La nadadora aragonesa Teresa Perales, ganadora de veintisiete medallas en seis Juegos Paralímpicos, volverá a pasar esta semana a una revisión de clasificación, a falta de una semana de los Europeos de Madeira (21-27 abril). El objetivo del chequeo es poder volver a competir en la categoría S2, una clase que ella considera más adaptada a la discapacidad que posee tras la última lesión que tuvo en el hombro izquierdo.

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En los últimos Juegos Paralímpicos, los de Tokio 2020, Teresa Perales compitió con una luxación en su hombro izquierdo. Aún así logró subirse al podio para recoger una plata en los 50 espalda S5, su categoría habitual de competición desde Sydney 2000.

En los meses posteriores fue intervenida y empezó a nadar con un solo brazo. Fue reclasificada a la clase S2 para ese nuevo modo de nadar pero hace dos meses, en las Series Mundiales de Melbourne (Australia) en febrero, tuvo que volver a ser examinada. Los jueces decidieron que subiría de categoría, a las S3, algo con lo que tanto la nadadora como el Comité Paralímpico Español y la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física, de la que depende, no estaban conformes.

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Las reclamaciones han provocado que el próximo 18 de abril, en Funchal, sede de los Europeos que comienzan el día 21, la nadadora aragonesa vuelva a pasar un proceso de clasificación con el objetivo de ser revisada de nueva su discapacidad. El objetivo es que vuelva a la clase S2 y, así, competir de igual a igual con nadadoras que lo hacen en condiciones similares a la suya.

«En Melbourne presentamos protesta y no la admitieron. Hubo un cúmulo de factores muy extraños y cuando volví, desde el Comité Paralímpico Español, lo propusimos y se aceptó presentar una apelación ante el BAC, que es como el Tribunal de Apelaciones del IPC, y lo aceptaron enseguida», dijo Teresa Perales, tras acudir este lunes a la presentación territorial de los deportistas madrileños preseleccionados para los Juegos Paralímpicos de París.

La recalificación de los nadadores, en todos los casos, aparte de la discapacidad que tengan, está sujeta también a la forma de nadar, que en muchas ocasiones va ligada a la experiencia y veterania del deportista. «Cuando vamos a competir internacionalmente primero nos valoran médicamente. Y luego, funcionalmente, que es la forma en la que te desenvuelves en el agua. Eso penaliza mucho cuando sabes nadar bien», confesó la nadadora.

«Estar en silla de ruedas y no mover las piernas para mí ya no era discapacidad porque era lo que llevaba viviendo desde hace treinta años. Esta situación me hace volver a tener otra vez una discapacidad y acostumbrarme a nadar solamente con un brazo, pero en mi caso ha sido mucho más rápido que alguien que le pasa de nuevo todo esto. Eso no se ha tenido en cuenta y se ha penalizado saber nadar frente a tener más o menos discapacidad», concluyó.

 

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