Una geisha es parte de la histórica cultura japonesa; se trata de una artista tradicional encargada de entretener en fiestas y reuniones a través de la música, la danza y la ceremonia del té. Dentro de su exigente formación, que comienza a temprana edad, tienen algunas cosas prohibidas a la hora de una celebración.

Históricamente, el continente asiático generó un importante desarrollo y difusión de lo que es su cultura y sus costumbres. Tanto es así que en distintos rincones del mundo se conocen los rituales que llevan adelante como la figura de la geisha.

Las geishas de Japón fueron malentendidas como figuras de prostitución y su función, en cambio, es ser anfitrionas en las tradicionales ceremonias de aquel país, donde proveen, sobre todo, entretenimiento y compañía.

Aún hoy su figura está rodeada de mitos, pero lo cierto es que a temprana edad comienzan con un riguroso proceso de aprendizaje que combina danza, música y la capacidad de entretener al público, que, en muchas ocasiones, es exclusivo.

Por ejemplo, uno de los mitos que existe es que las geishas residen en casas de geishas (okiya), pero la realidad es que estos son lugares de aprendizaje, entrenamientos y coordinación de eventos. El entrenamiento comienza a la mañana y generalmente termina de noche, luego de extensas jornadas donde se abarcan múltiples sesiones de prácticas.

Todo esto se vuelca en las normas de conductas que deben llevar adelante en su vida personal. Por ejemplo, pueden tener pareja y un hijo, pero no puede casarse. Si bien existe una evolución en cuanto a las restricciones, todavía hay una presión social por parte de los clientes y sus altas expectativas. Entonces, las geishas deben limitar su comportamiento público y respetar su rol. Asimismo, deben tener un código de vestimenta tradicional, como así también reflejar su rol cultural y artístico.

En este contexto, la podcaster Judith Trial se sacó las ganas de entrevistar a una de ellas y lo compartió en YouTube. Una de las preguntas que le hizo fue qué cosas tienen prohibido hacer. Ante esto, la invitada indicó que el casamiento, y añadió: “No hay nada realmente prohibido, pero en el pasado se me dijo muchas veces que si iba así vestida por ciertos sitios podría llegar a tener problemas”.

“También me insistían en que no me emborrachara en el barrio, porque al estar en Asakuza quizá le hacía mala fama a las geishas del lugar”, explicó con una sonrisa.

No obstante, en todo este contexto estricto, las geishas sienten profundo orgullo por su labor en la sociedad, ya que son figuras indispensables para celebrar la cultura japonesa en distintos ámbitos.

En cuanto a su situación financiera, no tienen un salario fijo, sino que dependen de las invitaciones a eventos, lo que les genera una inestabilidad con el ingreso del dinero. En consecuencia, generalmente atraviesan difíciles realidades económicas por no tener números exactos de cuánto dinero les ingresará al mes.

 

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