El yacimiento arqueológico de Filipos se encuentra abierto desde 1960 y, a partir de ese entonces, los expertos descubrieron centenares de rastros milenarios del apogeo del antiguo pueblo griego y del vestigio del Imperio Romano. En sintonía con ello, uno de los más recientes objetos que se encontró fue una cabeza del dios Apolo. Su estancia allí podría develar uno de los secretos urbanos de ese entonces.

La imagen del dios de la música, el arco y la danza apareció sin el resto del cuerpo, incluso con la falta de su nariz y atributos característicos, como el arco y la lira. Este hallazgo se dio a conocer mediante el comunicado de prensa que ofreció el Ministerio de Cultura de Grecia.

A la estatua de Apolo, hijo de Zeus y Leto, solo le quedó la corona de laureles que adorna su cabeza y nada más. No obstante, sirvió para determinar que durante su existencia, hace 1800 años, ofició como objeto decorativo sobre una fuente, en una intersección de las calles de Filipos. Se estima que fue tallada entre los siglos II y III d.C.

En medio de una excavación que llevaron a cabo estudiantes de la Universidad de Filipos, a cargo de la profesora Natalia Poulos, también desenterraron elementos que sirvieron en la vida cotidiana de los griegos. El hallazgo de la flamante cabeza de mármol fue en 2023 y se retiró del yacimiento para su posterior estudio y protección, según indicaron desde la entidad académica.

De momento, la figura más sorprendente que salvaron fue una estatua de Hércules con un león colgando en su mano. “Los datos arqueológicos indican que, en Constantinopla, las estatuas de la época clásica y romana adornaron edificios y espacios públicos hasta finales del período bizantino. Este hallazgo refuerza la hipótesis que formulamos en 2022 sobre la forma en que se decoraban los espacios públicos en las ciudades importantes del Imperio Bizantino, incluida Filipos”, detallaron en el sitio web oficial de la universidad homónima, donde se sacó a la luz la cabeza de Apolo.

La ciudad de Filipos se fundó en el 356 a.C durante el reinado del emperador Filipo II de Macedonia. Sobre ella pasaba la antigua vía romana Egnatia que unía Europa con Asia. Tras la batalla del mismo nombre que la localidad en el 42 a.C, cayó bajo el Imperio Romano, que modificó algunos aspectos de la era helenística y creó un foro y un templo funerario. Poco a poco se convirtió en la “pequeña Roma”, según detallan los datos oficiales de la UNESCO.

El paso del apóstol San Pablo por allí entre los años 40 y el 50 de nuestra era lo transformó en un punto religioso y de peregrinación. Con los años, alojó a los primeros cristianos perseguidos.

La presencia de las iglesias, al igual que los templos y edificaciones greco-romanas hacen de Filipos un punto particular dentro del país europeo, centro de importancia turística, pero también arqueológica, ya que muchos de los elementos que se analizaron allí, aportaron al entendimiento de la vida humana y los asentamientos civiles hace 2000 años. Además del foro, se destacan su teatro, su muralla y los baños. En 2016 se inscribió como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

 

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