Las incorporaciones de socios externos –laterales, en la jerga – en los grandes estudios de abogados son un recurso frecuente a la hora de buscar “refuerzos”. La práctica más difundida suele ser sumar a un abogado que deja una dirección jurídica en una empresa, o absorber directamente la estructura de un estudio más chico que trae una especialidad que el grande no tiene o necesita ampliar. Dentro de esos movimientos, los pases de profesionales que hicieron toda su carrera en el sector judicial no resultan lo más común.

En el Estudio Bomchil fueron noticia por una jugada en ese sentido: incorporaron como socia a Julia Villanueva, miembro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial y ex jueza de primera instancia de ese fuero, quien tras desarrollar toda su trayectoria en el ámbito de la justicia aceptó la propuesta de la firma y cruzó la vereda hacia el sector privado. Villanueva se sumó el 1° de febrero al bufete que en 2023 cumplió 100 años como socia en las áreas de Litigios e Insolvencia y Reestructuraciones, donde ahora volcará su experiencia en conflictos comerciales.

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La excamarista desarrolló una carrera de 27 años en la Justicia. Fue secretaria letrada de la Corte Suprema durante ocho años, y jueza de primera instancia en el fuero Comercial a lo largo de una década, nombrada nada menos que en 2001, pleno momento de conflictividad económica. Más tarde pasó a la Cámara de Apelaciones en lo Comercial, hasta enero de este año, cuando se produjo su salida del mundo de la justicia.

“La idea de irme de la Justicia al sector privado siempre la tuve. Lo empecé a comentar y me llegaron propuestas de estudios para sumarme. No tenía definitivamente tomada la decisión, pero me di cuenta de que la vocación que tengo es por el derecho”, señala la abogada. “Salir de la zona de confort de la justicia no es fácil, porque a los jueces nos gusta el poder. Fue un gran cambio, pero me ayudó la actividad académica de toda la vida, me dio una gimnasia distinta y una cabeza que no es la del juez tradicional”, agrega la flamante socia del Estudio Bomchil.

Pocos pases

“Hay pocas salidas de un juez que pase a un estudio, y eso ya es algo para destacar. En Estados Unidos es más común, acá no”, apunta el socio Tomás Araya, especializado en servicios financieros, fusiones y adquisiciones y reestructuraciones. “De nuestra parte, el plus que pusimos fue invitarla a participar de cómo hacemos el derecho comercial en los grandes asuntos, porque la práctica comercial se hace en los estudios”, completa.

Villanueva había recibido una oferta para sumarse a otros estudios competidores grandes, cuentan en Bomchil. A través de Rafael Manóvil, ex socio y actual consultor del estudio con quien la ex camarista comparte el ámbito académico en la Universidad de Buenos Aires, los socios de la firma acercaron su propuesta.

En el seno del comité ejecutivo decidieron que sería una operación relámpago, para no perder tiempo: votaron y en cuestión de días definieron avanzar con la incorporación lateral si la exmagistrada aceptaba.

“Lo que buscamos es la sinergia: no queremos convertir a una ex jueza en una prestadora de servicios privada. Queremos su valor agregado al servicio de clientes que tienen problemas complejos de negocios”, señala el socio Adrián Furman, quien se ocupa de fusiones y adquisiciones y derecho del entretenimiento, entre otras áreas de especialización.

Cómo prevenir el conflicto

Si bien en Bomchil buscan capitalizar la experiencia de la nueva socia en concursos, reestructuraciones y conflictos comerciales –un área que, prevén, demandará más trabajo este año producto de la crisis económica-, el abordaje principal que pretenden reforzar es el asesoramiento preventivo, una demanda creciente de los clientes. “No es el conflicto, sino cómo prevengo en un contrato la llegada a un conflicto. Cómo redactar una cláusula desde la mirada de quien estuvo en la justicia”, explican.

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En esa tarea, Villanueva dice que llega a su nuevo rol tras haber visto disputas comerciales de todo tipo y color a lo largo de los años, y en diversidad de sectores: “En la justicia tenés que atender 50 asuntos a la vez. Y el fuero Comercial de la Capital Federal es el único con exclusividad en el país”, explica la abogada.

Oportunidad

Aun con el objetivo de evitar los conflictos antes de éstos ocurran, en el estudio admiten que reforzaron el área de asesoramiento en Insolvencia y Concursos porque vendrá un escenario de reestructuraciones. “Vemos que hay lugar en la Argentina para que las empresas hagan reestructuraciones (de deudas). No como fue lo de 2002, porque en los últimos años no hubo tanta financiación. Es probable que veamos a empresas medianas reestructurando, y a alguna grande afuera”, observa Araya. “Hay sectores que están sufriendo mucho y tendrán que reinventarse”, completa Villanueva.

El estudio, que atiende a clientes como el Grupo Eurnekian, Aluar, Milkaut y Renault, entre otros (muchos de ellos, de capital francés), apuesta a la actividad que pueden generar áreas como la energía, el litio y Vaca Muerta. “El apetito inversor que vemos está más apresurado que en otros momentos. Hay un sentimiento de urgencia”, resume Furman la sensación entre inversores frente a los cambios que está atravesando la Argentina, aun con la incertidumbre que despierta la fragilidad macro. “Los asuntos impositivos y el área financiera traerán trabajo. El cepo cambiario se abrirá en algún momento”, se pliega Araya.

Pisar más fuerte

Para pisar más fuerte en energía y en impuestos, luego de la pandemia Bomchil incorporó a su estructura a dos estudios boutique reconocidos en cada materia: Alliani, liderado por Pablo Alliani, especializado en petróleo y gas (quien atiende a clientes como Chevron); y Teijeiro & Ballone, conducida por los tributaristas Guillermo Teijeiro y Mariano Ballone.

Los movimientos de incorporación de socios laterales se inscriben en el proceso de institucionalización que fue recorriendo la firma en los últimos años.

Como parte de la renovación generacional que también están transitando otros grandes estudios de abogados de Buenos Aires, a partir de enero del próximo año Adrián Furman asumirá como socio administrador, en reemplazo de su colega Javier Petrantonio. Máximo Bomchil, quien desde 1978 condujo la firma familiar fundada por su padre y su tío, es el presidente honorario del estudio.

Estudio centenario

El estudio Bomchil integra la lista de los bufetes de abogados que ya son centenarios. La firma nació en 1923, cuando Miguel Bomchil fundó su estudio de abogado. Diez años después, sumó a su hermano Máximo (que era menor que él), y juntos se instalaron en el emblemático edificio Comega, de avenida Corrientes y Leandro N. Alem.

Fue el comienzo formal de M. & M. Bomchil, la identidad con la que el estudio transitó hasta hace cuatro años, cuando encaró un proceso de rebranding a tono con estos tiempos para pasar a ser, directamente, Bomchil.

“Miguel era un gran jurista, un hombre de estudio. Escribió el primer libro sobre impuestos a los réditos del país. Mi padre, Máximo, era un muy buen abogado, un rainmaker: atraía a los clientes. El estudio siempre fue muy fuerte en lo comercial e impositivo”, describe hoy Máximo Bomchil.

El recorrido de Bomchil tiene raíces comunes con lo que vivieron otros estudios similares a partir de los años ‘90. De ser una estructura familiar con no más de 10 abogados, dio un salto hasta multiplicar por cinco su tamaño, impulsado por la apertura económica y la llegada de clientes extranjeros que trajo el proceso de privatizaciones de empresas públicas. Esa ola de transformación económica fue determinante para todos los grandes estudios de abogados de la city porteña, al punto que parte de la actual conformación de firmas surgió en ese momento.

 

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