No es habitual que alguien que ejerce con un cargo importante en el Barça se abra como lo ha hecho Bojan. Pero Bojan siempre ha sido un avanzado a su tiempo, aunque durante mucho tiempo ni siquiera él se hubiera enterado de ello. El Barça, ese club obsesionado con esconder todo aquello que huye de lo positivo, de lo funcionalmente alegre y vistoso a ojos del mundo, “lo sabía y se portó muy bien, pero obviamente quien nunca se ha roto muscularmente no sabe lo que se siente. Pues esto es lo mismo”.
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Lo hizo durante la presentación del libro con el que ha tardado diecisiete años en contar lo que empezó en 2007, unos episodios de ansiedad que llegaron a condicionar su carrera, pero que nunca fueron capaces de doblegar la fortaleza mostrada desde que arrancó en el fútbol base, explotó con Rijkaard y decidió poner punto y final a la misma. Fue el mismo año que ganó el Europeo en Bélgica, ese 2007, cuando “tuve la primera sesión con el psicoanalista. La primera mitad estuve en silencio, sin decir nada, me sudaban las manos, estaba nervioso”.
Desde entonces, desde siempre, “mis padres han sido mis confidentes y las personas que me han acompañado en todo el proceso”, que sigue su curso, ejerciendo hoy de coordinador del Área de Fútbol que lidera Deco. El director deportivo estuvo en presente en la Antiga Fàbrica Estrella Damm de Barcelona en un acto que dirigió el periodista Jordi Basté, acompañado por Marcos López, encargado de poner negro sobre blanco todo lo que Bojan vivió en primera persona.
No faltaron sus padres, Bojan y Maria Lluïsa, ni muchos de sus amigos, Ernest Alivés y Fran Dorca, los que siempre han estado ahí, como tantos otros. Este jueves, en el acto de presentación del un libro que debería leer cualquiera que quiera dedicarse al deporte profesional del más alto nivel, casi un centenar de personas acompañaron a Bojan en un acto transparente, como siempre debería ser todo aquello que se refiere a la salud mental.
Durante la presentación se describieron algunos de los episodios más impactantes del libro, como cuando, antes de viajar a Inglaterra para unirse al Stoke City, se echó al suelo incapaz de asumir el despegue y el vuelo. «Literalmente paró un avión», dijo Jordi Basté. O como cuando solo Thuram le consoló mientras lloraba en el vestuario tras un Murcia -Barça tras haber sufrido los insultos y abucheos de la afición local porque dijo no a la Eurocopa. Tenía un motivo de peso, como explica en el libro.
