Los bomberos del Ayuntamiento de Valencia han empezado su campaña primaveral para alertar a la población sobre los peligros de los himenópteros, uno de los ordenes de insectos más amplio, que reaviva sus funciones en ésta época del año con la subida generalizada de las temperaturas, tras un periodo de inactividad invernal. 

Con más de 153.000 especies reconocidas, algunas de ellas ya extintas, este grupo incluye animales tan conocidos como las hormigas, las abejas o las avispas, las cuales podemos llegar a encontrar cerca o incluso dentro de nuestros hogares. Allí forman nidos, llegando así a producir plagas y provocar problemas de convivencia. Los huecos en las paredes, los árboles y farolas, o las fachadas de los edificios suelen ser lugares comunes donde se aposentan. 

Aunque la mayoría son inofensivos, algunos de ellos, por supuesto, son más molestos o peligrosos que otros, sobre todo en caso de plaga. Por ello, las autoridades locales han recomendado llamar a emergencias si se requiere la intervención de un profesional. 

¿CÓMO son los himenópteros?

El origen de estos insectos se remonta al Triásico, el primer periodo de la Era Mesozoica, que tuvo lugar hace ya más de 250 millones de años. Así lo confirmaron los fósiles más antiguos encontrados de este tipo de animal. A día de hoy, sus distintas especies se encuentran prácticamente en todos los ecosistemas del planeta. 

La mayoría de ellas son ovíparas, es decir, que ponen huevos como método de reproducción, de los cuales nacerá una larva que se alimentará del sustrato animal o vegetal sobre el cual se haya depositado el huevo. 

Una vez desarrollado, la morfología del insecto suele ser parecida, contando con cabeza, tórax y abdomen. Sin embargo, la forma exacta y su tamaño pueden variar mucho según la especie. Algunas de ellas tendrán también dos pares de alas membranosas, y un aguijón que podrán usar en caso de amenaza, con el que inyectan veneno en distintas cantidades. 

Su comportamiento, al mismo tiempo, también será muy variado: mientras que algunas de las especies son sociales y siguen pautas jerárquicas, llegando incluso a formar sociedades complejas, otras son mucho más individualistas y solitarias.

Los himenópteros suelen sentirse más atraídos por olores fuertes y colores vibrantes, así como los restos de comida u otros lugares donde puedan encontrar alimento. 

EL CASO DE LA ABEJA Y LA AVISPA

Las abejas son una especie protegida debido a su gran importancia para el funcionamiento del planeta, y se encuentran en peligro de extinción. Entre otras funciones, como la producción de miel, jalea real y cera, son insectos polinizadores de numerosas especies de plantas.

Gracias a esta última labor miles de especies vegetales siguen existiendo en la actualidad, y muchas de ellas sirven de alimento al ser humano. Por este motivo, su hábitat natural debe ser preservado o, de lo contrario, podría producirse una reacción en cadena que haría desaparecer parte de la biodiversidad de los ecosistemas. 

Al mismo tiempo, la picadura de las abejas frecuentemente causa su muerte, ya que el aguijón les queda anclado en la superficie de la piel de su víctima. Incapaces de liberarlo, este se desprende del cuerpo desgarrando y arrastrando tras de sí los intestinos del insecto. Este no morirá de inmediato, sino unas horas más tarde cuando el resto de sus órganos fallen a causa de la pérdida de fluidos vitales. 

Las avispas, en cambio, son insectos depredadores que cumplen funciones similares para el planeta, pero que no producen sustancias que el ser humano pueda aprovechar de una forma directa. Además, su población no está amenazada puesto que su condición más agresiva ha garantizado su existencia. 

Algunas especies de avispas resultan peligrosas y requieren de nuestra intervención cuando los enjambres se han situado en áreas comunes en la vida del ser humano. No obstante, se trata de animales igualmente necesarios para el normal funcionamiento de los ecosistemas. 

 

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