Hace 200 años, un filósofo gastronómico francés llamado Anthelme Brillat-Savarin afirmaba que «de la manera como las naciones se alimentan depende su destino», una idea aparentemente radical pero que, en el ámbito de la arqueología, cobra mucho sentido. Y es que, más allá de constituir una necesidad básica, la alimentación es un elemento cultural que nos permite descifrar múltiples aspectos sobre quienes, con sus respectivas diferencias, la llevan a cabo. 

Así, gracias al estudio de las dentaduras de los esqueletos humanos en diversos yacimientos, hemos logrado saber, por ejemplo, cuándo y dónde surgió la agricultura: un hito que se ubica históricamente en el Neolítico, hace aproximadamente 12.000 años, en la región del Próximo Oriente, y cuyo estudio facilita la comprensión de nuestra dieta actual. 

Lo que ha resultado más complicado desentrañar por parte de la comunidad científica son los hábitos alimentarios de las poblaciones preagrícolas: ¿qué comían y cómo lo obtenían? Hasta la fecha, se creía que, al menos en el norte de África, la nutrición de los grupos humanos anteriores a la transición neolítica se basaba casi únicamente en la carne. Sin embargo, ahora un nuevo estudio publicado en Nature Ecology & Evolution viene a contradecir las teorías tradicionales.

Mediante pruebas isotópicas, un equipo internacional de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Leipzig, Alemania), Géoscience et Environnement Toulouse (Toulouse, Francia) y el Institut National des Sciences de l’Archéologie et du Patrimoine (Rabat, Marruecos) ha presentado pruebas convincentes sobre la inclinación por comer plantas entre los cazadores-recolectores de Taforalt (Marruecos) de hace 15.000 años, un descubrimiento que en un futuro podría proporcionar información valiosa sobre los patrones alimentarios humanos a lo largo de la historia.

una dieta preagrícola con muchas plantas

El Neolítico generalmente se caracteriza por la domesticación de animales y plantas silvestres, lo que constituye una de las revoluciones dietéticas más importantes de la historia de la humanidad. Sin embargo, lo cierto es que este período -y, en consecuencia, también el Paleolítico- ocurrió en momentos distintos en todo el mundo y, por lo tanto, continúa siendo ambiguo. Sobre todo, en la región del norte de África, donde el registro arqueológico bien conservado es escaso.

En el yacimiento de Taforalt, en Marruecos, los investigadores descubrieron restos humanos cuyas condiciones de conservación dieron lugar a una gran revelación. Utilizando un enfoque multiisotópico integral, demostraron que la dieta de estos individuos, asociados a la cultura iberomaurusiana, incluía una proporción significativa de plantas mediterráneas, anteriores a la llegada de la agricultura en la región.

Para más énfasis, el estudio de los restos arqueobotánicos hallados en el sitio evidenció la presencia de bellotas, piñones y legumbres silvestres, lo que respalda aún más la hipótesis de los investigadores. Así, los resultados han desafiado la noción predominante sobre la falta de desarrollo agrícola en el norte de África, al demostrar que la dieta de los individuos que habitaban la región no estaba basada únicamente en proteínas animales.

las plantas, un alimento clave en la dieta infantil

El norte de África es una región clave para el estudio de la evolución humana y la dispersión humana moderna. Es por ello que todo lo hallado allí es de especial relevancia para la comunidad de arqueólogos: «Comprender estos patrones es crucial para desentrañar el panorama más amplio historia de la evolución humana», señala Zineb Moubtahij, primer autor del estudio, en una nota de prensa.

En esta ocasión, el equipo internacional ha empleado una técnica nunca antes utilizada en los yacimientos del norte de África: el análisis de isótopos de zinc y estroncio en el esmalte dental, análisis de carbono, nitrógeno y azufre en el colágeno, así como análisis de aminoácidos de restos humanos y de fauna, gracias a la cual han descubierto no solo la presencia de plantas en la dieta de los individuos adultos de la región, sino también en la de los niños. 

Y aunque parezca una información simplemente complementaria, nada más lejos de la realidad: los investigadores han indicado que las plantas podrían haber servido como productos de destete para este grupo humano, lo que también sugeriría la posibilidad de prácticas relacionadas con el fin de la lactancia más tempranas en comunidades preagrícolas, en contraposición a las creencias hasta ahora generalizadas.

Con esto, si bien todavía queda mucho por descubrir sobre las dietas pasadas de los individuos de la región, el estudio arroja nueva luz sobre las prácticas dietéticas de las sociedades humanas antiguas, las cuales determinaron indudablemente su destino, tal y como apuntaba Brillat-Savarin muchos siglos más tarde.

 

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