Sophie Germain, destacada matemática autodidacta nacida en París durante el Siglo de las Luces, es un ejemplo de superación y de lucha por los sueños. Influenciada por los cambios políticos y sociales de su época, Sophie encontró en la Ciencia y en las Matemáticas un refugio intelectual que le permitía ser la mujer que tanto ansiaba. Sus contribuciones a la teoría de números, especialmente a través de su correspondencia anónima con el gran Gauss, resultaron en el importante teorema que lleva su nombre, clave para demostrar las teorías de Fermat.

No obstante, la historia de Germain está marcada por los grandes obstáculos que enfrentó como mujer en un mundo científico dominado por hombres. Para hacerse ver, tuvo que adoptar un pseudónimo masculino y, aun así, estuvo muy limitada debido a su educación autodidacta y al aislamiento que la sociedad le imponía, enjaulando de esa forma su innegable talento.

A LA LUZ DE UNA VELA

Marie-Sophie Germain nació el 1 de abril de 1776 en París en el seno de una familia burguesa-liberal con un papel muy activo durante la Revolución Francesa. Este conflicto marcó la infancia de Sophie quien, alejada de las revueltas, se refugió en la lectura de la biblioteca de su padre.

Allí descubrió la obra La historia de las matemáticasde Jean-Baptiste Montucla, una novela que narra cómo Arquímedes fallece absorto en un problema de geometría mientras su ciudad, Siracusa, es asediada por el enemigo. Conmovida por la historia y convencida del poder de las matemáticas en el mundo que la rodeaba, Sophie Germain decidió en ese momento dedicar su vida al estudio de esa disciplina.

No obstante, la decisión no fue sencilla. Su familia se opuso radicalmente a que la pequeña se adentrase en una carrera científica y, buscando la forma de incomodarla, llegaron a privarla de luz, calefacción y ropa para evitar que estudiara. Aun así, Sophie Germain persistió con su pasión estudiando a escondidas a la luz de una tenue vela.

ANTOINE AUGUSTE LEBLANC

La situación de Sophie cambió levemente cuando esta cumplió 18 años, con la fundación de la Escuela Politécnica de París pues, aunque las mujeres no eran admitidas, Sophie consiguió tener acceso a apuntes de cursos allí impartidos, disponiendo de material nuevo que le permitía continuar su formación autodidacta en matemáticas. Aun así, desafiando las normas sociales de la época y de la institución, decidió presentar un trabajo académico a final de curso, firmándolo con el seudónimo “Antoine-Auguste LeBlanc”, un antiguo alumno de la escuela.

El trabajo impresionó enormemente a Joseph Louis Lagrange, el famoso matemático, quien quiso conocer al autor. No obstante, al descubrir que “M. LeBlanc” era en realidad el pseudónimo de Sophie Germain no tuvo más que palabras de enhorabuena: la felicitó personalmente y la animó a seguir estudiando, ofreciéndose paralelamente a actuar como una especie de mentor para ella y guiándola por los ámbitos que más le interesaban del estudio de las matemáticas.

Animada y convencida que su esfuerzo merecía la pena y que realmente contaba con las capacidades necesarias para destacar, Sophie se inclinó hacia el estudio de la teoría de números.

Entre 1804 y 1809, escribió al matemático Gauss hasta una decena de cartas en las que le mostraba sus investigaciones, aunque es cierto que, temerosa del ridículo que en aquella época suponía una mujer erudita, las primeras de ellas estaban firmadas bajo el pseudónimo LeBlanc.

Sin embargo, cuando la vida de Gauss estuvo en peligro durante la campaña de Jena de 1806 y Sophie tuvo que intervenir a través de un amigo militar para garantizar su seguridad, finalmente reveló su verdadera identidad, recibiendo palabras de elogio y admiración por parte del científico.

ELASTICIDAD Y TEORÍA DE NÚMEROS

Las contribuciones de Germain alcanzaron diversos campos de las matemáticas, especialmente aquellos relacionados con la teoría de números y con la física-matemática. Su trabajo más notable fue, sin duda, el teorema que lleva su nombre, el cual relaciona directamente los números primos con ciertas soluciones de la teoría de Fermat.

Se trató de un teorema fundamental para la conjetura de Fermat – una afirmación sobre los números enteros – y consiguió definir los números primos de Sophie Germain. Sus investigaciones también alcanzaron la física y, a través de ciertos trabajos en este ámbito, consiguió postular su hipótesis sobre la relación entre la fuerza de elasticidad y la suma de las curvaturas principales de una superficie, una idea completamente revolucionaria en aquel momento.

A pesar de los desafíos y de su falta de reconocimiento – hay que tener en cuenta que, tras su fallecimiento, en su tumba aparecía “rentista” como profesión, en vez de “científica” o “matemática” – Germain fue viviendo ciertos éxitos leves en su carrera.

Un ejemplo es su amistad con el matemático Jean-Baptiste Joseph Fourier, quien le permitió asistir a sesiones de la Academia de Ciencias, siendo la primera mujer en hacerlo.

No obstante, cabe destacar que, excepto las ocasiones mencionadas, la comunidad científica siempre le dio la espalda, derivando en que gran parte de sus investigaciones no pudieran avanzar por la falta de información actualizada y la soledad en la que trabajaba. ¿Hasta dónde habría llegado Sophie Germain si los prejuicios de género no hubieran limitado su brillante potencial?

 

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