Una ventaja mínima, pero que puede resultar la llave del éxito. Una victoria apretada, aunque sirvió para desatar el nudo. Un éxito que robustece y posibilita observar con una perspectiva más alentadora el futuro al Borussia Dortmund y un tropiezo que obliga a ensayar una remontada a Paris Saint-Germain. La marea amarilla, mezcla de energía y fuego interior, fue pura euforia en Westafallen, después del 1-0 en el partido de ida de las semifinales de la Champions League. La aventura se trasladará el martes al Parque de los Príncipes, y el que tome el boleto viajará a Wembley, escenario del encuentro con el que todos soñaron al comenzar el periplo.

El dramatismo, la emotividad, las múltiples situaciones de riesgo en un marco que representó un infierno. Un juego de pausas y de armonía que, de modo repentino, se convertía en un desarrollo salvaje con dos equipos marchando de área a área con el reto de lastimarse. Respuestas de los arqueros, postes que negaron el festejo, definiciones a las que le faltó la estocada definitiva, figuras con credenciales que ofrecieron el clásico repertorio y nombres que ansiaban un encuentro de relieve para enseñar que tienen virtudes para estar en el catálogo de los destacados. Un primer acto en el que la diferencia pudo ser mayor para los alemanes, como también PSG estuvo a tiro de regresar a Francia con el respaldo de un empate.

Los ataques envolvieron la sensación de peligro sobre los dos arcos. Los antecedentes recientes –PSG llegó invicto ante el Dortmund: 2-0 y 1-1, por el grupo F- no tuvieron influencia en la estrategia, aunque el empuje no era el mismo. Los germanos, quintos en la Bundesliga, arrastraban una goleada 4-1 en contra con Leipzig, resultado que le impidió arrebatarle el puesto al rival, que es la última plaza para la Champions League de la próxima temporada; PSG, en cambio, el fin de semana se calzó la corona de campeón de la Ligue1 y apunta a un hecho histórico: la triple corona, algo que ningún equipo obtuvo en el fútbol francés.

La experiencia del tridente que componen Mats Hummels, Emre Can y el austríaco Marcel Sabitzer; la explosión por las bandas de Jadon Sancho y Karim Adeyemi; la inteligencia de Julian Brandt para manejar el ritmo y el acecho de Niclas Füllkrug, autor del gol, las cartas con el que Borussia Dortmund estiró su invicto en condición de local en la competencia internacional: dos empates –Milan y PSG- y cuatro victorias, la cosecha de una estructura que no se resiente fuera de casa, aunque de las dos derrotas que sumó una es ante los galos.

La victoria de Borussia Dortmund sobre PSG

“Puede que seamos el equipo con menos experiencia, pero somos el equipo con más hambre. Tenemos que trabajar duro todos los días para llegar a Wembley”, ilusiona el entrenador Edin Terzic, que desea llevar al club al mítico estadio de Londres para cerrar la herida que resultó la caída con Bayern Munich en la temporada 2012/13, la primera final que jugaron dos clubes alemanes en el máximo certamen de clubes del Viejo Continente. Para Hummels y Marco Reus, que ingresó en el segundo tiempo, sería la oportunidad del desquite de aquella derrota 2-1 que sentenció Arjen Robben a falta de un minuto.

Borussia Dortmund igualmente sabe lo que significa levantar la Orejona: lo hizo en la temporada 1996/97 ante Juventus. Para PSG, la Champions League es un objeto de deseo: en una oportunidad disputó el partido final y cayó 1-0 con Bayern Munich. El capitán Marquinhos, la estrella Kylian Mbappé y el arquero Keylor Navas -suplente en Alemania-, son los sobrevivientes de esa formación en la que jugaron Ángel Di María y Leandro Paredes. Para el astro galo, será la última función en el ciclo para conquistar ese trofeo por el que el fondo de inversión qatarí desembolsa millones de euros en pases y contratos de figuras, y no tuerce la línea ni alistando juntos a Neymar, Mbappé y Lionel Messi.

Las estadísticas, las millonarias cifras, los antecedentes sucumbieron ante un detalle que pareció fuera de contexto entre dos equipos que atacan a través de las asociaciones de pases: un pelotazo descubrió a la zaga de PSG desacomodada y Füllkrug derrotó a Gianluigi Donnarumma; el atacante pudo estirar el marcador más tarde y en dos oportunidades, pero elevó los remates. Del otro lado, el entrenador Luis Enrique fue contundente: “Hubiera firmado generar las ocasiones que generamos, pero hay que ser efectivos”, se lamentó por los remates en el palo de Mbappé y de Achraf Hakimi –en la misma jugada-, el tiro elevado de Ousmane Dembelé y los cabezazos que no descubrieron el arco de Fabián.

A esos ataques sobrevivió también Borussia Dortmund, que viaja con una ventaja mínima, pero que al final de la serie puede resultar inmensa.

 

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