En un paisaje que parece sacado de una película de terror, se pueden ver imponentes estructuras abandonadas que son consecuencia de las ambiciones derribadas del boom inmobiliario chino. Los relatos de pueblos fantasmas y mansiones vacías cobraron vida y crearon un espacio solitario en el territorio.

Uno de los ejemplos más claros de esta caída arquitectónica es el desarrollo del proyecto ”Mansiones estatales para invitados”, que fue inicialmente creado como un oasis para la élite de la sociedad china. Ubicado en las colinas de Shenyang, a unos 650 kilómetros al noreste de Pekín, este proyecto, respaldado por Greenland Group, una firma inmobiliaria con sede en Shanghai, prometía un estilo de vida lujoso a sus futuros habitantes.

Sin embargo, la realidad resultó ser completamente opuesta: lo que alguna vez fueron construcciones prometedoras, hoy emergen como esqueletos abandonados. El destino de las Mansiones es solo una parte de una situación mucho más amplia que está afectando a China en su totalidad. Desde complejos de rascacielos abandonados hasta proyectos residenciales que parecen ciudades fantasmales, la nación se enfrenta a una crisis inmobiliaria alarmante.

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El gigante inmobiliario de China Evergrande Group, que una vez dominó el mercado, ahora se encuentra en bancarrota, dejando a su paso desarrollos sin terminar y comunidades fantasma.

Durante décadas, el sector inmobiliario chino fue el motor de la economía, pero ahora enfrenta grandes desafíos. El envejecimiento de la población, la incertidumbre económica global y la pandemia desencadenaron un desequilibrio entre la oferta y la demanda. El gobierno chino intensificó sus esfuerzos para contener los excesos y evitar una crisis económica aún mayor.

La ciudad fantasma de las 250 mansiones abandonadas

En las afueras de la ciudad china de Shenyang, se vislumbra un escenario distinto: una ciudad fantasma. Compuesta por 250 mansiones de lujo, estas estructuras alojan a una inesperada población: vacas.

En el 2010, durante el auge de la construcción en Asia, el gigante Greenland Group comenzó con un ambicioso proyecto conocido como “Mansiones de invitados estatales”, con la intención de crear 250 casas dignas de la realeza en las afueras de Shenyang. El propósito era claro: ofrecer estas residencias de lujo a los adinerados jubilados chinos como un retiro de ensueño.

Las mansiones, de estilo francés, mostraban todos los lujos que se pueda imaginar: desde pisos de mármol hasta enormes escaleras interiores, candelabros suspendidos del techo y amplios jardines exclusivos.

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Sin embargo, ocho años después estas residencias para los más adinerados permanecían desiertas. A pesar de estar completamente terminadas, nunca salieron al mercado. La empresa constructora no ofreció explicación alguna y desde entonces permanecen abandonadas.

Hoy,, estos monumentos encontraron un nuevo propósito en manos de algunos agricultores locales. Las calles y jardines de estas mansiones ahora tienen plantaciones, mientras que los amplios interiores sirven como establos improvisados para el ganado local.

Forest City: la “ciudad fantasma” de US$100.000 millones

El gigante inmobiliario chino, Country Garden, reveló en 2016 su ambicioso proyecto Forest City, un mega proyecto de €92.000 millones en el sur de Malasia. Sin embargo, el lugar que tenía como objetivo hospedar a 700.000 personas, se encuentra ahora casi deshabitada, con apenas 9000 residentes.

Lo que alguna vez se presentó como un refugio para millonarios chinos en busca de segundas residencias o inversiones cercanas a Singapur, se convirtió en un símbolo más de la crisis inmobiliaria china.

En Malasia, el plan original de Country Garden era desarrollar una metrópolis ecológica completa con campo de golf, parque acuático, oficinas, bares y restaurantes.

Ocho años después, el complejo se transformó en un recordatorio de que los efectos de la crisis inmobiliaria china se sienten incluso más allá de sus fronteras. Aunque solo se completó el 15% del proyecto, y menos del 1% está ocupado, Country Garden mantiene una perspectiva optimista respecto a la finalización del proyecto, según declaraciones a la BBC.

Inicialmente se desarrolló como una oportunidad para aquellos con aspiraciones económicas de adquirir propiedades en el extranjero, Forest City pronto se encontró fuera del alcance de la mayoría de los malayos debido a sus precios de venta inalcanzables. Además, su ubicación aislada en islas recuperadas, lejos de la ciudad más cercana, Johor Bahru, le ganó el apodo de “ciudad fantasma”: playas desiertas con parques infantiles abandonados y autos oxidados. Carteles de advertencia sobre cocodrilos, mientras que en el centro comercial muchas tiendas permanecen cerradas y algunas unidades en construcción están desocupadas.

 

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