Clara se pierde en el bosque (Argentina/2023). Guion y dirección: Camila Fabbri. Fotografía y cámara: Victoria Pereda. Edición: Josefina Llobet. Elenco: Camila Peralta, Agustín Gagliardi, Julián Larquier Tellarini, Florencia Gómez García. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Cinetren. Duración: 86 minutos. Nuestra opinión: buena.

Hay dos incendios en el horizonte. El primero asoma con claridad en el final de la historia: es un recuerdo construido en palabras desde la voz de Miguel (Agustín Gagliardi), quien no olvida lo sucedido. Su hermano, en cambio, parece confundir fechas y retazos de una memoria perdida, olvidar como protección frente al dolor que impone lo sucedido. Es un incendio anaranjado entre hierbas y pastizales, un registro vívido que asoma recién cuando se lo pronuncia. El otro incendio nunca aparece, aunque Clara (Camila Peralta) fue una protagonista. Fue el 30 de diciembre de 2004 en Cromañón, durante el recital de la banda Callejeros. Quedó impregnado en la memoria colectiva, quedó registrado en las noticias, en la historia de una comunidad. Pero para Clara también es parte de su acervo privado, y en estas vacaciones que emprende hacia el campo intenta revisitar el pasado desde sus llamas y sus canciones.

Clara y Miguel son novios. No desde hace tanto tiempo pero sí lo suficiente como para que ella viaje a la casa de su familia política en el campo. En el viaje, algunas canciones le hacen compañía. La voz de Pity Alvarez, Intoxicados y Viejas Locas, el tarareo y el flequillo rolinga. Miguel la mira extrañado tras el volante, como si fuera una desconocida. A sus treinta y pico, los primeros años del siglo parecen un tiempo lejano, una adolescencia extraviada, pero al mismo tiempo un mundo todavía al alcance de la mano. Mientras Miguel maneja, Clara escucha los mensajes de sus viejos amigos. Recuerdos dispersos de los recitales en el patio de Hurlingham o en la Bombonera, Ciro y Los Piojos, Los Redonditos, la espera en la calle, el colectivo, el fernet con coca. Con esas voces proyecta una película, un rompecabezas de la historia colectiva que también es la propia. Pero también registra esas nuevas vacaciones, suegra y cuñada con el ceño fruncido, el río y el barro, los asados acompañados con papa y huevo.

Clara se pierde en el bosque imagina un cruce original entre el documental y la ficción en el que ambos pierden sus formas puras. La directora Camila Fabbri traslada su memoria al personaje, esa Clara que atraviesa el pasado como si fuera una película, armada con voces e incendios. Quizás el antecedente más claro sea Los rubios de Albertina Carri, sin la misma autoconciencia política pero sí con la clara vocación de asumir la historia personal en su dimensión trágica. Volver al pasado, al incendio silenciado, es para Clara -y también para Camila Fabbri en su película- una forma de compartir la experiencia, de ver por fuera de la crónica, del homenaje, del hecho que ya marcó el mundo. La película transita en su misma materia el crecimiento, a veces se dispersa en esa dinámica familiar que parece anecdótica, instala el dilema de la maternidad para ver desde otro lugar su desamparo adolescente, pero vuelve a la potestad de sus imágenes de fondo, aquellas que fulguran en el pasado. Fabbri encuentra algo potente que decir, y lo hace de una forma inusual, contundente y cinematográfica.

 

Facebook Comments