VENECIA.- La obra de la Chola Poblete, premiada hoy en la Bienal de Venecia, se cuenta entre sus preferidas de la 60ª edición del encuentro, que apoyó a través de su fundación. “Este es un paso muy firme de reconocimiento internacional”, dijo a LA NACION Amalia Amoedo, que viajó a la ciudad italiana para apoyar a los artistas argentinos, nunca tan bien representados como este año.

Pessoa íntimo: una pequeña cama, la máquina de escribir negra y cientos de libros que parecen volar

Además de la obra de Luciana Lamothe exhibida en el pabellón nacional, el curador brasileño Adriano Pedrosa –primer latinoamericano en ocupar ese puesto- eligió a otros 16 de nuestro país para integrar las muestras centrales de una edición titulada “Extranjeros en todas partes”. A ellos se suma el dúo Chiachio & Giannone, convocado por Swatch, principal sponsor de la bienal.

-¿Qué te pareció lo más destacado de esta edición?

Para mí, lo más destacable es la participación de tantos artistas latinoamericanos y sobre todo de América del Sur seleccionados por Adriano Pedrosa. Hay artistas que para nosotros son conocidos y referentes en nuestra escena que por primera vez están exhibidos en la Bienal de Venecia y están siendo dados a conocer a nivel internacional. Me pareció fascinante la organización de la muestra en dos núcleos: histórico y contemporáneo. El histórico incluye artistas modernos, muchos de los cuales no han sido incorporados a la historia del arte en un sentido amplio. Me gustó también como en el núcleo contemporáneo dialogan artistas y colectivos de distintas generaciones y perspectivas en un espacio que es generoso para conocer el trabajo de cada uno con profundidad.

-¿Qué impacto te parece que va a tener para el arte argentino la presencia de tantos artistas de nuestro país, modernos y contemporáneos?

-Es muy importante ver como los artistas argentinos, que son tan sólidos y que vienen de una escena efervescente, tengan este tipo de visibilidad a nivel global. El impacto siempre es a mediano y largo plazo, pero sin duda, este es un paso muy firme de reconocimiento internacional. Ver artistas como La Chola Poblete, Mariana Telleria, Claudia Alarcón y Silät es para celebrar.

-¿Qué opinás sobre la obra de Luciana Lamothe que nos representa en el pabellón argentino?

-Me parece que es una gran representación. Lamothe es una artista referente del arte contemporáneo argentino y este Pabellón muestra la madurez de su trabajo. Durante la inauguración, tanto la artista como la curadora Sofía Dourron expresaron como este proyecto les permitió explorar y desplegar nuevas dimensiones de la escultura, el uso de la madera y el espacio. Luciana logra de una forma maravillosa integrar lo duro y lo blando, lo industrial y lo natural, la instalación y el video. Me parece importante destacar la importancia de contar con representación del Pabellón Argentino en Venecia para poder seguir compartiendo y celebrando a nuestros artistas en el mundo.

-Tu fundación da un gran apoyo a los artistas latinoamericanos. ¿Cómo ves la presencia del arte latinoamericano a nivel global?

-Desde Fundación Ama Amoedo decidimos apoyar la Bienal de Venecia por su importante inclusión de artistas latinoamericanos. A su vez, nos pareció fundamental acompañar la primera vez que un curador de la región es el director artístico de la Bienal. Nuestra misión es amplificar la visibilidad de los artistas Latinoamericanos. Me emocionó ver como una artista como Seba Calfuqueo, que ha participado de nuestra residencia FARRA en 2023, forma parte de la bienal. Este interés creciente por el arte de nuestra región nos marca que vamos por el buen camino.

-¿Qué obras te parecieron las más destacadas de esta edición y por qué?

-Además de la obra de Lamothe en el pabellón argentino y de las grandes acuarelas de La Chola, que están llenas de referencias que entrecruzan su identidad trans, la cultura popular argentina y su propio imaginario de referencias, me gustó Dios es inmigrante (2017), de Mariana Telleria. Dialoga con mucha precisión con el tema central de la exposición, Extranjeros en todas partes, y amplifica de manera única y atemporal la problemática de la inmigración señalada por Pedrosa.

El título de la bienal se inspira en una obra del colectivo de artistas Claire Fontaine. En distintos colores e idiomas, la pieza en neón recibe a los visitantes en la entrada del Arsenale y los despide a la salida del mismo. Como un leitmotiv que acompaña todo el recorrido, es una obra conceptual, simple y contundente.

Al inicio de ese recorrido se encuentra una de las salas más impactantes de la exposición, con diseño emblemático realizado por Lina Bo Bardi para el MASP de San Pablo, del cual Pedrosa es director artístico. Pedrosa reunió en un núcleo histórico un interesante grupo de artistas modernos de origen italiano que emigraron y desarrollaron sus carreras en América Latina. El montaje permite una lectura horizontal entre las obras, generando diálogos infinitos y mostrando también el reverso de las mismas.

En cuanto al arte textil, me gustó además un bordado de grandes dimensiones realizado en 1972 por el grupo Bordadoras de Isla Negra, en Chile, que incluye escenas de la vida diaria muy preciosas y hasta un detalle de Pablo Neruda cazando mariposas. Y las piezas textiles de Claudia Alarcón, que trabaja desde Salta tanto de manera individual como colectiva con el grupo Silät, conformado por más de cien mujeres de la comunidad Wichi. Con delicadeza y un alto nivel de detalle, expresan conexiones con su territorio y naturaleza local.

Entre los pabellones destaco también los de Uruguay, donde el artista Eduardo Cardozo propone un diálogo plástico con el famoso artista veneciano Tintoretto con curaduría de Elisa Valerio; y el de Perú, donde el artista peruano Roberto Huarcaya buscó reflejar el paisaje del Amazonas con la instalación Huellas cósmicas, un fotograma de 40 metros que envuelve la totalidad del espacio.

Y entre las muestras que acompañan la bienal me gustó mucho Liminal, de Pierre Huyghe, en Colección Pinault. Es una oportunidad única para ver las obras de uno de los artistas franceses contemporáneos más influyentes. La exposición se recorre casi a oscuras e incluye tanto nuevas comisiones como piezas ya icónicas de los últimos años, en las que convergen lo humano, lo animal, la máquina y la tecnología.

 

Facebook Comments