En todas las disciplinas, existen momentos que marcan la historia. Seguro que puedes señalar cual es la película que, según tu criterio, ha influido más en la evolución de la sociedad. Sin embargo, en el mundo de la ciencia, estos momentos cobran una importancia singular pues, además de quedarse grabados en los libros, significaron puntos de no retorno en el conocimiento humano, es decir, situaciones en las que cambió completamente la forma en la que se aprecia la realidad y la naturaleza.

Aunque decidirse por cinco es una tarea muy complicada, te traemos una compilación de aquellos experimentos que, sin duda, supusieron un punto de inflexión en la historia del conocimiento.

NEWTON DIVIDE LA LUZ BLANCA

En el año 1672, Sir Isaac Newton llevó a cabo un experimento trascendental que revolucionó la comprensión que se tenía en aquel momento de la luz y de la óptica. En un laboratorio oscuro, Newton hizo pasar un delgado rayo de luz blanca a través de un prisma de vidrio triangular. Lo que emergió al otro lado del objeto, para sorpresa de Newton, no fue un simple haz de luz, sino un espectro que se abría en un abanico de colores. Se trataba de la revelación de la verdadera naturaleza de la luz blanca: no era una entidad homogénea, sino una combinación de colores individuales.

Este experimento de refracción de luz blanca no solo desafió las creencias arraigadas de la época, sino que también sentó las bases para teoría corpuscular de la luz, en donde Newton postuló que la luz consistía en partículas distintas que viajaban a diferentes velocidades y se desviaban al pasar a través de diferentes medios. Así, no solo se transformó la óptica de forma radical, sino que fue un experimento que allanó el camino para los futuros avances en la ciencia de la luz y la visión.

CAVENDISH PESA LA TIERRA

En el año 1798, Henry Cavendish realizó un experimento que permitió, por primera vez, calcular la masa de la Tierra con enorme precisión. Utilizando un dispositivo conocido como balanza de torsión, Cavendish midió la fuerza de atracción gravitatoria entre dos masas pequeñas y dos masas grandes. Al suspender las masas pequeñas en un alambre y observar su ligero giro debido a la atracción gravitatoria de los objetos más grandes, Cavendish pudo determinar la constante de gravitación universal y, a partir de ella, calcular la masa de la Tierra.

Se trata de un experimento que requirió una precisión meticulosa y una enorme paciencia, pero que ofreció resultados sorprendentes: proporcionó una medida revolucionaria de la densidad y la masa de nuestro planeta, sentando así las bases para la comprensión moderna de la gravedad y la geodesia. Además, contar con un valor tan exacto permitió avanzar en los cálculos y las investigaciones de la época, tal y como si se tratase de la pieza que faltaba para completar el puzzle.

JOULE DEMUESTRA LA CONSERVACIÓN DE LA ENERGÍA

James Prescott Joule, en el año 1840, llevó a cabo un experimento que revolucionó por completo la comprensión de la naturaleza más fundamental: el principio de conservación de la energía. Joule diseñó un dispositivo muy ingenioso que consistía en una serie de paletas sumergidas en agua dentro de un recipiente aislado térmicamente. Al hacer girar las paletas utilizando un peso suspendido, Joule notó que la temperatura del agua aumentaba. Mediante medidas de la cantidad de trabajo realizado y la cantidad de calor generada, Joule consiguió establecer una relación directa entre el trabajo mecánico y el calor producido.

En otras palabras, este experimento demostró de manera concluyente y definitiva que la energía no podía ser creada ni destruida, sino que podía transformarse de una forma a otra, sentando así las bases para el principio de conservación de la energía, una ley fundamental en la física moderna. Este trabajo pionero de Joule cambió por completo la definición de energía, sentando las bases para futuros avances en la termodinámica y la física de partículas, así como dando origen a la famosa frase “la energía no se crea ni se destruye, se transforma”.

HIPPOLYTE FIZEAU MIDE LA VELOCIDAD DE LA LUZ

En el año 1851, Hippolyte Fizeau realizó un experimento innovador que permitió medir la velocidad con gran precisión. Utilizando un dispositivo óptico, Fizeau envió un haz de luz a través de un engranaje giratorio hacia un espejo situado a varios kilómetros de distancia. El espejo reflejaba la luz de regreso al punto de origen, donde otra sección del engranaje interceptaba el haz de luz en su regreso. Así, al medir la velocidad de rotación del engranaje necesaria para que la luz se bloqueara por completo, Fizeau pudo calcular la velocidad a la que se desplazaban los haces de luz.

Este ingenioso montaje fue esencial no solo para una de las primeras mediciones precisas y rigurosas de la velocidad de la luz, sino que también actuó como pionero de un amplio abanico de investigaciones pioneras en este ámbito. El conocimiento de la velocidad de la luz fue indispensable para comprender el comportamiento y cómo recibimos desde la luz que emite una luciérnaga hasta la luminosidad del Sol.

ROSALIND FRANLIN FOTOGRAFÍA EL ADN

En el año 1953, Rosalind Franklin cambió la trayectoria de la genética al llevar a cabo un experimento en el que conseguía capturar las primeras imágenes del ADN utilizando la técnica de difracción por rayos X. Trabajando con una gran habilidad, Franklin produjo imágenes cristalográficas detalladas del ADN que revelaban su característica forma de doble hélice, proporcionando una visión sin precedentes de la estructura molecular del ADN, arrojando luz sobre su disposición espacial y su composición química.

Aunque el experimento en sí mismo no condujo directamente al descubrimiento de la estructura del ADN, ya que las imágenes se las apropiaron sus colegas Watson y Crick, sí fueron esenciales para formular el famoso modelo estructural de la doble hélice. Este fue un momento clave en la biología molecular y la genética, pues abrió las puertas al nacimiento de la medicina personalizada y a la comprensión de la herencia.

Facebook Comments