La continuidad de Xavi en el banquillo del Barcelona cierra de manera definitiva el capítulo de rumores sobre técnicos y abre la opción a un nuevo proyecto azulgrana con el técnico de Terrassa al frente. Ya dan igual los cambios de opinión del entrenador, las dudas de la Junta y lo que piensen unos u otros dentro y fuera del club. Punto y final al debate.

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Ratificado pues, a Xavi le llega el momento de hablar menos y de hacer más. A pesar de las sorprendentes declaraciones en la rueda de prensa de validación en que da la sensación de que el barcelonismo vive en un jardín de rosas, futbolísticamente la temporada ha sido insuficiente. La actual plantilla del Barça, con sus carencias, da para competir mucho mejor de lo que lo ha hecho.

Estar a once puntos del Real Madrid en la Liga no es de recibo, como tampoco haber caído en la Copa ante el Athletic tras encajar cuatro goles; en la Supercopa, ante los de Ancelotti, con cuatro goles más y en la Liga de Campeones, ante el PSG, con otro póquer de goles en contra en el partido definitivo. Además, tras 48 partidos jugados, cuesta recordar cinco con un fútbol brillante. A pesar de su empeño, especialmente en las salas de prensa, el equipo no mejoró en exceso desde el anuncio de su dimisión diferida hasta su ratificación cosa que nos hace pensar que, a pesar de sus últimas declaraciones, el equipo tampoco entrenó mejor tras el anuncio de continuidad del pasado jueves.

Nueva oportunidad

Conocemos al entrenador del Barcelona desde hace más de un cuarto de siglo. Se le vio maravillar en la base, sacar la cabeza -poco tiempo- por el filial, luchar hasta consolidarse en el Camp Nou y tocar la gloria en el Barça y en la selección española. Y, por razones obvias, siempre lo hizo agradeciendo a Cruyff su existencia y a Guardiola que confiara en él cuando la tendencia empujaba -decían- “hacia un centro del campo equilibrado”, o sea, con algún futbolista de toque y muchos capaces de correr sin descanso. En este sentido, conversar de fútbol con Xavi siempre ha sido muy interesante porque, invariablemente, su visión ha sido muy radical y transparente. Ahora, viendo lo que se ve y aunque a él le duela, cuesta hablar de fútbol en los mismos términos. 

Xavi tiene otra oportunidad. Su labor no es sencilla pero es apasionante. Vivir enfadado contra parte de su club, del entorno, de la prensa y de los árbitros, trasladar mensajes que nada tienen que ver con la realidad o quejarse de casi todo para justificar un mal juego lo alejan de lo que realmente debe ser importante: volver a las esencias, ser fiel a su idea de fútbol, trabajar más, transmitir mejor… y disfrutar de verdad con los jóvenes y con esta etapa que le ha regalado la vida.

 

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