El 5 de abril de 1994, a las 7 de la mañana, Juan Mahler, alemán, de 79 años, camina tranquilo por una calle de Bariloche. En eso, lo intercepta Sam Donaldson, periodista estadounidense de la cadena ABC y, mientras la cámara televisiva los enfoca, le hace una pregunta directa: “¿Es usted Reinhard Kopps?”. El cronista le estaba preguntando al anciano por su verdadera identidad. A continuación, ante la sorpresa del hombre interceptado, Donaldson exhibe una fotografía de un joven Kopps con el uniforme del ejército alemán que sostiene una bandera con una esvástica. También le muestra a su entrevistado el carnet del partido nazi de Kopps y le vuelve a preguntar: “¿Es usted Reinhard Kopps?”. “No, no”, se defiende el anciano, que de inmediato admite: “Yo fui Kopps, pero en 1952 la embajada alemana me dio el nombre de Mahler”.

En efecto, el hombre interceptado por la televisión norteamericana en Bariloche, con su andar mesurado, su boina y su expresión pacífica era Reinhard Kopps, oficial de inteligencia nazi, que había huido de Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial para refugiarse años más tarde en la Argentina donde recibió identidad falsa de Juan Mahler. Las imágenes de sus respuestas erráticas recorrerían luego el mundo a través de un documental Nazi Hunters producido por la misma ABC News.

“Kopps era un oficial de inteligencia, no era de la SS, sino del ejército regular alemán”, explica a LA NACION Uki Goñi, periodista, escritor, autor de La auténtica Odesa; la fuga nazi a la Argentina. “No es un personaje lo suficientemente importante -continua- y como no se le inició una causa judicial no sabemos a ciencia cierta si cometió crímenes o cuáles fueron, pero los cuerpos militares en los que participó cometieron terribles atrocidades y lo más probable es que él haya participado en ellas”.

Su participación en “La ruta de las ratas”

Luego de la guerra, como a tantos otros nazis, a Kopps lo buscaban los aliados para encarcelarlo como criminal de guerra. Sin embargo, tras escaparse a Italia, el alemán hallado en Bariloche en 1994 por ABC News comenzó a cumplir otro papel en el que se destacó. Cuenta Goñi: “Lo más importante de Kopps fue su rol como ayudante en el escape de los nazis de Europa. Él entra en contacto con Alois Hudal, un obispo austríaco que estaba en Roma que fue quien ayudó a los principales criminales nazis a escaparse a la Argentina. Kopps jugó un rol primordial en Roma”.

El autor de La auténtica Odesa alude en su descripción al sistema que facilitó la huida de los nazis de Europa que se conoció luego como la “ratlines” o “la ruta de las ratas”. De hecho, una de las preguntas que le hace el periodista Donaldson a Kopps en su encuentro en Bariloche es acerca de si él participó en esta ratline. Incluso, el cronista le plantea si él ayudó en esa instancia al obispo Hudal, a lo que él contesta con una tibia resistencia: “Ahora sé que existió algo como eso, pero en aquel tiempo no lo sabía”.

Tras la segunda guerra mundial los nazis se mantuvieron escondidos de los aliados “con la esperanza de que se olviden sus crímenes”, dice Goñi. Pero ya en el año 1947 comienzan los juicios contra ellos, son perseguirlos y deben salir de Alemania. Intentan huir, en general, hacia Sudamérica. La ruta de escape incluía la llegada a Italia para poder partir de algún puerto de ese país hacia sus destinos transoceánicos. Según el Centro Simon Wiesenthal, aunque no hay datos fehacientes, fueron más de 1000 los criminales nazis que arribaron a la Argentina en esos años, entre los que pueden destacarse verdaderos símbolos de ese régimen nefasto de exterminio, como Klaus Barbie, Adolf Eichman y Josef Mengele.

“El gobierno de Juan Domingo Perón envía un equipo a Suiza, a Italia y a Alemania a rescatar alemanes”, cuenta Goñi, que añade los tres puntos por los que el gobierno argentino decidía refugiar nazis en el país: “Argentina estaba interesada en reclutar científicos alemanes; había una simpatía ideológica, especialmente con el fascismo; y también porque Estados Unidos, Inglaterra y el Vaticano habían empleado a muchos exnazis para infiltrarse en Europa del Este bajo dominio soviético, para trabajar para occidente. Y si estas personas eran capturadas iban a decir para quién había trabajado. Por ello se armó un plan secreto para salvarlos y el que levantó la mano fue Perón”.

La llegada a la Argentina

Los equipos enviados por la Argentina para traer alemanes estaban formados por exSS, miembros del partido nazi o colaboracionistas del nazismo. “Kopps era un engranaje importante en este equipo de rescate. Tanto que cuando llega a la Argentina publica un libro en el que relata con lujo de detalles cómo ayudó a los nazis a escaparse”, dice Goñi.

Kopps arriba a Sudamérica en 1947. Luego de estar un tiempo en Buenos Aires, donde, entre otras cosas, publica la revista en alemán Der Weg (El Camino), se radica en Bariloche. Allí se convierte en dueño de un pequeño hotel llamado Campana y, lejos de olvidar su pasado nacionalsocialista, se pone al frente una editorial que publica literatura nazi o apologista del nazismo.

“Se publicaba todo el material en idioma alemán y luego se distribuía en Europa, donde estaban prohibidos”. En la década del 90, esa editorial era próspera. Tanto es así, que el objetivo de Donaldson cuando llegó a la Argentina era encontrar a Kopps por su rol como propagador de literatura nazi desde Bariloche.

Una revelación inesperada

Pero el periodista norteamericano se llevaría una sorpresa inesperada al encarar con la cámara de ABC al anciano. Es que, como una manera de despegarse del apremio al que lo había sometido el cronista, Kopps aseguró, en referencia a otros nazis: “Hay muchos por acá que vos no viste. Muchos”. De inmediato, el alemán tomó del brazo al cronista, lo llevó a un costado y le reveló: “Su nombre es Priebke, Erich Priebke”.

El nombre que había mencionado Kopps al oído de Donaldson -que continuaba con su micrófono abierto- correspondía a un sanguinario criminal nazi, oficial de las SS y la Gestapo, uno de los autores de la llamada Masacre de las Fosas Ardeatinas, en las afueras de Roma, donde fueron asesinados con un balazo en la nuca unos 355 civiles italianos. La delación realizada por el falso Juan Mahler constituyó primero una bomba periodística para el equipo de ABC News, que cambió la óptica del informe que estaban realizando, cuyo centro pasaba a ser ahora Priebke.

En 1995, Priebke fue extraditado a Italia, donde fue juzgado y condenado a cadena perpetua por la masacre de las fosas Ardeatinas. Tenía 85 años y le otorgaron prisión domiciliaria. En esa condición murió, a los 100 años, en el año 2013.

“Cuando Sam Donaldson y su equipo vinieron a buscar a Reinhard Kopps, no sabían la existencia de Priebke, pero cuando se enteran que está ahí y quién es, el documental que estaban haciendo termina centrándose en la figura de este último, al que luego fueron a buscar. Donaldson era un periodista muy importante en los Estados Unidos, su programa era uno de los más vistos. Por eso tuvo tanta repercusión”, cuenta Goñi.

Morir en libertad

Kopps, por su parte, no fue alcanzado nunca por la Justicia. Pese a que siempre estuvo bajo la vigilancia del Centro Simon Wiesenthal y sus famosos “cazadores de nazis”, el alemán nunca tuvo un pedido de extradición en su contra.

Nacido en Hamburgo en septiembre de 1914, Reinhard Kopps / Juan Mahler murió en Bariloche, en libertad, el 10 de septiembre de 2001, a la edad de 86 años. Lo despidieron su mujer y sus dos hijos.

En la crónica que informaba acerca de su fallecimiento, el diario patagónico Río Negro daba cuenta de que Kopps, las pocas veces que se cruzó con ese medio, había negado cualquier acusación en su contra. Expresaba que eran “ridículas” las voces que lo sindicaban como criminal de guerra y aseguraba que todo era “una gran mentira”.

En su afán por defenderse, el alemán decía cosas por completo incomprobables: “Fui condenado a muerte dos veces por los nazis. Una vez por haber salvado a judíos y otra por haberme opuesto a la política de Rusia en el este”. De todas formas, Reinhard Kopps sí admitía que había sido capitán en el ejército y también que había estado en el servicio de inteligencia alemán.

Como sea, y más allá de los secretos que se llevaba a la tumba, Kopps pasaría a la historia como “el agente nazi que delató a Erich Priebke”.

 

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