Entre pinos y secuoyas, la historia de Hostería Helsingfors se parece a la del resto de las estancias de Santa Cruz, pero es también muy distinta. Al oeste de la provincia, en zona de cordillera y glaciares, fue fundada a principios del siglo pasado por colonos europeos, creció gracias a la lana de oveja durante décadas, pero hace años se reconvirtió para vivir del turismo y hoy la disfrutan viajeros del mundo entero. A orillas del lago Viedma, dentro del Parque Nacional Los Glaciares, y a 3 horas y media del aeropuerto de El Calafate –por la RN 40 y el ripio consolidado de la RP 21–, es un punto magnífico para imaginar la osadía y tesón de aquellos pioneros que poblaron nuestra Patagonia.

“Los Ramstrom eran una familia de finlandeses que llegó acá en 1917 y se instaló en lo que hoy son ruinas, detrás de la hostería”, cuenta Pablo Fones, quien alquila y maneja el sitio desde 2011. “Con dedicación, ellos plantaron los árboles que protegen la casa y criaron ovejas para la comercialización de lana”, agrega después de recibirnos en esta estancia que tiene su tranquera de acceso unos kilómetros después de la entrada al Parque Nacional Los Glaciares. “Veinte años después de que se instalaran, en 1937, les ocurrió lo mismo que a muchas otras estancias de Santa Cruz. La zona fue declarada parque nacional, y como no tenían título de propiedad, pasaron a depender de la organización de Parques Nacionales. Se les otorgó un derecho de pastaje y usufructo del lugar que a los finlandeses no les resultó. Sentían que el sacrificio que habían hecho era demasiado como para que les pusieran tantas condiciones en relación a la cantidad de animales que podían tener y cómo manejarse”, relata Pablo Fones sobre la estancia que se llama así en honor al nombre original de Helsinki, la capital de Finlandia.

Cuenta que, en 1960, Knud, hijo del matrimonio formado por Alfred y María Ramstrom, y quien estaba a cargo de la estancia, decidió vender las facilidades –no la tierra, porque nunca tuvieron título de propiedad– a la familia Susacasa, que eran (y siguen siendo) los vecinos y dueños de la estancia Dos Hermanos. “Los nuevos dueños tuvieron ovejas durante un tiempo, hasta que por una nueva resolución de Parques Nacionales, pudieron comprar un lote de tierra y dedicarlo al turismo, si sacaban la ganadería de todo el predio. Como a mediados de la década del 90 el precio de la lana se había venido a pique, les pareció buena idea y sacaron las ovejas de las 20.000 hectáreas de Helsingfors, para luego levantar la hostería, que abrieron al público en 1995. Claro que antes tuvieron que reformar la casa original y, fundamental, hacer una turbina que hasta el día de hoy nos provee de electricidad”, detalla Fones.

Decorada al estilo europeo, con flores y cortinas voluminosas, Helsingfors es una hostería acogedora, que se levanta en una casa centenaria que fue remodelada, pero conserva su esencia. De las paredes cuelgan fotos que repasan su historia, hay una chimenea en el living y un comedor bien amplio. Calefaccionada con esfuerzo gracias a un poderoso sistema de radiadores, recibe huéspedes desde el 1ro de noviembre al 1ero de abril. Por el frío y la nieve, el resto del año cierra al público, al igual que la mayoría de las estancias turísticas de la zona. “Es muy linda, pero adentro solo se come y se duerme. No hay spa, ni grandes lujos. Está pensada para disfrutar del aire libre con los trekkings y la cabalgata que organizamos”, apunta Fones y propone la caminata estelar de la estancia: hasta la Laguna Azul.

Liderados por Pastor Alonso, que es nuestro guía, y con uno de los huéspedes que se aloja en la hostería, a las diez de la mañana encaramos el trekking hasta la laguna. Salimos equipados y abrigados para combatir el frío, y desafiando el pronóstico de lluvia. Bordeando el río Alfredo, que se llama igual que una cascada, caminamos entre el bosque nativo de lengas y ñires, sin pausa, pero con ritmo y disfrute. Después de dos horas sin grandes ascensos, llegamos hasta el punto previo a una subida algo más pronunciada. Si estuviésemos a caballo, Pastor cuenta que aquí los dejaríamos para hacer la última parte a pie. Lo que podíamos sospechar es que una copiosa nevada de marzo nos sorprendería en este tramo final. Media hora después de la una del mediodía llegamos hasta la laguna Azul, con su celeste más calmo que nunca y los árboles vestidos de blanco. Colgando de una montaña, el glaciar Alfredo nos recuerda lo increíble que es nuestra Patagonia. Ya no está sobre la laguna, sino varios metros más retraído que en el cuadro que se observa arriba de la chimenea del living de la hostería. Se llama así, claro, en honor a Alfred Ramstrom. Al igual que el río y la cascada.

Algo acobardados por la nieve y el frío que se sintió más con la pausa, el almuerzo fue fugaz. Con un sándwich (bien completo y delicioso) en el estómago, emprendimos el descenso con algo de viento y lluvia. A las cuatro de la tarde estábamos en la hostería, abrigados, bien cómodos y orgullosos de haber cumplido con esa consigna tan patagónica que rige a los viajeros: “Aunque haya mal pronóstico, hay que abrigarse y salir igual”.

Datos útiles

Hostería Helsingfors. Son 9 habitaciones muy bien acondicionadas en una estancia de principios de siglo. Sirven las cuatro comidas, con muy buena cocina a cargo del uruguayo Nicolás Torres, que está hace 9 años. Tienen menú fijo de tres platos, y preparan bolsita de picnic para las actividades al aire libre. Hay diversas opciones en caminatas y cabalgata. RP 21 s/n. T: +54 (9) 2966-675753. IG: @helsingforsar

 

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