JERUSALÉN.- El gobierno de Israel sigue sopesando una posible respuesta al masivo ataque aéreo lanzado por Irán durante el fin de semana, y todas las alternativas que tiene entrañan riesgos propios.

En el pasado, cuando era atacado por sus enemigos, Israel tomaba represalias, con la esperanza de desalentar nuevos ataques. En 2016, por ejemplo, el raid transfronterizo de Hezbollah, la milicia libanesa apoyada por Irán, fue el puntapié inicial de una devastadora guerra de un mes de duración, y en otras ocasiones, las descargas de cohetes lanzados por grupos armados desde la Franja de Gaza escalaron rápidamente con duros combates y destrucción que se extendieron varios días.

Pero esta vez Israel tiene que hacer malabares con una montaña de intereses contrapuestos, y con nuevos factores que se han sumado.

Si efectivamente responde al inusitado ataque iraní —que a su vez fue en represalia por el ataque israelí a un edificio consular de Irán en Siria para asesinar a los altos mandos de las fuerzas armadas iraníes—, Israel tiene que sopesar si lo hace en proporción con el resultado concreto del ataque del sábado, que fue mayormente interceptado por las defensas antiaéreas y causó pocos daños, o considerando lo que habría pasado si los más de 300 drones y misiles hubieran hecho impacto en territorio israelí.

Los halcones ultraderechistas de la coalición de gobierno de Netanyahu presionan por una respuesta militar potente e inmediata, argumentando que lo contrario sería interpretado por los enemigos de Israel como un signo de debilidad. Y algunos israelíes creen que esta es la oportunidad perfecta para usar un ataque militar para cumplir un objetivo largamente añorado por Israel: destruir o dañar el programa nuclear de Irán.

Pero otros israelíes instan a la moderación o a la llamada “paciencia estratégica”, por temor, entre otras cosas, a distraer al país de su guerra con Hamas en Gaza, de los esfuerzos para liberar a sus decenas de rehenes que siguen retenidos en la franja, y de sus escaramuzas con Hezbollah en la frontera norte. Y también temen que un fulminante ataque de Israel termine desencadenando un conflicto regional más amplio y sin apoyo internacional.

Los analistas dicen que el exitoso bloqueo del ataque aéreo iraní le dio a Israel la libertad de elegir cómo y cuándo responder, o de hacerlo o no.

“Israel tiene evidente legitimidad para atacar a Irán”, dice Yaakov Amidror, exgeneral de división y exasesor de seguridad nacional de Israel, que actualmente trabaja en el Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén, de tendencia conservadora.

“La otra opción es decir: logramos lo que queríamos, que era eliminar a los comandantes de la Fuerza Quds en Damasco, y el ataque iraní fracasó, así que hagamos lo que tenemos que hacer”, apunta Amidror, o sea terminar la campaña contra Hamas en Gaza y abocarse a los preparativos para enfrentar a Hezbollah en el Líbano.

“Ambas son buenas opciones, cada una con sus pros y sus contras”, dice el exmilitar. “Es una cuestión de preferencia personal”.

Los mandatarios extranjeros, entre ellos el presidente Biden, el mayor apoyo que tiene Israel, están presionando para que prime la moderación. Desde que terminó el ataque, el domingo por la mañana, Netanyahu no ha salido a amenazar públicamente a Irán. Otros líderes militares y políticos israelíes dicen que no quieren poner en peligro, sino preservar y fortalecer, la alianza de los países árabes moderados y occidentales que por primera vez se unieron para repeler el ataque de Irán y defender a Israel.

Para Israel, el ataque iraní redundó en una explosión de apoyo internacional, tras meses de condenas e indignación por la cantidad de víctimas civiles y la hambruna en Gaza, y algunos funcionarios dicen que por eso Israel solo debería accionar contra Irán en coordinación con sus aliados.

“Israel contra Irán, el mundo contra Irán”, dijo el domingo Benny Gantz, miembro centrista del gabinete de guerra de Israel, al exponer las opciones que tiene su país. “La alianza estratégica y el sistema de cooperación regional han sido puestos seriamente a prueba y ahora es el momento de fortalecerlos. Construiremos una coalición regional contra la amenaza iraní y haremos que Irán pague el precio de su ataque en la forma y el momento que nos convenga a nosotros”.

Las opciones de Israel van desde atacar abiertamente a Irán, simbólicamente o con toda su fuerza, hasta no tomar ninguna represalia, una concesión que, según los expertos, Israel podría aprovechar para alentar mayores sanciones internacionales contra Irán o la formalización de la alianza anti-iraní.

La opción de “no hacer nada” tiene precedentes: durante la Guerra del Golfo de 1991, cuando Irak lanzaba misiles Scud contra ciudades israelíes, Yitzhak Shamir, entonces primer ministro de línea dura de Israel, se abstuvo de responder militarmente ante la insistencia de la administración Bush para preservar la coalición con Estados árabes amigos que lideraba Estados Unidos.

Israel también podría orquestar algún tipo de ciberataque, sin derramamiento de sangre, o volver a los métodos de su larga guerra solapada con Irán, apoyándose en técnicas de espionaje y acciones encubiertas contra intereses y blancos iraníes, dentro o fuera de Irán, y sin adjudicarse la responsabilidad de los hechos.

Por Isabel Kershner

Traducción de Jaime Arrambide

 

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