El Día de la Madre es una buena excusa, como tantas otras, para bucear en uno de los vínculos más primitivos del ser humano, el que se crea entre madre e hijo. Diversas personalidades públicas nos revelan la importancia fundamental que para ellas tienen sus madres, la relación que tienen con ellas y cómo ha evolucionado su vivencia.

Gemma Nierga, periodista

«Lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en mi madre, Josefina Barris Carbó, es su mirada. Ahora mismo al hablar contigo se me pone la piel de gallina y me estremezco. Murió en el 2007 y pienso en ella cada día. Está presente en todo lo que hago, en cómo lo explico, en todo. Cuando falleció experimenté una ruptura muy dolorosa, tenía con ella una vinculación muy grande, mucha complicidad. Ella responde totalmente a aquello que se dice: es la persona que mejor te conoce.

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Josefina Barris Carbó, madre de Gemma Nierga.
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Ante su mirada me sentía desarmada, no la podías engañar porque me leía la mente. Sabía decir las cosas de un modo que nunca olvidaré. La recuerdo cuando a los pocos meses de entrar en TV-3 me dijo: «No te lo creas mucho, esto de la tele, estás empezando a pensarte que quizás eres mejor que la otra gente». Me lo dijo de una manera cariñosa y con amor.

Murió muy joven, con 70 años y no tuve la oportunidad de vivir su vejez. Este es un tema mal resuelto, el de cómo convivir con ellos cuando se hacen mayores. Llega un momento en el que eres tú la que riñes o consuelas. Y se convierte en una relación de igual a igual. Pero ella sigue siendo la persona de la que te fías.

Pienso en ella cada día, está en todo lo que hago, en cómo lo explico

Gemma Nierga

Periodista

Ahora que ella ya no está, intento mantenerla viva en la memoria de mis hijos. Hago platos y digo que este arroz es el de la baba (así llaman a la abuela en Girona), y también intento, cuando estoy con mi padre, que ella esté presente. Me rodeo de fotos de ella feliz, fresca, sana. Me costó mucho superar su muerte, esta conversación contigo no la hubiera podido tener hace un tiempo porque no pararía de llorar.

Y sí, con la edad nos volvemos como nuestras madres, yo me miro en el espejo y la veo muchas veces. También tengo tics suyos en lo que le digo a mis hijos, en la manera de reír. También me doy cuenta de lo que no quisiera repetir de mi madre, pero instintivamente lo repito.

Alejandro Palomas, escritor

«Mi madre murió hace tres años, pero sigue estando igual que cuando no estaba. Su muerte supuso un cambio en mi estado civil, de soltero pasé a huérfano. En cualquier caso, sigo teniéndola conmigo.

Pero no te das cuenta de que has tenido una madre hasta que no la tienes. Y partimos de una sociedad heteropatriarcal en la que la madre rápidamente es sustituida por la pareja y queda aparcada. Yo nunca he tenido pareja mujer con lo cual nunca fue sustituida, siempre he mantenido con ella el mismo vínculo. Por suerte, con las nuevas masculinidades el papel de la madre cambia. Sí, puede ser una amiga, se incorpora la faceta de elegirla como amiga.

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Alejandro Palomas.
Manu Mitru
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Luego está la madre que se va haciendo mayor, a la que hay que cuidar. Esto es todo un cambio en el rol del hijo. Es un shock, porque alguien que siempre ha estado ahí te exige ahora que estés ahí para ella.

En mi obra tengo a madres mayores a las que cuidar, pero que siguen cuidándose ellas. Siguen teniendo esta experiencia que nosotros no tenemos porque somos torpes a la hora de entrar en la intimidad física de la madre, lo cual nos hace enfrentarnos a muchas cosas que nunca imaginábamos, como cuando te dicen que tiene cáncer y tienes que limpiarla y no sabes qué hacer y te da asco y te enfrentas a la culpa.

La vida es mucho más aburrida sin ella

Alejandro Palomas

escritor

Y yo, como escritor, al ser presentado en muchas ocasiones soy el que escribió Una madre. Me quedo con eso. Sigo hablando de las relaciones madre-hijo, es mi columna vertebral, porque es lo que más lamento no haber podido hacer: hacer encajar, poder tener a alguien dentro, conseguir que un ser vivo encaje en el mundo gracias a mí, cosa que nunca me ha ocurrido y me hubiera gustado conseguir.

Con mi madre hablo todo el rato, voy conduciendo y está ella al lado, le voy contando cosas y dado que sé exactamente cómo me habría respondido, le contesto a lo que me contesta. Está muy viva. Morirá cuando deje de recordarla. Los tres hermanos la recordamos constantemente, celebramos su cumpleaños, hemos creado un bosque, el bosque de Angélica. La vida es mucho más aburrida sin ella, mucho menos divertida, me falta una parte de complicidad que ya no la voy a tener con nadie.

Sílvia Vilarrassa, actriz de doblaje

«Mi madre, Teresa Cunillé, es inspiración, creatividad, calidez, amor. Desde pequeña la veía como una actriz de Hollywood, jugaba a ponerme sus disfraces en el camerino del Teatre Romea, que era su casa y donde hizo más de 150 papeles protagonistas. Siempre la he visto como una persona muy creativa, siempre ha tenido un ikigai en su vida, una razón de ser, una ilusión por vivir, que es la clave de su eterna juventud.

Está a punto de cumplir 100 años. Siempre ha tenido energía, felicidad y nunca ha estado aburrida. Ha leído, pintado y cosido. Jugamos al Rummikub, tiene la cabeza muy clara. Y siempre ha estado rodeada de amor porque ella lo ha sabido dar. Ha encontrado el equilibrio entre pasado, presente y futuro, y tiene valores como el de la aceptación, el saber dejar marchar lo que ya no hace falta sin perder la ilusión por vivir.

Va a cumplir cien años y siempre ha sido un referente para mi, un espejo, un ejemplo de equilibro

Sílvia Vilarrassa

Actriz de doblaje

Profesionalmente, siempre ha sido un referente para mí, un espejo, un ejemplo de equilibrio, nunca la he visto enfadada ni fuera de sí. Es un ejemplo de paciencia, de perseverancia, de apoyo. De no criticar, de no hablar mal de nadie. Estas cosas son las que te alargan la vida. Le han gustado siempre las plantas y los animales y sentirse realizada con lo que amaba, el teatro. Empezó a los siete años recitando poesías y a los 14 ya participó en una zarzuela con mi abuelo.

Tiene una risa que es como un estallido, desde pequeña ya la escuchaba de lejos. Somos muy amigas, jugamos, cosemos juntas y tenemos largas charlas y le pido que me hable de cuando era pequeña. ¿La vida sin ella? Algún día llegará el día, será duro, pero es ley de vida.

Joan Guàrdia, rector de la UB

«Mi padre había fallecido poco antes de que yo naciera, por lo que mi madre era el punto de referencia. No tenía conciencia de ser huérfano. Eso tiene efectos en la manera de entender el mundo: mi infancia es extraordinariamente femenina, con lo cual hay aspectos de lo que sucede hoy en el mundo en relación a las mujeres que me resultan fáciles de leer.

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Joan Guàrdia, rector de la UB y candidato a la reelección.
Ricard Cugat
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¿El vínculo con mi madre? Fue un vínculo frágil porque era una mujer trabajadora y había un punto de ausencia, la situación familiar era muy complicada. La historia de mi madre es la historia de muchas mujeres de principios de los 60. En torno a ellas pivotaba una parte de la responsabilidad no solo familiar sino de recursos. Eso la hacía un personaje extraordinariamente poliédrico: responsable, preocupada, trabajadora, ausente…y todo al mismo tiempo.

Era responsable, preocupada, trabajadora, ausente… todo al mismo tiempo

Joan Guàrdia

Rector de la UB

Siempre nos caen muy bien las madres…de los demás, y las nuestras resultan pesadas. A medida que me hice mayor mi relación con ella se hizo más intensa porque esa fragilidad la suplí y con mis recursos de adulto. Se convirtió en una relación entre adultos. Ocupé el lugar de cuidador principal hasta el final de su vida. De niño cuidado pasas a niño que cuida.

De ella tengo tres características que van conmigo: era una perfeccionista en el trabajo y esto lo tengo como norma de conducta. En casa lo primero era el trabajo y después la diversión. Segunda, mi madre era extraordinariamente metódica y ordenada, cosa que yo sigo al pie de la letra. Y era muy dura con la expresión verbal cuando estaba enfadada. Yo cuando me enfado soy extraordinariamente duro.

Sí, tengo tics de ella que querría no heredar. Lo que no quería hacer como ella, lo hago. Por ejemplo, ella tenía una memoria muy mala y perdía cosas constantemente, se enfadaba mucho. Yo le decía ‘no te enfades, tienes mala memoria, no lo has perdido’. Ahora me passa igual. Y me enfado enseguida.

Falleció antes del pasado verano. Para gestionar su ausencia, existen dos conceptos clave: tiempo y ternura. Es así. No hay otra combinación.

 

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