En los últimos años nuestro sistema de salud ha enfrentado desafíos sin precedentes. Un aumento constante de los costos por la incorporación de tecnología diagnóstica y terapéutica, nuevos tratamientos, incremento en la demanda de prestaciones, el contexto económico del país, regulaciones del sistema que entorpecen su operatividad, son las causas más evidentes de estas dificultades que ponen de manifiesto la necesidad de una reforma significativa.

Desde mi perspectiva, como profesional abocado a la tarea asistencial y a la gestión, es fundamental analizar los desafíos que se enfrentan. Durante estos años hemos sido testigos de cómo el sector ha lidiado con obstáculos importantes, desde restricciones financieras hasta regulaciones que han limitado la capacidad de innovar y brindar la calidad de atención que los pacientes merecen. En este contexto, es imperativo considerar reformas que impulsen la eficiencia, la competitividad y, sobre todo, la excelencia en la atención médica.

Mantenerse actualizado en conocimientos y tecnología mediante la inversión es esencial para el avance y la competitividad del sistema de salud. Esta inversión permite incorporar las últimas innovaciones y prácticas médicas, asegurando que los pacientes reciban tratamientos basados en la evidencia más reciente y eficaz. Además, las actualizaciones edilicias y tecnológicas son clave para optimizar los procesos, mejorar los diagnósticos y tratamientos, y elevar la calidad de la atención, beneficiando tanto a los pacientes como a los profesionales de la salud.

La presencia de un sistema de salud privado robusto, actuando como complemento del sistema público, es fundamental para garantizar un acceso más amplio a prestaciones médicas de calidad. Este sistema alternativo no solo ofrece opciones adicionales para los pacientes, sino que también alivia la carga sobre los recursos públicos, permitiendo una distribución más eficiente de los servicios de salud y fomentando la innovación y la mejora continua en la atención médica.

Las medidas enumeradas en el Decreto 70/23 representan una oportunidad vital para sanear y ordenar el sistema de salud, proponiendo desregulaciones que promueven la competencia y la eficiencia. Este instrumento es crucial para permitir a las instituciones de salud comprometidas con la seguridad del paciente, continuar con su misión de proveer atención de calidad mundial, invirtiendo en instalaciones, tecnología y formando profesionales de excelencia.

Eliminar las restricciones regulatorias facilita una mayor flexibilidad y negociación, lo que permite adecuar los honorarios profesionales de manera más justa y competitiva. Esto no solo beneficia a los profesionales de la salud, asegurando un reconocimiento adecuado por su trabajo, sino que también mejora la calidad y accesibilidad de los servicios médicos para los pacientes al permitir que las instituciones de salud atraigan y retengan a los mejores talentos.

La desregulación y la libertad de elección, también impactan positivamente en la cultura de trabajo en salud: al permitir que los pacientes elijan, se incentiva la excelencia y la innovación entre los profesionales, fomentando un entorno laboral motivador y comprometido.

Los retos actuales demandan herramientas renovadas, por lo que es imperativo mantener y apoyar medidas que nos permitan avanzar, asegurando un sistema de salud que sea sostenible, justo y capaz de satisfacer las necesidades de nuestra población.

Director Médico del Hospital Alemán

 

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