Afortunadamente, nadie debe enseñarnos a respirar. La respiración es un acto fundamental y, aparentemente instintivo que todos realizamos desde el mismísimo momento en que nacemos. Sin embargo, rara vez nos paramos a pensar en los detalles de ese proceso: ¿hay una forma “correcta” de hacerlo? ¿Es mejor respirar por la nariz que por la boca? ¿Hay alguna diferencia entre ambas opciones?

Sorprendentemente, la respuesta a todas esas preguntas es la misma: “”. Además de una entrada de aire, la nariz es también un sistema de filtración, humidificación y defensa muy sofisticado, convirtiéndolo en un órgano que va mucho más allá del olfato y las características sensoriales. ¡Respirar por la nariz es una elección inteligente para tu salud!

VÍAS RESPIRATORIAS

Cuando inhalas aire, este entra a través de las fosas nasales e inicia un camino de descenso hasta los pulmones. Atraviesa la faringe, la laringe, la tráquea, los bronquios y, finalmente, llega a los órganos protagonistas de la respiración. Este es un recorrido seguro, pues el cuerpo ha desarrollado mecanismos especializados para garantizar que el aire que llega a nuestros pulmones esté limpio, humidificado y a la temperatura adecuada.

Uno de esos mecanismos, indispensable para nuestra salud, son los cilios, pequeñas estructuras de aspecto similar a los pelos, que se encuentran en la mucosa de las vías respiratorias. Estos elementos diminutos son los encargados de atrapar y eliminar a las partículas no deseadas que puedan encontrarse suspendidas en el aire que inhalamos, librándonos así de infecciones y contagios indeseados, y protegiendo nuestro organismo de posibles daños.

Pero ¿cómo lo hacen? Pues bien, los cilios tienen la capacidad de moverse – casi como si se tratase de serpientes – desde su base hasta su punta. Con este dinamismo, el cual se produce a alta velocidad, son capaces de abarcar un gran rango de espacio, logrando atrapar y detener el paso de las partículas dañinas y desconocidas.

¿POR QUÉ ELEGIR LA NARIZ SOBRE LA BOCA?

Así, la elección de respirar por la nariz en lugar de por la boca no es simplemente una cuestión de preferencia: tiene fundamentos científicos y beneficios significativos. Gracias a los cilios, la nariz actúa como un filtro natural, atrapando y eliminando partículas como polvo, polen, bacterias y virus antes de que estas lleguen a los pulmones, protegiendo así las vías respiratorias y reduciendo el riesgo de infecciones.

Por otro lado, también tiene la capacidad de humedecer y calentar el aire frío que es inhalado, evitando de esa forma que aumente la sequedad de los pulmones y los bronquios, lo cual podría desencadenar problemas de salud como irritaciones o lesiones debidas al ambiente seco. Paralelamente, la respiración nasal conlleva la producción de óxido nítrico en los senos nasales, un gas esencial que facilita la absorción de oxígeno en los pulmones y que tiene propiedades antibacterianas, antivirales y antiinflamatorias que ayudan al sistema inmunitario a combatir las infecciones.

A mayores, cabe resaltar que respirar por la nariz añade resistencia al flujo de aire, lo que aumenta la captación de oxígeno al mantener la presión de los pulmones. En otras palabras, cuando respiramos por las vías nasales, el aire se encuentra con una resistencia natural mayor a la de la respiración bucal, debido a la estrechez de las fosas nasales y los conductos nasofaríngeos. Esta resistencia tiene un efecto positivo en la captación de oxígeno, pues mejora la ventilación pulmonar al permitir una distribución más uniforme de aire en los pulmones, y estimula favorablemente el diafragma, el principal músculo respiratorio.

UNA PREFERENCIA ERRÓNEA

Ahora bien, una vez afirmado que respirar por la nariz es la opción más óptima, es posible que te surja la duda de si realmente respirar por la boca es tan malo o, simplemente, tiene unos beneficios neutros. Lamentablemente, aunque sí puede ser necesaria en ciertas ocasiones, como durante el ejercicio intenso o cuando la nariz está congestionada, puede acarrear una serie de problemas de salud que es conveniente tener en cuenta.

Entre ellos está la mayor exposición a bacterias y virus, derivado de la falta de un sistema de filtrado y humidificación; la sequedad de la boca y la reducción de producción de saliva, lo cual puede acarrear ciertos problemas de salud bucal, como caries, gingivitis y periodontitis; o incluso las alteraciones en la presión arterial debido a la pérdida de óxido nítrico, el cual también ayuda a la dilatación de los vasos sanguíneos. La respiración bucal incluso puede afectar a la calidad del sueño, provocando ronquidos, apnea o despertares más frecuentes durante la noche.

 

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