En los últimos años, los hábitos alimenticios han cobrado mucha importancia en la conciencia global, sobre todo cuando están ligados al objetivo de mantener una buena salud. El hecho de que la investigación científica haya demostrado ampliamente que la nutrición se relaciona directamente con el riesgo de desarrollar cierto tipo de enfermedades ha llevado a muchos especialistas a poner en valor alimentos que, por sus propiedades, son enormemente beneficiosos.

A estos se les conoce popularmente como superalimentos, de los cuales las bayas de goji, el aguacate, los frutos secos o las semillas de chía son buenos ejemplos. Ahora, sin embargo, se ha sumado a la lista un grano poco presente en las dietas occidentales pero que presenta beneficios no solo para la salud, sino también para el cuidado del medio ambiente.

Se trata del fonio, un cereal del mismo género que el mijo y que crece principalmente en el Sahel, una región semiárida situada al sur del desierto del Sáhara. El responsable de dar a conocer a nivel internacional los beneficios de este grano ha sido Bill Gates, quien ha señalado en su blog que este cultivo podría «ayudarnos a combatir el cambio climático y la desnutrición». 

¿Qué es el fonio y cuáles son sus beneficios?

No es cuscús, ni quinoa, pero se asemeja estéticamente a estos alimentos altamente nutritivos. El fonio es un cereal cuyo cultivo tiene siglos de historia: se cree que empezó a formar parte de la dieta de las familias africanas ¡hace más de 5.000 años! Y algunas de las razones de su éxito son, por un lado, que el grano es especialmente adaptable al entorno de sequía y puede «rejuvenecer» el suelo de mala calidad, y por otro, que crece sorprendentemente rápido

En este sentido, se dice que, cuando los europeos llegaron a la región, denominaron al fonio «arroz hambriento», por la alta disponibilidad del alimento incluso en épocas de escasez. Para más énfasis, no es solo que este descendiente del mijo esté listo para ser cocinado en cualquier momento del año, sino que además él y otros cereales de la misma familia, como el teff, presentan propiedades altamente beneficiosas, por ejemplo:

Es una fuente de vitaminas del grupo B, como la tiamina, la riboflavina y la niacina, esenciales para convertir los alimentos en energía.Aporta gran cantidad de magnesio, calcio, zinc y manganeso. Contiene mucha fibra, por lo que ayuda al buen funcionamiento del sistema digestivo. No contiene gluten, por lo que puede constituir una fuente de hidratos de carbono muy nutritiva para las personas que padezcan celiaquía.Su bajo índice glucémico lo convierte en un grano ideal para los diabéticos.

Asimismo, el sabor del fonio es muy similar al de los frutos secos, lo que lo convierte en un grano apto para ser combinado con otros alimentos, tanto dulces como salados. Una forma de prepararlo es en gachas (con frutas y miel), pero también pueden replicarse -sustituyendo la sémola de trigo o el arroz por fonio- platos típicos como el jollof, del oeste de África, el tabulé, una ensalada árabe muy refrescante, o el upma, una receta tradicional de la India.

el fonio, un aliado contra el cambio climático y la desnutrición

Aunque el problema global de la desnutrición -reflejado en el objetivo 2, Hambre cero, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados para 2030- tiene causas y soluciones multifactoriales, a nivel regional resulta importante poner en valor el fonio como un alimento capaz de solventar las necesidades nutricionales de la población. 

En un contexto en que la sequía provocada por el cambio climático amenaza la seguridad alimentaria, el cultivo de este tipo de mijo constituye una suerte de comodín: la facilidad para sembrarlo y cosecharlo -un proceso que dura alrededor de dos meses- sumada a la calidad de sus nutrientes y a la variedad de beneficios que aporta a nuestro organismo lo convierten en una pieza clave para la lucha contra la desnutrición en términos locales. 

Además, el fonio no necesita fertilizantes ni pesticidas, lo que hace que su cultivo no presente costos adicionales para los agricultores, que a su vez son los principales consumidores de este cereal. El conocimiento sobre todas estas magníficas propiedades conduce a la pregunta: ¿por qué el fonio no se ha popularizado a nivel internacional, como sí lo han hecho el arroz o el trigo?

La razón principal es que, si bien su cultivo es sencillo, el procesamiento de este cereal a escala comercial es costoso y laborioso. Tras su cosecha, los agricultores deben retirar la cáscara dura que envuelve el grano a través de un procedimiento que consiste en pisar con morteros, o con los pies, el fonio. Así, la falta de inversión para tecnificar el tratamiento del alimento ha constituido una de los mayores obstáculos para su comercialización y distribución a nivel mundial.

No obstante, esta realidad podría estar cambiando: en línea con las recomendaciones del empresario y filántropo Bill Gates, son cada vez más las mentes de negocio interesadas en impulsar la producción y venta del fonio, más aún tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha puesto en riesgo el suministro de trigo ucraniano a la Unión Europea, principal destino de este alimento.

Así pues, en los próximos años el fonio podría experimentar un crecimiento como el que vivió la quinoa -también clasificada como superalimento- entre 2012 y 2014, cuando, después de haber sido asociada a la alimentación de los desfavorecidos en la región andina, sus exportaciones hacia Estados Unidos y Europa aumentaron un 260%, según el Observatorio del Derecho a la Alimentación en España.

 

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