El protagonista de la película The Martian, Mark Watney, representado por Matt Damon, emprende un viaje a bordo de un todoterreno explorador para recuperar el intercomunicador de la sonda espacial Pathfinder. El vehículo es un rover’ de seis ruedas con suspensiones y dirección independiente equipado con una cabina en forma de trapecio especialmente resistente para superar las inclemencias de la orografía marciana.

Un todoterreno tripulado de condiciones similares podría servir en un futuro próximo a los astronautas para desplazarse por la superficie de la Luna, según un comunicado reciente de la NASA. 

La agencia espacial estadounidense ha seleccionado tres empresas (Intituitive Machines, Lunar Outpost y Venturi Astrolab) para hacerse cargo del diseño y las investigaciones de los nuevos vehículos todoterreno de las misiones Artemis, que se prevé vuelvan a enviar misiones tripuladas a la Luna y más tarde a Marte. 

Vehículos de ciencia ficción

«En la Luna no hay carreteras”, declaró en rueda de prensa Jacob Bleacher, científico jefe de exploración de la NASA, «con lo que los nuevos vehículos exploradores deberán adaptarse a distintos criterios de movilidad en función de la misión”, añadió. Según afirma Vanessa Wyche, directora del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, los todoterrenos lunares aumentarán en gran medida la capacidad de nuestros astronautas para explorar y realizar experimentos científicos en la superficie lunar, al tiempo que servirá como plataforma científica entre misiones tripuladas».

La agencia espacial estadounidense ha llamado a estos vehículos LTV, por las siglas en inglés de Vehículos Todoterreno Lunares, y ha establecido las líneas maestras para su diseño y fabricación. Al igual que sus equivalentes de la ciencia ficción, los nuevos vehículos deberán soportar condiciones extremas en el polo sur de la Luna, donde las temperaturas pueden descender por debajo de los -200 ºC. Además, deberán contar con sistemas avanzados que permitan gestionar la energía con eficiencia.

Su propuesta es que estos vehículos alcancen velocidades de unos 33 kilómetros por hora, sean capaz de recorrer 20 kilómetros con una sola carga y cuenten con hasta 8 horas de autonomía. Se calcula que el coste de la operación podría llegar a los 4.600 millones de dólares, que se podría repartir en 13 años.

la clave: que sean Fáciles de conducir 

Pero también deberán contar con sistemas de conducción autónoma y equipos de comunicación de última generación, de modo que el futuro un hipotético Mark Watney no debería tener problemas para comunicarse con los equipos de control de la NASA en la Tierra.

Los nuevos vehículos deberán estar profusamente equipados, teniendo en cuenta que las futuras tripulaciones lunares deberán usarlo para todo, ya sea para transportar equipos científicos como para recoger muestras de la superficie lunar. 

Una de las diferencias más significativas con respecto a las antiguas misiones es el modo en el que la NASA está llevando a cabo las concesiones espaciales.

A diferencia de antiguos proyectos, como puede ser el cohete Saturn V del programa Apolo, los transbordadores espaciales o los vehículos lunares itinerantes que los astronautas condujeron en las misiones de 1971 y 1972, la agencia estadounidense no conserva el derecho de propiedad de los artefactos espaciales, sino que, de algún modo, los alquila a estas empresas, un enfoque menos costoso y más práctico, especialmente en misiones de transporte y carga, ya sea a la Estación Espacial Internacional o a futuras misiones lunares. 

 

Facebook Comments