En un mundo donde las dietas modernas parecen estar en constante evolución, la dieta paleolítica o «dieta Paleo» se destaca por su enfoque único: mirar hacia el pasado para mejorar nuestra salud en el presente. Inspirada en la alimentación de nuestros antepasados del Paleolítico, la dieta Paleo ha capturado la atención de muchas personas, incluidos atletas de alto rendimiento que buscan optimizar su nutrición. Pero ¿es realmente este enfoque prehistórico adecuado para los seres humanos modernos?

La dieta paleolítica moderna consiste en un plan de alimentación basado en lo que se cree que era la dieta de los seres humanos durante la era paleolítica, hace aproximadamente 2,5 millones a 10.000 años.

Este régimen incluye alimentos que se podrían obtener a través de la caza y la recolección, como frutas, verduras, carnes magras, pescado, huevos, frutos secos y semillas, excluyendo aquellos productos que se hicieron comunes con el advenimiento de la agricultura, como granos, legumbres y lácteos.

 

Los defensores de la dieta Paleo argumentan que nuestra genética se ha mantenido prácticamente inalterada desde la era paleolítica, y, por lo tanto, este tipo de alimentación es más natural y saludable para el ser humano moderno.

Se sugiere que adoptar una dieta similar a la de nuestros antepasados cazadores-recolectores puede ayudarnos a evitar enfermedades crónicas actuales, como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

El debate científico

Sin embargo, la ciencia tiene una perspectiva mixta sobre la dieta Paleo. Aunque algunos estudios a corto plazo han mostrado beneficios, como pérdida de peso y mejoras en la presión arterial y el perfil lipídico, la investigación es limitada y no concluyente en términos de efectos a largo plazo y potenciales riesgos nutricionales.

La principal preocupación radica en la exclusión de grupos de alimentos enteros que son fuentes importantes de fibra, vitaminas y minerales, como los granos integrales y los productos lácteos.

Instituciones de renombre como la Mayo Clinic y la Universidad de Harvard han abordado estas inquietudes, señalando que, mientras la dieta Paleo promueve el consumo de una variedad de alimentos saludables, la exclusión de granos integrales, legumbres y lácteos puede no ser necesaria para una dieta equilibrada y puede llevar a deficiencias de nutrientesesenciales si no se gestiona adecuadamente.

Una gestión que tampoco es nada fácil, pues presenta algunas dificultades:

Planificación de comidas: requiere una inversión significativa de tiempo para planificar, comprar, preparar y cocinar los alimentos. Esto puede resultar especialmente desafiante para personas con estilos de vida ocupados o para aquellos que no tienen mucha experiencia en la cocina.

Costo elevado: los alimentos frescos como carnes, pescados y vegetales suelen ser más caros que sus contrapartes procesadas, como los productos congelados o enlatados, lo que puede aumentar el presupuesto de alimentación.

Exclusión de alimentos: la dieta implica excluir categorías enteras de alimentos que son comúnmente consumidos, como los granos enteros y los lácteos. Esto no solo complica la compra y elección de alimentos en supermercados y restaurantes, sino que también puede llevar a deficiencias nutricionales. Nutrientes como el calcio, la vitamina D y las vitaminas del grupo B pueden verse comprometidos, a menos que se ingieran conscientemente a través de alimentos permitidos o suplementos.

Para cumplir con las necesidades de calcio, por ejemplo, se tendrían que consumir grandes cantidades de verduras de hoja verde oscuro y pescados con hueso, lo cual puede ser poco práctico para muchas personas.

Algunos vegetales ricos en calcio, como la espinaca, contienen oxalatos y fitatos que limitan la absorción de este mineral, complicando aún más el cumplimiento de los requerimientos diarios.

Preocupaciones de salud por el alto consumo de carne: el consumo elevado de carne roja está asociado con un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y una mayor tasa de mortalidad. Estas evidencias sugieren que un alto consumo de carne, como podría darse en la dieta paleo, puede no ser beneficioso para la salud a largo plazo.

Por si todo esto no fuera poco, no solo la riqueza de la dieta paleolítica era mayor de lo supuesto, sino que destierra una vez más un mito que popularmente no deja de perpetuarse: que existía una dieta única que podemos copiar en la actualidad. Es decir, que no existe una dieta Paleo, sino muchas diferentes. 

Conclusión: una perspectiva equilibrada

Mientras que la dieta Paleo ofrece un enfoque interesante para la nutrición moderna, enfatizando alimentos enteros y minimizando los procesados, es crucial adoptar un enfoque equilibrado.

Los expertos sugieren que más importante que seguir rigurosamente una dieta basada en la era paleolítica es enfocarse en una alimentación balanceada y variada que incluya todos los grupos de alimentos, asegurando así la obtención de todos los nutrientes esenciales.

En definitiva, aunque la dieta Paleo puede ser beneficiosa para algunas personas, especialmente como un método para reducir el consumo de alimentos procesados, no es necesariamente superior a otras dietas equilibradas y saludables. Lo importante es encontrar un plan de alimentación que se ajuste a las necesidades individuales, preferencias y estilo de vida, siempre con un enfoque en alimentos enteros y minimizando aquellos altamente procesados.

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