Cuándo empezaron a entrelazarse la serena estética japonesa y la comodidad funcional escandinava es algo que no podemos decir con seguridad, aunque se cree que sus raíces datan de fines del SXIX. De lo que sí podemos dar cuenta es del resultado de esta unión: una corriente en la que anidan la tradición y los grandes referentes del diseño y el arte de las dos culturas.

Las búsquedas en Google del término “Japandi” explotaron en 2020, durante los diversos aislamientos por el Covid-19, cuando muchos buscaron hacer de sus hogares espacios más confortables y calmos.

Un romance declarado

“Japan” de Japón y “Di” de Dinamarca, el ABC de este movimiento late en la paz y la utilidad de los ambientes, combinando la calidez escandinava y el minimalismo japonés.

“Tenemos algo en común con los japoneses: es un romance mutuo. Coincidimos en el valor dado a los materiales, la funcionalidad y la poca ornamentación”, nos explicó Bárbara Bendix Becker, diseñadora textil que hace un tiempo visitamos en su casa en Copenhague para experimentar de primera mano el clima del auténtico estilo nórdico.

Bases despojadas y naturales

El Japandi busca entonces crear interiores armoniosos, acogedores y en conexión con la naturaleza. Por eso, se apoya en una paleta de tonos cálidos y neutros que transmiten serenidad, como el gris claro, el beige, el marrón y el gran abanico de los blancos. También se suman colores como el negro, rosa, azul y verde, pero en pequeñas dosis y -preferentemente- en sus versiones más tenues.

A la hora de elegir muebles, se opta por ejemplares minimalistas, de líneas rectas y limpias, combinados con elementos deco sutiles, como cerámicas artesanales, lámparas de papel y plantas.

Entre los materiales más usados por esta corriente prevalecen los naturales y orgánicos, como la madera clara, el bambú, el lino y el algodón, que les suman textura a los espacios.

Cómo lograrlo

El objetivo del estilo Japandi es que puedas darle a tu casa un aire relajado y tranquilo. No hay moldes a seguir (cada hogar es un mundo), pero sí algunos primeros pasos para aplicar. La holandesa Laila Rietbergen, autora del libro “Living Japandi”, nos sugiere estos:

Ordenar. Acá manda el “menos es más”, así que a deshacernos de lo que no usamos o atiborra nuestros ambientes. Además, la autora sugiere la regla del 80/20: guardar el 80% de las cosas “detrás de puertas” y dejar el 20% a la vista.Sumar contraste. Nuestras aliadas número uno son las diferentes texturas y formas orgánicas (en dosis justas para no sobrecargar). Lo primordial es darles a los ambientes un toque despojado, que permita la buena circulación, pero sin redundar en espacios vacíos o fríos.Dejar -¡y propiciar!- que la naturaleza entre. Para esto, las plantas son fundamentales, pero también la luz y los materiales naturales de los que hablábamos más arriba.Elegir objetos que destaquen, pocos, pero contundentes. Pueden ser piezas vintage, recuperadas o hechas a mano, sin miedo a la imperfección y alejándonos lo más posible de la producción en serie. También pueden ser muebles con colores que quiebren la paleta calma, como la lámpara de hierro y la silla ‘Wishbone’, que la artista y diseñadora Constanza Tassara incluyó en el estudio de su casa, que visitamos en Los Cardales.

Lo importante es darse tiempo en cada decisión: apostar al diseño y no al lujo, y elegir los objetos de forma consciente, optando por la mejor calidad que nos sea posible, para que puedan acompañarnos a lo largo de los años.

 

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