Estaba trabajando concentrado cuando notó que algo se movía dentro de una bolsa de basura. Alarmado, abrió el plástico y quedó atónito cuando entendió lo que acababa de encontrar: se trataba de un perro de pelaje blanco y tostado que solo podía mover la cabeza. Su cuerpo y patas estaban completamente rígidos. No había tiempo que perder. Sacó al animal de la bolsa, lo recostó sobre unos cartones que encontró en la vereda y llamó a las autoridades locales.

Cuando el perro, más tarde llamado Codi, llegó a la SPCA de Pensilvania -sociedad sin fines de lucro para la prevención de la crueldad y el maltrato hacia los animales- ese día, los veterinarios comenzaron a hacer una lista mental de las preguntas que tenían sobre su historia. “¿Qué le había pasado a esta pobre alma? ¿Por qué lo habían desechado como basura? ¿Había ingerido una toxina que le causara la parálisis? ¿Tenía una lesión en la columna?”.

“Tenía ganas de vivir”. Se escondió para morir, pero lo rescataron y cuando iban a adoptarlo el destino le jugó una mala pasada

“Su mirada suplicaba ayuda”

Cuando pusieron a Codi en una posición de pie, se derrumbó. No respondió a los estímulos del dolor en sus extremidades. Algo no cerraba, llevaba puesto un hermoso abrigo y no había heridas visibles, pero algo estaba muy mal. “Su mirada, alerta, suplicaba ayuda”.

De inmediato se puso en marcha un tratamiento para él. El equipo de veterinarios hizo exámenes de drogas, análisis de sangre y tomó rayos X. También le administraron medicamentos para aliviar el dolor y las molestias, fluidos intravenosos para mantenerlo hidratado, y le ofrecieron alimentación con las manos. Las enfermeras voltearon su cuerpo varias veces al día, cambiaron su ropa de cama para mantenerlo cómodo y seco, usaron compresas calientes y masajearon sus patas.

Como parte de la estrategia de recuperación, Codi era colocado en una posición de pie y se estiraban sus piernas. Muy lentamente, su cuerpo comenzó a recibir el mensaje. Con la terapia física sostenida, dio los primeros pequeños y cautelosos pasos asistidos. Unos cuantos a la vez, y luego unos cuantos más hasta que logró completar una corta caminata.

“Que hoy esté erguido es un milagro”

Hasta que una tarde, cuando uno de los voluntarios se disponía a dar por finalizado el día e hizo la última recorrida por el refugio para controlar que todos los animales rescatados estuvieran cómodos en sus recintos, Codi se puso de pie por sus propios medios.

“Sospechamos que se comió o le dieron una toxina como veneno para ratas. Si fue intencional o no, nunca lo sabremos. Pero lo que fue a propósito fue la eliminación de su cuerpo todavía con vida en una bolsa de basura. Nuestros corazones se rompieron cuando vimos a Codi descartado de esa forma, pero también se han reparado al presenciar su increíble recuperación. Que hoy esté erguido y con ganas de vivir es realmente un milagro”.

Luego de varios meses Codi estuvo listo para comenzar a buscar su hogar permanente. La SPCA de Pensilvania hizo correr la voz: contó la historia de Codi en las redes sociales y publicitándolo en un canal de noticias local. “Puede que pareciera que las probabilidades estuvieran en su contra, pero nunca se dio por vencido y la semana pasada, ¡todo valió la pena cuando encontró su hogar definitivo!”, escribieron en un posteo de Facebook los voluntarios.

El personal de SPCA está emocionado por Codi. Seguramente nunca olvidarán a este dulce perro que desafió a su triste destino. “Su recuperación fue bastante notable. Y aunque todavía está un poco tambaleante, ha sido adoptado y está viviendo la mejor vida!”

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