MAR DEL PLATA.– La nueva expedición que a principios de este mes buscaba precisiones sobre la presencia de un submarino nazi hundido a casi 30 metros de profundidad y frente a las playas de la cercana localidad de Quequén tuvo como principal hallazgo la aparición sobre cubierta e inmediaciones de “escombros metálicos”, material que no se advertía en imágenes logradas durante el relevamiento que el año pasado habían hecho buzos de Prefectura Naval Argentina para corroborar existencia y características de ese casco.

“Son estructuras tubulares y modulares, de varias toneladas y sin incrustaciones ni adhesiones de flora y fauna, lo que delata su presencia reciente en esas profundidades y justo sobre la ubicación del submarino”, asegura el periodista e historiador Abel Basti, referente de la agrupación Eslabón Perdido que se atribuye el hallazgo de estos restos, a unos cuatro kilómetros de la costa.

Así habilita sospechas y especulaciones: “Para nosotros esta situación es ratificatoria de la importancia del naufragio que hemos constatado”, dijo a LA NACION, al entender que “es inusual que se arroje chatarra y en semejante volumen justo en coordenadas exactas de la ubicación del pecio”.

Basti compartió con LA NACION una serie de fotografías que permitirían identificar, en comparación con detalles de imágenes originales de submarinos de la Segunda Guerra Mundial, que exactamente a 28 metros de profundidad se encuentra una de las unidades que por aquellos tiempos utilizó la flota nazi.

Con aporte profesional de ingenieros no solo confirman características de esa embarcación sino que, además, advierten indicios claros que se fue a pique por explosiones. “Fue un hundimiento dirigido”, señala Basti. La hipótesis da cuenta de una tripulación que habría derivado a tierra para luego ser testigo de la destrucción de la nave, que tenía casi 80 metros de largo.

Eslabón Perdido difunde como primera imagen relevante obtenida en esta última expedición la lograda con un sonar que permitiría advertir el casco y lo que entienden que es el resto del periscopio del submarino. Y otra con la que dan cuenta de esta novedad que significó encontrarse con “chatarra” esparcida sobre y entorno al buque. “Es imposible que sea azaroso”, dice Basti.

Trabajaron con dos sonares y un robot submarino que grabó en cercanía esos restos náufragos, material que asegura que se está procesando y sobre el que pronto brindarán mayores detalles. Dificultados ahora, insisten, por esta chatarra.

Fotos comparativas

Las fotos comparativas que Eslabón Perdido compartió con LA NACIÓN permitirían advertir periscopio, torreta, bita, placa identificatoria y hasta una pieza de cañón. También el denominado borbotín, el hueco de carga de torpedos y la escotilla, entre otros detalles que señalan.

“Lo ideal sería llegar y tomar piezas pequeñas pero que permitirían verificar con precisión”, señaló Basti sobre un objetivo que está abierto.

Como ya se informó, están en contacto con el especialista italiano Fabio Bisciotti, que tiene larga experiencia en restos náufragos de Segunda Guerra Mundial identificados en profundidades de aguas mediterránea y se mostró muy interesado en este caso de Quequén. “Hay 100% de seguridad de que ese pecio es un submarino militar y más de 90% de certeza que es alemán”, había dicho a LA NACION, luego de ver las primeras imágenes que le llegaron de los registros logrados por Prefectura Naval Argentina.

El hallazgo se había comunicado y presentado ante autoridades por parte de Eslabón Perdido. A pesar del tamaño del casco y la cercanía con la costa, con operatoria intensa del próximo puerto de Quequén, esos restos náufragos no figuraban en las cartas náuticas que son fundamentales para una navegación segura.

Una investigación que nació en la historia de un supuesto desembarco a mitades de siglo pasado en esas costas del partido de Lobería. Basti y su equipo avanzaron tanto como para llegar hasta el punto exacto y confirmar que, cómo les habían detallado en tierra, en esas profundidades habían restos de una embarcación.

Prefectura Naval Argentina realizó su inspección en el lugar en junio de 2022 con un informe final que, como resultado de la labor de buzos y un equipo de cámara subacuática, permitía ratificar que existía en el lecho marino una estructura ferrosa unida por soldadura eléctrica “disperso en una zona de 80 metros de largo por 10 de ancho”. Y aclara que está en avanzado estado de corrosión y enterramiento. Pero nunca identifica o menciona que se trate de un buque, mucho menos de qué tipo.

Cubierta

Tanques

Pieza de cañón

Escotilla de carga de torpedos

Escotilla

Borbotín

Periscopio

Vigas de hierro estructural

Placa identificatoria de compartimientos internos

Doble bita

 

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