Una de las armas más irresistibles de los perros es la característica mirada conocida como “ojos de cachorro”, una expresión que consiguen gracias a unos músculos específicos situados alrededor de las cuencas oculares. Hasta ahora se pensaba que desarrollaron esta mirada específicamente para comunicarse con nosotros, ya que despierta nuestro instinto de protección.

Pero un nuevo hallazgo pone en cuestión esta hipótesis y, lo que es más, demuestra que no solo los perros son capaces de poner “ojos de cachorro”: unos investigadores han descubierto que los licaones tienen los mismos músculos responsables de conseguir esta mirada. Al ser animales salvajes, esto podría implicar que esta característica no fue fruto de la domesticación de los perros y de su necesidad de gustarnos, sino que podría tener un papel importante en la comunicación de otros cánidos.

El secreto de los ojos de cachorro

Esta expresión facial que tanto nos gusta es el resultado de la activación de dos músculos alrededor de los ojos, denominados levator anguli oculi medialis (LAOM) y retractor anguli oculi lateralis (RAOL). El primero permite elevar la parte interior de las cejas, mientras que el segundo estira los párpados en dirección a las orejas.

Al activar estos dos músculos, los ojos parecen más grandes de lo habitual y las cejas se desplazan de manera que resultan en una expresión tristona. El resultado es una mirada que transmite una sensación de baja agresividad y despierta nuestro instinto de protección.

Para conseguir esta mirada, es necesaria una gran cantidad de fibras musculares alrededor de los ojos, que permiten que el tejido se estire. La razón por la que los perros pueden poner esta expresión mientras que sus ancestros, los lobos, no pueden, es que los lobos tienen pocas fibras musculares alrededor de los ojos.

La gran diversidad de razas caninas ha propiciado que algunas hayan desarrollado esta expresión más que otras. Los perros nórdicos, como el husky siberiano o el malamute de Alaska, son más cercanos anatómicamente a los lobos y tienen el músculo LAOM menos desarrollado, lo que sugiere que esta característica apareció relativamente tarde en el proceso de domesticación.

Los estudios también han demostrado algo que ya era evidente: que los perros han aprendido a usar esta expresión cuando quieren conseguir algo de nosotros. Un experimento realizado en 2017 en la Universidad Duke de Carolina del Norte (EEUU) comprobó que, dándoles las mismas atenciones, muchos perros activaban los “ojos de cachorro” con más frecuencia cuando había comida en la sala.

No son solo los perros

Hasta ahora se creía que los perros habían desarrollado esta mirada específicamente para comunicarse con nosotros porque favorece el vínculo con los humanos. Pero un estudio reciente ha demostrado que hay otras especies de cánidos, como el licaón (Lycaon pictus) que también tienen músculos LAOM y RAOL.

Dichos músculos están tan desarrollados como los de nuestras mascotas, como han podido comprobar diseccionando un licaón fallecido en un zoo estadounidense. Las fibras musculares son muy prominentes y robustas, y los investigadores señalan que es muy improbable que un músculo tan grande y bien desarrollado no tenga una utilidad específica y relevante.

El equipo, formado por investigadores de varias universidades de Estados Unidos, ha propuesto que esta especie ha desarrollado los músculos LAOM y RAOL para comunicarse entre ellos. Los licaones son probablemente los cánidos más sociales después de los perros y los depredadores con un sistema social más complejo: muestran comportamientos que demuestran unos vínculos profundos, que van más allá del simple instinto o interés. También son seguramente los cazadores más eficientes del planeta, ya que más del 70% de sus cacerías se saldan con una presa.

Esto tiene implicaciones importantes para lo que pensábamos saber acerca de la evolución de esta característica en los perros, ya que se creía que la desarrollaron específicamente porque les beneficiaba en su relación con los humanos. El hecho de que otras especies también lo utilicen implica que podría formar parte de una estrategia de comunicación intraespecífica (es decir, entre individuos de la misma especie) y que el hecho que nos gustara a los humanos fue una casualidad afortunada. La anatomista Heather Smith lo tiene claro: “Los ojos de cachorro de los perros domésticos no evolucionaron solo para complacernos a nosotros”.

Anne M. Burrows, coautora del estudio, apunta a que incluso es posible que estos músculos ya estuvieran presente en cánidos más antiguos y que algunas especies, como los lobos, los hubieran perdido. Sin embargo, esto no explicaría cómo los perros – considerados científicamente una subespecie de lobo – los pudieron recuperar o por qué los lobos los perdieron en primer lugar, ya que estos también forman manadas socialmente complejas.

 

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