Graciela Ortiz es profesora de educación física, pero su verdadera vocación siempre fue el arte. Entre sus grandes sueños, estaba el de tener un atelier propio donde pintar y hacer cerámica en cualquier momento del día, el tiempo que quisiera. Después de muchos años, el anhelo se hizo realidad de la mano de su hija, la arquitecta María Antonella Genessini (a la cabeza de MAGarq) quien llevó adelante el proyecto y dirección de la obra.

El atelier se construyó como anexo de la casa de Graciela, ubicada en un predio de una hectárea. Este contexto especial marcó una pauta fundamental: no cortar ningún árbol. Así, el espacio quedó rodeado de ejemplares de gran tamaño, que le dan sombra en los días de mucho calor.

Entramos

“Separado del resto de la casa, pensamos este volumen como un espacio completo e independiente, donde la artista pudiera pasar gran parte del día y muchas veces, la noche. Es una planta libre y compacta donde puede ubicarse donde quiera, dependiendo de la necesidad y el tamaño de la obra de arte”, detalla María Antonella.

Mi mamá, artista; y yo, arquitecta, formamos un gran equipo a la hora de diseñar. Constantemente nos consultamos y proponemos ideas.

Arq. María Antonella Genessini

El color blanco que se le dio a paredes y techo genera más amplitud y no distorsiona los colores a la hora de pintar. “Además de ser un volumen blanco en su interior, tiene detalles cálidos como la madera y el hormigón visto. La mesa de trabajo de madera era mi abuelo materno”.

Genial espacio de guardado

Inspirada en diversos museos y galerías de arte que pudo visitar en sus viajes, María Antonella confeccionó un curioso sistema que permite almacenar las obras de Graciela. “Está realizado con materiales que se encuentran en el mercado, como rieles, perfiles tubulares, malla sima hierro y un perfil C que hace de estructura al deslizar los paneles. Los rieles están agarrados de la losa y del perfil C”.

Abrazar lo preexistente

En el proyecto se tuvieron en cuenta elementos de las construcciones originales, como el ladrillo y el hormigón; el techo de tejas y la vegetación -que es abundante-. Además, se optó por la orientación más beneficiosa hacia el este.

El vínculo con la construcción existente se da por medio de superficies aterrazadas de deck y canteros acompañados por caminos de adoquines. Esto le da al atelier independencia por un lado, pero también un nexo visual que unifica las construcciones.

 

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