MENDOZA.- La tendencia ya está sobre la mesa. A la falta de rentabilidad con el mundo de la uva, hay productores vitivinícolas que también empiezan a mirar con otros ojos a un fruto que parecía muy lejano, propio de Asia, Europa y Estados Unidos. Así, en la tierra “del sol y el buen vino” hay quienes brindan para darle la bienvenida al pistacho, que crece de manera sostenida en suelo cuyano. En este sentido, la provincia del oeste argentino se suma a la ola “verde”, con esta joya seca que no deja de ser demandada cada vez más a nivel mundial, tanto por su notable uso en la alta gastronomía como por sus cualidades saludables, nutricionales y curativas. Aunque las ventas al exterior se mantienen contenidas, por efecto de la crisis macro nacional, se evidencia una evolución en las áreas cultivadas locales, por su poder de adaptabilidad a las condiciones climáticas, aunque es un proceso lento en resultados, ya que el fruto recién se obtiene en promedio a los 4 años desde la plantación, con producción plena a los 10 años.

Sin dudas, es un primer paso en la provincia, con un desarrollo notable en los últimos años, pasando de 323 hectáreas en 2021 a las casi 800 en la actualidad, lo que muestra un incremento de más del 140% en ese período, convirtiéndose en la tercera jurisdicción del país en producción, detrás de San Juan y La Rioja. Otro dato: en 2010, Mendoza sólo contaba con 31 hectáreas.

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“El pistacho es una gran apuesta en Mendoza, más allá de la realidad actual y las fluctuaciones de precios a nivel mundial. Por eso, con una macro más ordenada, es una oportunidad de desarrollo para los próximos años, aunque la inversión inicial es importante. Hay empresarios e incluso productores vitivinícolas muy interesados, que ya están siguiendo ese camino, incluso avanzando sobre fincas o viñedos abandonados. Hoy, no es un movimiento explosivo pero sí una opción sumamente prometedora”, contó a LA NACION Alfredo Draque, director de Agricultura de Mendoza, dependiente del Ministerio de la Producción. Uno de los sitios donde avanza este fenómeno incipiente es la zona este, sobre todo en la comuna de San Martín, y en Luján de Cuyo, pero también en el norte local, como la comuna de Lavalle.

El principal “enganche” para los que deciden es que atrás van quedando las viejas concepciones de que la planta, que prefiere climas áridos y secos, no se adaptaba a la realidad meteorológica “hostil” de la provincia, más allá de que sufre, como otros cultivos, el impacto del granizo o de una helada, si no se toman recaudos. “Estamos frente a un cambio de paradigma, incluso desde la biotecnología, estudiando las variedades y además con herramientas técnicas para su mejor performance, desarrollando también mapas climáticos para determinar las mejores zonas donde producir”, indicó el funcionario, poniendo en valor las tareas que se están realizando entre los productores, inversores y técnicos junto con la Asociación de Frutos Secos de Mendoza, que juega un papel crucial en el desarrollo y soporte del sector.

Asimismo, se analiza que el cambio climático, en este caso en particular, está reportando mejores condiciones para su desarrollo, ya que, por ejemplo, las históricas lluvias de febrero en Mendoza que afectan a ciertas plantaciones, como el pistacho, ya no se están produciendo en esa fecha, lo que permite sortear ese período crítico. “Hay mínimas variaciones que terminen jugando a favor; además contamos con sistemas tecnificados de protección de la planta ante granizo y lluvias, y de riego, como sucede con la producción de cereza, que se pueden ir replicando con el pistacho”, sumó Draque.

Empresarios del sector consultados por LA NACION reconocen y ponen en valor la producción de pistachos en San Juan, pero no dejan de ponderar lo que está pasando en Mendoza, aunque esperan mayores acciones oficiales de promoción de inversiones e incentivos fiscales como ocurre en la vecina provincia. Asimismo, reclaman mejores condiciones de accesibilidad al riego.

En este sentido, desde el gobierno provincial indicaron a este diario que se busca fomentar la producción en cultivos abandonados y migrar hacia aquellos más rentables, como sucede con el pistacho. “Queremos fortalecer estos proyectos. Si la macro ayuda podemos fomentar a productores que tengan una visión e inversión más concretas. Vemos más productores vitivinícolas y hortícolas que se interesan. Por eso, es importante dar financiamiento, para avanzar en el manejo tecnológico, en la tecnificación, con mejores maquinarias y tractores, y en la sustentabilidad en los cultivos”, explicaron desde el Ejecutivo local.

Desde la Asociación de Frutos Secos de Mendoza ponen en valor las claves del negocio, para poder potenciarlo. En este sentido, indican que existe una demanda en crecimiento; existe la posibilidad de mecanización; requiere un mínimo procesamiento para conservación, cuenta con amplia ventana comercial como producto primario, tiene un alto valor por kilogramo, y suma los mercados interno y externo.

Los frutos secos mendocinos

Más allá del pistacho, el sector de frutos secos en Mendoza ha experimentado un crecimiento significativo en la última década, no solo en términos de expansión de la superficie cultivada y aumento de la producción, sino también en la consolidación de estructuras de apoyo y representación para los productores. Las nueces y las almendras mendocinas lideran el mercado a nivel nacional, mientras que el “oro verde” no deja de evolucionar.

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Con una superficie cultivada que alcanza las 9500 hectáreas y un incremento de más del 45% en los últimos 10 años, Mendoza ha evidenciado un desarrollo importante del sector de frutos secos. La producción actual de aproximadamente 25.000 toneladas registra un aumento significativo del 70% al 90% en la última década, reflejando mejoras tanto en superficie cultivada como en rendimiento por hectárea, indicaron las fuentes consultadas por este diario.

Los principales cultivos: nueces, con 9000 toneladas, donde es la primera provincia productora de la Argentina; almendras, con 2800 toneladas, también liderando a nivel nacional. Además, en pistachos, con una producción de 46 toneladas, Mendoza se ubica como la tercera provincia productora del país, detrás de San Juan y La Rioja.

El sector emplea de manera directa a más de 2200 personas, destacando su importancia en la economía regional. La adopción de tecnologías de riego eficientes, como el riego por goteo, ha sido fundamental para optimizar el uso del agua, recurso crítico en la región. Además, la implementación de prácticas de manejo integrado de plagas y enfermedades contribuye a la sustentabilidad de la producción.

A pesar de los avances, la producción de frutos secos en Mendoza enfrenta desafíos significativos. En cuanto al cambio climático, la variabilidad representa un riesgo creciente, con eventos extremos que pueden afectar la producción. En cuanto a los  recursos hídricos, la gestión eficiente del agua sigue siendo un desafío crucial ante el escenario de cambio climático y la competencia por el recurso, teniendo en cuenta que Mendoza es un desierto y con condiciones cada vez más extremas. Respecto de los mercados, a pesar del crecimiento en la producción, llegar a nuevos compradores internacionales y lograr la mejora de los canales de comercialización son áreas que requieren atención continua.

El pistacho, al igual que los demás frutos secos, ayuda a combatir el colesterol o las llamadas “grasas malas”. También posee un alto contenido de hierro, por lo que se recomienda a personas con anemia, o para quienes practican deportes con alta intensidad. Asimismo, posee vitaminas E, B2 y B6, que impactan en el estado de ánimo, por lo que permite enfrentar mejor los cuadros de estrés. El pistacho contiene además calcio, magnesio, potasio, fibra y antioxidantes, siendo un gran aliado para el control del peso corporal y evitar afecciones cardíacas.

 

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