No cabe duda de que la carrera espacial entre las potencias de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, marcó un episodio determinante en la historia tecnológica de la humanidad. A través de la tensión y de la competitividad se lograron algunos de los hitos más fascinantes hasta el momento.

Con motivo de la celebración del Día Internacional de los Viajes Tripulados, marcado en el calendario cada 12 de abril, recordamos uno de los capítulos más importantes de esa batalla y que, además, dio el pistoletazo de salida para la efeméride: el lanzamiento del Vostok 1, la misión que convirtió a Yuri Gagarin en el primer ser humano en el espacio.

Este acontecimiento, ocurrido en el año 1961, no solo desencadenó un impacto muy profundo a nivel mundial, sino que cambió completamente la percepción existente acerca de las posibilidades y límites de la exploración espacial. La hazaña simbolizó, sin duda, el triunfo de la ciencia y la determinación humana, además de una gran ventaja para la Unión Soviética en el conflicto candente.

EL POSICIONAMIENTO DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

No obstante, antes del vuelo histórico del Vostok I, la batalla entre Estados Unidos y la Unión Soviética no estaba precisamente desigualada y ambos países habían realizado numerosos avances en la tecnología espacial, marcando de esa forma el camino hacia el objetivo de enviar seres humanos más allá de la atmosfera terrestre.

Concretamente, la Unión Soviética había realizado una serie de logros entre los que se encontraban el lanzamiento del Sputnik I en 1957, el primer satélite artificial de la historia. Posteriormente, en 1959, también la URSS lanzó la sonda espacial Luna II, que se convirtió en el primer objeto humano en impactar la Luna.

Ahora bien, también fue necesario llevar a cabo una serie de vuelos no tripulados previos con el objetivo de probar la tecnología y los sistemas que serían utilizados más adelante. Así, en 1960, el programa Vostok realizó varias simulaciones con éxito, incluyendo el lanzamiento de Vostok 1K, que llevó a bordo a un maniquí y diversos equipos científicos para simular las condiciones de un vuelo espacial humano. Gracias a esto, los científicos implicados pudieron perfeccionar los sistemas de la nave y asegurarse que estuvieran listos para llevar a un ser humano al espacio.

EL VOSTOK I

El Vostok I fue el resultado de todo el trabajo por parte del equipo soviético: su diseño y sus características técnicas reflejaban un nivel de ingeniería y tecnología muy avanzado para la época, estableciendo un nuevo estándar para las misiones espaciales tripuladas.

La nave poseía una longitud no mayor a los 4,4 metros y, durante el despegue, su peso era de aproximadamente 4,730 kilogramos, constituyendo así una cápsula esférica muy pequeña y ligera que albergaba al astronauta junto al resto de sistemas necesarios para el vuelo, incluyendo los de propulsión, control y soporte vital.

Como método de propulsión, Vostok contaba con un sistema compuesto por un cohete principal y varios cohetes de maniobra, los cuales permitían controlar la orientación y la órbita de la nave durante el vuelo. Por su parte, el cohete principal era el que proporcionaba la potencia necesaria para llevar la nave a la órbita terrestre y mantenerla en su trayectoria correcta.

EL VUELO

El 12 de abril de 1961, tuvo lugar el gran hito en el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán. Con un ruido ensordecedor, el cohete se elevó desde la plataforma de lanzamiento con el astronauta Yuri Gagarin, de 27 años, en su interior, propulsando a la nave Vostok I hacia las capas superiores de la atmósfera.

A medida que ganaba altura, la nave se separó de los cohetes de la etapa inicial, liberándose de su peso muerto y continuando su ascenso impulsada por el cohete principal. Los científicos habían calculado perfectamente la potencia inicial para dejar a Yuri en una órbita estable alrededor de la Tierra, navegando a través del espacio a una altura de, aproximadamente, 327 kilómetros.

El vuelo duró un total de 108 minutos, de los cuales los 9 primeros pertenecieron a la entrada en órbita. Desde la cápsula que lo salvaguardaba, Yuri Gagarin se mantuvo en contacto con la base terrestre, transmitiendo sus observaciones y sus impresiones de la experiencia. Entre los comentarios que trasladó a sus compañeros, hay dos frases que quedaron grabadas para la historia: “La Tierra es azul” y “Aquí no veo ningún Dios”.

Con la órbita completada, la cápsula inició la maniobra de reentrada, enfrentando las altas temperaturas generadas por la fricción atmosférica al penetrar cada una de las capas de gas. Dentro de la nave, Yuri Gagarin fue el primer ser humano en experimentar esas fuerzas gravitacionales intensas mientras la nave se precipitaba hacia la Tierra a velocidades enormemente altas.

EL ATERRIZAJE

Cuando la nave estaba a solo 7 km del suelo, la escotilla de la nave se abrió y expulsó a Gagarin, cuyo paracaídas se abrió casi de inmediato. Por otro lado, el paracaídas principal de la nave se desplegó a los 2,5 kilómetros de altitud. En tan solo 10 minutos, Gagarin aterrizó, a muy poca distancia de la nave y a 26 kilómetros al suroeste de Engels, en la región de Saratov, en Rusia.

Gagarin cuenta que un granjero y su nieta fueron testigos de su aterrizaje, vislumbrando cómo una figura con un traje naranja y brillante y un gran casco blanco llegaba ante ellos en paracaídas. En palabras del propio astronauta: «Cuando me vieron con mi traje espacial y el paracaídas arrastrándose mientras caminaba, comenzaron a retroceder con miedo. Les dije, ‘¡no tengan miedo, soy un ciudadano soviético como ustedes, que ha descendido del espacio, y debo encontrar un teléfono para llamar a Moscú!».

 

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