Varios son los rincones del planeta en los que la ciencia hace sus descubrimientos, y en esta oportunidad, la protagonista fue Sevilla, capital de la provincia española de Andalucía. Según informaron, recuperaron 191 piezas arqueológicas robadas del siglo IX, pero la que más capturó la atención fue un candil medieval islámico en bronce de la época califal.

Tal como indicaron en los medios europeos, la investigación, que contó con la colaboración del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) de la Consejería de Cultura, fue posible gracias a que en las redes sociales se identificó un perfil que publicitaba la venta de piezas de naturaleza arqueológica que procedían del tráfico ilícito de bienes culturales. Los traficantes habían usado, para dar con las piezas, detectores de metales, por lo que a la hora de incautarlas muchas de ellas todavía tenían tierra.

En ese sentido, la llamada Operación Candil, encabezada por la policía sevillana, permitió identificar al titular de la cuenta y se comprobó que su actividad la llevaba a cabo desde hacía varios años.

Entre los objetos encontrados se pudieron identificar piezas prehistóricas como láminas de sílex -algunas prerromanas y romanas- como también materiales medievales, entre los que había broches de cinturón y algunos más modernos, como monedas.

Pese a que las piezas fueron dañadas irrecuperablemente, la que se destaca por su singularidad y buen estado de conservación fue el utensilio medieval islámico para alumbrar, de mediados del siglo IX y mediados del siglo XIII, el cual se estima que habría formado parte del ajuar doméstico de una casa hispanomusulmana de clase acomodada.

Cabe destacar que como los objetos fueron robados, al haber sido extraídos sin un método apropiado, esto significa una gran pérdida de información, tanto de las piezas como de su procedencia. Debido a esto, la Policía aclaró que esto impide el proceso de documentación científica de los yacimientos y representa “una pérdida irreparable” para el patrimonio cultural.

Del total, fueron veinte los objetos intervenidos, entre los que había un conjunto de pesas de telar y fusayolas íberas y de la edad de bronce -de 13 piezas-, un conjunto de siete monedas de diferentes épocas, un fragmento de ánfora medieval, dos platos de cerámica, un bifaz y hebillas bizantinas.

El tráfico arqueológico, un mal que crece

No es la primera vez que roban piezas arqueológicas. A mediados de enero de este año, una mujer robó unas rocas de Pompeya y las devolvió porque dijo que estaban “malditas”.

Gabriel Zuchtriege, el director del parque arqueológico del vasto arqueológico ubicado en Italia, mostró su asombro en las redes sociales al recibir una carta con un peculiar pedido. Se trató de un escrito en forma anónima que recibió junto a unas piezas de rocas provenientes de la zona histórica.

“No sabía acerca de la maldición. No sabía que no debía agarrar ninguna roca”, comenzó la carta que Zuchtriege recibió de manera anónima. Y siguió: “Al cabo de un año, me dieron la noticia de un cáncer de mama. Soy una mujer joven y sana, y el doctor me dijo que esto fue ‘mala suerte’”.

El director del parque compartió el escrito a través de su perfil de X, donde recopiló más de 37.000 reacciones, que culminó con un pedido de perdón. “Por favor, acepten mis disculpas y estas piezas”, concluyó, al devolver las rocas que agarró meses atrás.

 

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