No le hablen a Jorge Valdano de establecer jerarquías entre las selecciones campeonas del mundo de la Argentina. Descender a ese sótano de preferencias solo retrataría estrechez. “Es más, si pretendemos jugar a eso, yo no sabría elegir cuál es la mejor, pero lo que sé es cuál es la más importante: las más importante es la primera. Esto es como en las goleadas: el gol más importante es el primero. La primera fue la que nos puso a todos en un lugar distinto, y desde 1978 ponerse la camiseta de la selección tiene otra gravedad, que consiste en tener un problema si salimos segundos”, reflexionaba ante LA NACION hace algunos meses.

Por aquel arquitecto, por César Luis Menotti, Valdano guardará siempre gratitud y fascinación. “César tenía una gran capacidad de seducción y unos reflejos tremendos para hacerte gráfica una corrección. ‘¿Usted ha matado alguna vez a un arquero?, me dijo. ¿Cómo? No, ¿por qué?, le respondí. No, como tira siempre a matar. ¿Por qué no elige los rincones que le va a ir mejor…?, vaya descripción. Todo te lo convertía en un cuento. Y, además, lo que te decía le convenía a tu juego, atacaba tus defectos y te ayudaba a resolverlos”. Gráfica y poética pintura.

Valdano jugó el Mundial de España 82 con Menotti, pero se coronaría en México ‘86 bajo la dirección de Carlos Bilardo. Valdano fue un “menottista en el reino de Bilardo”, como cierta vez describió. “Pero yo estaba ahí para respetar el plan común, no para discutirlo. Era un soldado más. La camiseta de la selección valía más que una idea. Porque para mí hay una única selección, y cuando nos ponemos esa camiseta es para desafiar al mundo. Y para demostrarles hasta dónde llega nuestro orgullo, nuestra calidad competitiva, nuestra cultura…”

Ese sentido de pertenencia que desborda en Valdano comenzó a edificarlo Menotti con su refundación de la selección a partir de 1974. Sus primeros alumnos, los campeones de 1978, los que en el mediodía del martes se reunirán para despedirlo en el predio de la AFA, en Ezeiza, ofrecieron los tributos más conmovedores en las redes sociales.

“Mi padre se fue cuando yo tenía 15 años, no logró verme debutar en primera, no me pudo ver campeón del mundo, no conoció a mi señora ni a mis hijos, y me dejó un vacío casi imposible de llenar. En ese momento sentí una sensación que creí que nunca volvería a sentir en la vida, la muerte de un padre es solamente entendible por aquellos quienes la han sufrido. Hoy volví a sentir esa sensación, porque con Ud. se va el padre que me llevó a debutar en primera, que me sacó campeón del mundo, que conoció a mi señora y a mis hijos. El padre con el que compartí mucho más que el fútbol. Seguramente el mundo le rinda el homenaje que Ud. merece, César. Seguramente serán homenajes muchísimos más dignos que el que este hombre de 68 años que vuelve a quedarse huérfano. Su aporte al mundo del deporte ha sido y será inconmensurable. Lo voy a extrañar mucho, lo amo. Descanse en paz, aquí lo recordamos con nostalgia y honrando siempre todo lo que nos enseñó”, fueron algunas de las líneas de Daniel Valencia.

Se sumaron Daniel Bertoni, el Beto Alonso, Daniel Killer y el Conejo Tarantini, entre otros. “Hasta siempre, querido César. Gracias por todo lo que le diste a Argentina y al fútbol en general. En lo personal, también agradezco que me hayas dado la posibilidad de ser TU arquero en dos mundiales. Tu revolución futbolera será eterna. Abrazo del alma para toda su familia”, escribió el Pato Fillol.

Y desde Londres, junto con Julio Villa que está de visita en su casa, se incorporó Osvaldo Ardiles: “Con profundo dolor… Hasta siempre Maestro. Maestro de los maestros. No tengo palabras para poder reflejar quién fue César. Un adelantado a su época. Mucho más … mucho más que un Técnico. Mi padre futbolístico. Mucho de mí se ha ido hoy con él. Descansa en paz, César”.

Mario Kempes dijo presente. “La partida de una figura tan emblemática y querida en el mundo del fútbol es una pérdida irreparable. César Menotti fue mucho más que un colega, fue un amigo y un mentor invaluable para mí. Su pasión por el juego, su sabiduría táctica y su humildad inspiraron a generaciones enteras de jugadores y entrenadores, incluyéndome a mí. Guardo con cariño los momentos compartidos y las enseñanzas que me brindó. Su legado perdurará en cada gol, en cada partido y en cada corazón que ama este deporte”.

Pero hubo más campeones del mundo que le rindieron tributo, como el Vasco Olarticoechea, monarca en México ‘86, pero uno de los elegidos por Menotti en España ‘82. Y Jorge Burruchaga, figura en el Azteca, pero un hombre de mucha cercanía con el Flaco en sus ciclos en Independiente: “Gracias Flaco x todo lo que diste x nuestro fútbol argentino. QDEP!!!!”, escribió.

Y aquí reaparece Valdano. En su habitual columna del diario El País, de España, titulada en este caso: “El profeta de la Nuestra”,  ayer describió a Menotti de la siguiente manera: “Cesar Luis Menotti fue un maestro que persiguió sus sueños hasta el último día. Incluso en estos tiempos en que a este don Quijote de la cancha no le quedaban ni molinos contra los que pelear, porque el fútbol argentino perdió el culto al estilo que le caracterizó durante mucho tiempo. Lo que no perdió es el espesor cultural, como demostró la selección argentina campeona en Qatar, última alegría que habrá enorgullecido a Menotti con todo derecho”.

En otro pasaje, agregó: “Defendía al jugador diferente, enseñaba el oficio y hasta una visión moral de la cosa. Me gusta pensar que Menotti dignificó con sus ideas lo que Maradona defendió con la pierna izquierda”. Y más: “Por la fuerza de su carisma, la claridad de su discurso y la convicción con que defendía sus ideas provocaba un milagro de comunicación: escucharlo producía ganas de jugar al fútbol”.

En el cierre de su artículo, Valdano no se ahorró emotividad: “Me autorizó a llevar al profesionalismo los sueños de mi infancia, me dio consejos que fueron antídotos para mis defectos y me enseñó a amar el fútbol y a defenderlo con orgullo como parte de nuestra herencia cultural. Solo me queda decir, con emoción, lo mejor que se puede decir de un maestro: si Menotti no se hubiera cruzado en mi vida, yo no sería la persona que soy”.

En cambio, los homenajes de los dueños de la tercera estrella, los campeones en Qatar, parecieron insuficientes. Como distantes. La brecha generacional es inmensa, claro, pero la dimensión de Menotti se supone que reduce cualquier distancia. Actualmente Menotti ocupaba el cargo de director de selecciones nacionales, y se trató de una voz de respaldo a mediados de 2019, tras el tercer puesto en la Copa América de Brasil, cuando el ciclo de Scaloni podía tambalear. “Nos dejó uno de los grandes referentes de nuestro fútbol. Condolencias a su familia y seres queridos. Que en paz descanse”, escribió de inmediato Lionel Messi, el capitán. Se plegó Scaloni: “Se nos fue un maestro del fútbol. Gracias por esas charlas entrañables en las que nos dejaste huella. Hasta siempre Flaco querido”. Y Pablo Aimar: “Nos ha dejado un grande de verdad, gracias por todo César”.

¿Y los jugadores? Reyes de las redes, donde tienen tan activa figuración, apenas ayer se anotó Ángel Di María, rosarino y canalla como Menotti: “Nos dejó una leyenda de nuestro fútbol. Gracias por esas charlas y esas lindas palabras que siempre dijiste sobre mí”. Menotti, en marzo pasado, en una de sus últimas entrevistas radiales, no había ocultado su debilidad por Fideo: “Es una enorme alegría que ahora lo reconozcan porque es uno de los mejores jugadores en la historia del fútbol argentino. Revisen dónde jugó, cómo jugó y pregunten a sus compañeros. Nunca vendió humo. Yo lo pongo a la altura de Kempes, de Maradona y de Messi”. Di María devolvió gentilezas. Al menos para maquillar el silencio del resto.

 

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