En el polo sur de Encélado cuatro enormes cicatrices parecen el resultado de un zarpazo de una bestia del tamaño de un planeta. Estas 4 marcas, de 2 kilómetros de ancho y 500 metros de profundidad, recorren más de 100 kilómetros por la superficie, por lo que es difícil no notar su presencia. La formación, denominada “rayas de tigre” bien parece que sigue sangrando, ya que enormes géiseres expulsan agua líquida y cristales de hielo desde el interior del satélite de Saturno a más de 2000 kilómetros por hora.

Estas marcas siempre han sido un misterio para los astrónomos, que desconocían el proceso de formación de unos eventos geológicos tan singulares. Sin embargo, recientemente, una investigación llevada a cabo por investigadores de Caltech ha conseguido simular por ordenador la actividad de la zona y asegura que ha encontrado un método que podría explicar el origen de las rayas de tigre. Los datos, obtenidos a partir de las imágenes aportadas por la sonda Cassini, permiten comprender un poco mejor los procesos que ocurren en el interior de la enigmática luna congelada.

Saturno bebiendo a sus hijos

Para que nos hagamos una idea, en la Tierra, los océanos tienen una profundidad media de aproximadamente 3,7 kilómetros, con el punto más profundo a casi 11 kilómetros. Debido a la aplastante presión, en muy contadas ocasiones los exploradores han tratado de alcanzar el fondo oceánico, un lugar inhóspito y vagamente explorado en el que existen ecosistemas con seres que parecen sacados de la ciencia ficción. Bajo la helada superficie de Encélado, un enorme océano de entre 26 y 31 kilómetros de profundidad separa la corteza de hielo del núcleo rocoso.

Al principio se pensaba que la atracción de Saturno afectaba al interior de Encélado. Según las primeras hipótesis, el tirón gravitacional del planeta movería el agua y la obligaría a salir por las fracturas de la corteza, creando de esta forma los enormes géiseres. Sin embargo, esta explicación no ofrece una respuesta clara ante la periodicidad en los géiseres, que expulsan más agua horas después del pico de máxima tensión en la superficie. Tampoco explica que haya un segundo pico de actividad, más pequeño, justo en el momento en el que la luna está más cerca de Saturno.

Como dato curioso, muchos de los materiales que expulsan los géiseres escapan de la gravedad de Encélado y acaban formando parte del anillo E de Saturno.

Preguntando a las matemáticas

Para resolver el enigma, los investigadores han empleado modelos matemáticos que consiguen simular la capa de hielo de Encélado. De este modo, han descubierto que el efecto de Saturno sobre la corteza de Encélado tiene un papel mucho más importante que el que se creía. Según sus simulaciones, además de afectar al movimiento del agua del interior, la superficie entera de la luna se desplaza siguiendo un patrón casi periódico, lo que provoca los dos momentos de mayor actividad.

Los movimientos que han simulado muestran dos picos de tensión asimétricos que coinciden con los cambios diarios en la actividad de los chorros que observó Cassini, así como los cambios en la temperatura. Por tanto, estas simulaciones muestran que, debido a este movimiento, las ‘rayas de tigre’ podrían estirarse y contraerse en ciertos puntos, lo que afectaría la actividad de los géiseres.

Esta actividad también afecta a la evolución de la corteza de Encélado en el polo sur, que es relativamente joven en comparación a la de las otras partes de la luna. En esta región apenas se encuentran cráteres de impacto, que son mucho más comunes en otras partes del planeta.

Encélado, la luna de las noticias

Hace apenas un año, Encélado saltaba a las portadas de las secciones de ciencia. Tras reevaluar los datos de la sonda Cassini, Científicos de la Universidad libre de Berlín consiguieron detectar una cantidad inusitada de fosfatos. Las concentraciones, que podrían llegar a ser 100 veces superiores a las que podemos encontrar en La Tierra mantienen la esperanza en la búsqueda de vida extraterrestre. Encélado cuenta con al menos 5 de los 6 elementos necesarios para la vida: Carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y fósforo. Únicamente faltaría por confirmar el azufre para determinar que todas las piezas están presentes.

Este análisis fue posible gracias a los ya mencionados géiseres que, al expulsar el agua del interior, nos ofrecen una mirada única a la composición del satélite. Además de los elementos, también se detectaron hidrocarburos simples y otras moléculas con interés biológico que, por otra parte, pueden formarse a partir de procesos geológicos, no necesariamente por organismos.

Misiones a Encélado

Desde su descubrimiento en 1789 por el astrónomo William Herschel, solo 4 misiones han pasado relativamente cerca de Encélado. Las primeras fueron las sondas Pioneer 11 (1979), Voyager 1 (1980) y Voyager 2 (1982), pero estas misiones se encontraban únicamente de paso para acelerar gracias al tirón gravitacional de Saturno en su camino a los confines del sistema solar. La sonda Cassini fue la primera en estudiar el sistema lunar de Saturno y la que nos aportó más información. Gracias a Cassini se descubrieron los géiseres, los elementos y las variaciones en la temperatura en las distintas regiones de la luna.

En la actualidad existen planes para una futura misión a Encélado en el año 2038. Dicha misión, llamada Enceladus Orbilander pretende realizar observaciones de varias lunas de Saturno durante al menos 4 años para comprender la complicada mecánica entre las lunas y los anillos. Una vez finalizado el tour, orbitará Encélado durante un año y medio para cartografiar toda la superficie y, tras recabar toda la información posible, tratará de posarse sobre la superficie. Una vez allí, tomará muestras y mediciones durante al menos dos años.

Encélado no es la única luna con agua líquida en nuestro vecindario estelar. En Júpiter, el satélite Ganímedes, el más grande del Sistema Solar, contiene agua líquida, y orbitando el mismo planeta, los astrónomos han observado que Europa tiene una composición similar a la de Encélado. En las lunas congeladas, los océanos de agua líquida siempre han sido objeto de fascinación y se han abierto paso en la cultura general. ¿Qué ocultarán sus aguas? ¿podría haber microorganismos viviendo en ellas? En octubre de este año, en una ventana de 21 días que comienza el día 10 de ese mes, comenzarán las posibles respuestas, ya que se lanzará la sonda Europa Clipper, que realizará al menos 44 pases para caracterizar los océanos de Europa.

 

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