El exjefe de Gabinete del gobierno de Mauricio Macri, Marcos Peña, fue entrevistado por Carlos Pagni en su programa Odisea Argentina por LN+, tras varios meses sin exposición en los medios. Junto al periodista, el exfuncionario habló sobre el proceso que enfrentó tras abandonar la función pública, reflexionó sobre los liderazgos del siglo XXI y ahondó en las nuevas exigencias que tiene la sociedad hacia los representantes políticos.

Marcos Peña ejerció como jefe de Gabinete en la administración de Cambiemos desde 2015 hasta 2019. Sin embargo, en medio de la elección presidencial, que marcaría la derrota de la coalición gobernante, ya había anticipado que en una eventual victoria daría un paso al costado. Consultado sobre el por qué de esa prematura decisión, sostuvo que se debió a años de desgaste a nivel profesional y personal.

“Hubo un cansancio en todo el tiempo tener que explicar y defender todas las decisiones del Gobierno y eso alimentó mi decisión de irme. Lo que me pasó es poder entender que esa experiencia equivale a un trauma y que el trauma no resuelto equivale a una repetición para siempre de eso”, explicó en el inicio de la entrevista acerca de los procesos por los que tuvo que pasar una vez concluyó su cargo lo cuales detalla con mayor exactitud en su nuevo libro “El arte de subir (y bajar) la montaña”.

Marcos Peña: «Hoy hay un gran problema de liderazgos en el mundo»; mano a mano con Carlos Pagni

En ese sentido, reflexionó sobre el rol que ocupan los políticos al estar en función pública. Habló de lo que se siente al estar en la cima de la montaña y luego bajar drásticamente. “Uno piensa que el liderazgo es para toda la vida y eso se come a las personas. Y es como la vulnerabilidad ante la muerte (política). Hay que entender que hay etapas y que se necesita ayuda cuando se están cerrando. Es parte de la dimensión humana que subestimé y se subestima”. En esa línea, comparó el fin de la etapa política con el final de la carrera de un deportista, cuando debe reinventarse para dedicarse a otra cosa.

Para mostrar su punto, Peña recordó cómo era el día a día como jefe de Gabinete. “El día se compone de un sin fin de cuestiones de coordinación de personas, externas o internas, de la coalición y del sistema dirigencial. Todo a través de reuniones, miles de mensajes de WhatsApp, entrevistas y conversaciones. Se trata de la mediación de personas, con un alto nivel de presión”.

“Además hay muchas cuestiones personales cruzadas”, recordó y siguió: ”Una de las cosas que más me impresionó en la Jefatura, y que me pasó con el G20, es cuando ves a personajes mundiales detonados por cuestiones emocionales y entonces se cae la idealización”. Peña asegura que pese a ocupar cargos de alto poder, las personas se siguen comportando, en términos generales, bajo los mismo conceptos de la niñez: celos, enojos, favoritismos, competencia. “No hay nada que no aprendés en sala de cinco”.

“Todos suben y bajan la montaña. Tenés aproximadamente 40 o 50 años de vida profesional. Y la única discusión ocurre cuando bajás, pero ahí hay que ver cómo bajás de la cima, si en negación, con trauma o con alguna disociación sobre quién sos”, analizó.

El planteo de Peña se posa sobre la critica al sistema político actual. El exfuncionario sostiene que el régimen político de las democracias liberales de occidente no se modificó desde las bases estructurales conformadas a fines del siglo XVIII, verticalismo y líderes mesiánicos. Pero describe que el avance de las sociedades y la tecnología requieren alterar los preconceptos ya incorporados.

“La humanidad se ha dado golpes contra la pared con liderazgos mesiánicos. Hay un problema ahí. Pero los planteos de los cuestionamientos del bienestar tienen que ver con un problema del liderazgo, y tiene que ver con un cambio de velocidad en las sociedades que el formato viejo no resiste”, dijo y destacó el valor de la transparencia a la hora de comunicar. “Esta nunca es total, pero comparado con los reyes ocultos donde el regente era considerado un ser semidivino… Las instituciones sobre las que operamos desprenden esa verticalidad, la lejanía y el misterio”. Para Peña la sociedad demanda autenticidad mediante la transparencia.

En esa línea, Pagni le recordó la frase “todo se nota”, y Peña explicó que está relacionado con lo anterior: “Es el valor de la autenticidad y la consistencia que se vuelven fundamentales cuando las cosas son más visibles. La percepción del vecino común sobre las personas de lo público muchas veces son más acertadas que las del mundo especializado. Esa gente ve más allá de las señales cortas”. Sin afirmarlo, Peña insinuó que el presidente Javier Milei responde a esa premisa de autenticidad y transparencia con sus seguidores.

Por último, se refirió a la frase por la que se lo cuestionaba en su etapa de jefe de Ministros. “Hace marketing”, le reprochaban. Peña volvió sobre sus dichos para explicar que tenía “lógica” que lo llamaran de esa manera, pero porque “gran aparte del sistema de poder sigue pensando en términos verticales y buscan al mago que manipula, el manipulador del momento”, para entender lo que se expresa de parte del gobierno. Esa imagen hoy podría ser ocupada por el asesor Santiago Caputo, sugirió.

 

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