Con casi 36 años, la mayoría de futbolistas ya piensan en una retirada dorada. Está Estados Unidos, está ahora Arabia Saudí, está Qatar… Demasiadas tentaciones. Sin embargo, a Dani Rodríguez (Betanzos, 6 de junio de 1988) todo eso le interesa de momento más bien poco. Porque está ahora mismo donde siempre ha querido estar: en Primera División, con los mejores, currando día a día como el que más y a las puertas de una final de la Copa del Rey con el club que lo ha convertido en un ídolo de Mallorca.

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Un sueño hecho realidad que el niño que dejó Betanzos hace más de dos décadas ha cumplido a base de mucho talento, pero también de una capacidad tremenda para el sacrificio y para recuperarse tras cualquier ‘palo’. Su historia es la de un jugador que lo ha luchado todo para estar donde está.

Desde pequeño, cuando era imposible verlo sin una pelota en sus pies. «Estaba todo el día jugando en la calle, no iba a ningún lado sin la pelota. Estaba obsesionado. Dormía con los balones nuevos que me regalaban», asegura a SPORT Dani Rodríguez.

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Dani Rodríguez, leyenda viva en Mallorca
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Hasta que el Deportivo de la Coruña, con apenas 12 años, llamó a su puerta. En la cantera del club coruñés destacó e incluso acabó debutando con victoria en un partido, precisamente, de Copa del Rey ante el Sevilla. La historia de Dani parecía la de un talento que había logrado lo más difícil: debutar en Primera.

«¿Qué hace un jugador como tú aquí?»

Sin embargo, tan solo iba a ser el inicio de una travesía por el desierto que lo iba a llevar hasta Rodrigo Lovelle, su actual agente y casi como un padre para él. «Lo movieron mal. Se fue del Deportivo al Conquense… Yo fui a por él cuando estaba en el Racing de Ferrol. Le dije: ‘¿Qué hace un jugador como tú aquí? Y me dijo, ‘es que nadie me ayudó'», recuerda Lovelle a SPORT.

Tras Ferrol llegaron Racing y Albacete, donde realizó una de sus mejores temporadas hasta el momento. Fue titularísimo y haciendo goles y asistencias, pero el club no terminó de creérselo cuando tocaba renovarle su contrato.

El Albacete le ofreció menos de lo que le ofrecía a jugadores que eran suplentes y en esas apareció el Mallorca para darle una vuelta de tuerca a todo. El club balear, aún en Segunda B, apostó por él. Quién sabe qué hubiera pasado si el Albacete le hubiera ofrecido algo más…

Sea como fuere, Dani Rodríguez acabó en Mallorca y la historia se cuenta sola. Desde que llegara en la 18-19, con el club bermellón ya ascendido a la categoría de plata, el mediapunta gallego se ha convertido en una leyenda viva y en el máximo asistente de su historia. Todo a base de talento, pero también de una cabeza y de un sacrificio tremendo.

Un currante con talento

«Es muy cabezón, muy constante y muy intenso. Se cuida demasiado. La temporada pasada fuimos a Japón a presentar una camiseta del Mallorca en un viaje de 33 horas y hasta cinco aviones. Llegamos a Tokio, nos fuimos a dormir y cuando me desperté no estaba. Cogí el móvil, le llamé y me dijo que se había ido a correr. ‘Se acerca la pretemporada y yo tengo que estar como un avión porque los jóvenes vienen muy fuertes y los mayores tenemos que frenarlos’. Eso es Dani Rodríguez. Todo lo que ha conseguido ha sido por testarudez», insiste.

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Dani Rodríguez, un «tigre» frente a «leones»: «El Athletic está haciendo un añazo»
EFE
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Dani Rodríguez sabe valorar lo que tiene. «Todo lo que me ha pasado en mi carrera me ha ayudado a valorar lo que tengo ahora. Me ha costado muchísimo llegar hasta aquí», recuerda Dani Rodríguez. Ahora en Mallorca está viviendo su sueño.

«Me acuesto súper temprano y tengo una vida un poco aburrida, pero es lo que me hace estar al 100% cada día. No tengo hobbies más allá del fútbol y la novela negra», añade. Toda una vida centrada en el fútbol… y ahora también en su familia. Un tipo cercano, con los pies en el suelo y que lo ha vivido todo en el deporte. Hoy, quiere saborear el éxito de tocar un metal. Sería más que especial.

 

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