando “matones” a quienes tomaron las calles en el tuit amonestado por Twitter. La advertencia del mandatario en ese mensaje acerca de posibles tiroteos evocó la frase de un jefe policial de Miami en la década de 1960 durante la severa represión de los disturbios en vecindarios de afroestadounidenses.

Trump “se estrelló con esta declaración al mostrar quién es realmente”, dijo el reverendo Al Sharpton, fundador de la Red de Acción Nacional. “Esto es peligroso, es horrible, es provocador”.

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