Imagina estar en casa y ver la lluvia caer desde la ventana, cuando de repente, en lugar de gotas de agua, comienzan a precipitarse peces desde el cielo. Pues lejos de ser una escena sacada de una película de ciencia ficción o terror, esto fue lo que experimentaron los habitantes de Yasuj, una ciudad ubicada al oeste de Irán, el pasado 3 de mayo de 2024.

Lo cierto es que los primeros registros de fenómenos similares se remontan a un pasado muy lejano. Por ejemplo, en el libro II de su enciclopedia Historia Natural, escrita en el siglo I d.C., el autor Plinio el Viejo narra que «los informes históricos dicen que ha caído una lluvia de leche y sangre […], y en muchas otras circunstancias; llovió carne». Sin embargo, es probable que poco se haya indagado entonces en las razones científicas detrás de estas precipitaciones tan inquietantes.

Así, mientras que en la antigüedad se atribuían a castigos u obsequios de los dioses, hoy gracias a la meteorología es posible dar con una explicación lógica para este fenómeno, que no solo ha sigo registrado en Irán sino también en otros puntos del planeta, como Yoro (Honduras) o, sin ir más lejos, Alicante (España). 

ANIMALES A BORDO DE UNA TORMENTA…

En inglés, la expresión popular «It’s raining cats and dogs» («llueven perros y gatos») hace referencia a cuando tiene lugar una precipitación muy abundante, pero en ningún caso su significado es literal. Y es que hasta la fecha no se han reportado casos de perros o gatos transportados por una tormenta: habitualmente los protagonistas de estos sucesos suelen ser peces o ranas

Tal y como explica la meteoróloga Mar Gómez para National Geographic, en algunas ocasiones se forman mangas marinas -fenómenos similares a los tornados pero que ocurren en el agua- que succionan pequeños animales como los anteriormente mencionados. Estos quedan atrapados en el remolino y, cuando la tormenta se debilita, acaban siendo expulsados junto con intensas lluvias.

Pero, en el caso de la ciudad de Yasuj, que se encuentra a unos 250 kilómetros de la costa del Golfo Pérsico -donde se originó la tromba marina, según los expertos-, ¿cómo pudo viajar el tornado marino cargado de peces a tanta distancia? Esto depende de tres factores, principalmente: «la forma, el peso y el viento», señala John Knox, científico atmosférico de la Universidad de Georgia, para la revista de la Smithsonian Institution, un importante centro educativo de EEUU que cuenta con 21 museos y 9 centros de investigación.

En sus estudios, el especialista ha evidenciado que los elementos más ligeros pueden ser transportados a largas distancias, como el caso de unas fotografías impresas que viajaron alrededor de 320 kilómetros a bordo de una tormenta. Así, teniendo en cuenta que un pez de unos 30 centímetros, similar al tamaño de la especie que cayó en Irán recientemente, ronda los 380-400 gramos de peso, no es extraño que la lluvia de peces haya llegado tan lejos. Y la misma lógica podría aplicarse al caso de Alicante: en 2007, una lluvia de ranas (de alrededor de 2 centímetros) sorprendió a los vecinos de El Rebolledo.

… O DESBORDAMIENTOS DE AGUAS SUBTERRÁNEAS

En el municipio de Yoro (Honduras), en cambio, la explicación que ofrecen los expertos no parece convencer a los habitantes. Allí, las lluvias de peces no son tan poco habituales; de hecho, ocurren supuestamente cada año entre mayo y junio, coincidiendo con su temporada húmeda. Por ello, ya forman parte del folclore de la localidad, cuyo ayuntamiento ha creado el llamado Festival de la Lluvia de Peces en honor a la llegada de este evento meteorológico. 

Eso sí, lo que diferencia la lluvia de peces yoreña de otras lluvias de animales es que, en el municipio de Honduras, si bien tras las tormentas los peces inundan las calles de la ciudad, estos no parecen haber caído del cielo

Así, en un hilo de X, Mar Gómez ofrece un argumento científico alternativo: los animales podrían proceder de ríos o cavernas subterráneas y aparecer en el suelo como consecuencia de desbordamientos causados por intensas lluvias. De esta forma se explicaría que estos no queden nunca sobre los tejados de las casas, ni sobre los coches aparcados en el exterior, al contrario de lo que muestran los registros gráficos que se han obtenido del suceso en Irán.

 

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