Mala semana para el barcelonismo, muy mala. El equipo que más queremos, nuestro Barça, cae frente a uno de los que queremos menos, el PSG, y al día siguiente el segundo equipo más querido, el City de Guardiola, cae frente al que menos queremos, el Real Madrid.

Hay mil claves en nuestra derrota, y tras tres días de ruido ensordecedor no voy a ahondar más la herida porque ya se ha dicho todo: Que si el árbitro tuvo una actitud decisiva y del todo inquietante y sospechosa los 90 minutos, que la tuvo, que si algunos jugadores aún se preguntan a quién marcaban y otros perdieron su marca, ¿eh, Frenkie o Joao? Que si Xavi dejó sin timón el barco cuando más le necesitaban sus marinos, que los dejó, y hasta se ha comentado que hasta los rebotes también eran franceses y decisivos por más paradas que hiciese nuestro querido Marc-André… El caso es que por todo y por todos, unos y otros “cap a casa”, incluido nosotros, los que siempre creímos, los que siempre estamos y los que siempre empujaremos.

¿Y ahora qué?

Hay motivos para estar preocupados. En una situación en que, a pesar de los ingentes esfuerzos de nuestros directivos, en las arcas del club solo crecen telarañas, hay que subir el ánimo, hay que volver a creer, hay que volver a impulsar. No hay otra. Se de sobras que pocos argumentos tenemos para soñar, pero no podemos permitir que el desánimo nos invada y el conformismo nos inmovilice. Sigamos luchando, sigamos exigiendo, sigamos siguiendo.

Somos el Barça, el club más envidiado, ecléctico, multidisciplinario y transversal del planeta. El Club que todos sin excepción, todos, desearían ser. Pero el martes, con todo en contra es cierto, bajamos la cabeza, y la historia perdona las derrotas, no los abandonos. No aceptemos de manera alguna ser un equipo pequeño, de un club pequeño que reacciona en la adversidad como los pequeños. Es momento de aceptar la realidad, aceptar un nuevo paradigma estructural, aceptar que ni somos ni volveremos a ser en breve el Barça que todos añoramos, aceptar que el horizonte está lejos pero está, y que, sin los motores de otros tiempos solo tenemos nuestras manos para bogar y bogar, remar y remar para alcanzarlo.

¡Que se tiren al agua los que no crean! ¡Que salgan de la barca! Aquí se arremanga todo el mundo y no tenemos por qué soportar el peso de cobardes, la presencia de esquivos, miedosos o timoratos.

Y en la ruta, encontraremos alicientes y alegrías como sustento, no lo duden, de momento ahí está la Champions League de nuestras guerreras el sábado. ¿Van a estar solas por nuestros lamentos?

 “Som el Barça”, leven anclas que partimos, y si se acerca oleaje, calmemos el mar a palazos.

 

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