ROSARIO.-En una semana se sucedieron cinco ataques incendiarios y a balazos contra un sector productivo: el de los frigoríficos. El móvil sería una interna en el Sindicato de la Carne, que también sufrió un atentado, que tiene — según se investiga- una raíz en una terminal de la banda de Los Monos, ligada a la barra de Newell’s. Esta madrugada fueron baleados dos frigoríficos, uno de la empresa Coto, ubicado en Rosario, y otro de Mattievich, cuya planta se encuentra en Villa Gobernador Gálvez. Todos los episodios estarían relacionados, según la sospecha de la justicia.

Dos días después del ataque incendiario contra un camión que ingresaba a la planta del frigorífico Swift en Villa Gobernador Gálvez, este martes por la noche otras dos plantas del sector fueron blancos de ataques a balazos. La primera de las balaceras ocurrió en la planta de Mattievich, en Villa Gobernador Gálvez, y luego la misma mecánica se reprodujo en la sede de Coto, en la zona sur de Rosario. En ambos casos, los atacantes dejaron notas con amenazas, cuyo contenido no trascendió y está en manos de la justicia.

En el caso del frigorífico Coto, las imágenes de las cámaras de seguridad muestran a un joven que dispara contra el portón donde ingresan los camiones de la planta ubicada en Lamadrid al 300 bis. La policía no encontró rastros ni vainas para analizar. Hallaron una nota muy parecida a la que los atacantes dejaron en Mattievich minutos antes.

Desde hace una semana los ataques contra el sector frigorífico se repiten y generan preocupación entre los operarios y los empresarios del rubro, que manifiestan por lo bajo haber quedado en el medio de una interna del gremio que conduce el histórico dirigente José Fantini, titular, además, de la federación nacional. El año pasado, este gremialista fue reelegido al frente de la entidad.

El domingo, cerca de las 20, un camión fue atacado con una bomba molotov cuando ingresaba a la planta del frigorífico Swift, en la localidad de Villa Gobernador Gálvez. Las imágenes mostraron a un camión que ardía en el ingreso a la planta. El camionero y su acompañante no sufrieron lesiones porque lograron huir antes de que las llamas cubrieran la cabina.

El miércoles de la semana pasado fueron incendiadas dos motos en el frigorífico Paladini y ese mismo día prendieron fuego el frente de la sede del Sindicato de la Carne, donde dos jóvenes en moto también dispararon.

Los investigadores trabajan sobre la hipótesis de un vínculo entre los todos episodios violentos porque tienen como blanco al mismo sector. Una de las hipótesis más fuertes es que se trataría de una interna en el gremio conducido por Fantini. Lo que llama la atención es que no se disponga algún operativo de prevención ante los ataques reiterados al sector. Según informaron fuentes judiciales a LA NACION, el fiscal Leandro Artacho, a cargo de estos casos, solicitó el domingo pasado que se montara una custodia policial en los puntos atacados.

Ante la falta de móviles policiales, el gobierno santafesino busca evitar que se reproduzcan los puntos fijos de custodia porque sacan de circulación patrulleros que prefieren que estén en las calles. En diciembre pasado, cuando asumió la nueva gestión provincial, calcularon que solo tenían disponibles 18 móviles para patrullar toda la ciudad. Ahora ese número se elevó a un promedio de 130, tras la reparación de muchos vehículos que estaban inutilizados por desperfectos. Pero desde principios de marzo hay 1450 efectivos de fuerzas federales que reforzaron la seguridad y el gobernador bonaerense Axel Kicillof envió 80 camionetas, que se sumaron, además, a los móviles que aportó el Ejército.

La sospecha detrás de esta seguidilla de ataques es que se trataría de un problema dentro del sindicato. En febrero del año pasado, ese gremio ya había enfrentado atentados a balazos, que estaban ligados a una terminal de la banda de Los Monos, que históricamente tuvo relación con el gremio.

El miércoles de la semana pasada se produjo el primer ataque de esta nueva saga contra el edificio del Sindicato de la Carne. Ocurrió cerca de las 22.15, cuando, según al testimonio que aportó un sereno, dos jóvenes en moto llegaron al lugar. Uno de ellos se bajó y roció con nafta uno de los ingresos al edificio. Luego prendió un fósforo y lo arrojó contra una de las paredes que empezó a arder. Después siguió tirando nafta contra la ventana de una oficina, que también se prendió fuego. Unos segundos después, el joven cruzó a la vereda de enfrente, donde lo esperaba su cómplice, cargó una pistola e hizo varios disparos. La policía encontró tres vainas en el lugar.

Según José Fantini, casi a la misma hora, ocurrió otro hecho similar vinculado al sector, en la planta del frigorífico Paladini, que se encuentra en Villa Gobernador Gálvez, localidad vecina a Rosario. Allí se produjo un ataque en el estacionamiento. Lanzaron presuntamente otra bomba molotov que incendió dos motos que estaban en el predio y que pertenecían a trabajadores de la empresa.

“No tenemos enfrentamientos con nadie. Nunca tuvimos roces, ni pedidos (de dinero) como ocurre en otros lugares y no sabemos a qué atribuirlo”, insistió Fantini la semana pasada.

Los atentados contra el sector frigorífico se produjeron en medio de un clima de extrema tensión en Rosario, donde las amenazas se convirtieron en una herramienta para generar terror. En esta ciudad, los grupos mafiosos, vinculados al narcomenudeo, actúan de manera frecuente en las internas gremiales, como ocurrió con el Sindicato de Peones de Taxis hace tres años, cuando un sector de la banda de Los Monos realizó varios atentados contra integrantes de la comisión directiva que aspiraban a un recambio de la conducción de la entidad. Algo parecido también sucedió en el gremio de Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA) Rosario, donde fueron baleados e incendiados vehículos de familiares de los miembros del gremio.

 

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