La malaria, también conocida como paludismo, es una enfermedad que durante siglos ha amenazado la existencia humana: de acuerdo con los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2022 provocó 608.000 muertes en 85 países, siendo la Región de África la que más carga de casos soporta.

A pesar de los esfuerzos globales por erradicar la enfermedad -materializados a través de la Meta 3.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible– la malaria continúa prevaleciendo en el tiempo y, no solo eso, sino que se presenta ante nosotros como un enigma: ¿cómo se ha propagado y ha evolucionado a lo largo de la historia?

Ahora, un nuevo hallazgo arroja luz sobre el pasado y el recorrido de la enfermedad: a partir de un esqueleto de época romana, un equipo de investigadores ha logrado secuenciar el genoma mitocondrial de Plasmodium falciparum, la forma más letal de malaria, lo que promete desentrañar los misterios de su evolución y propagación no solo por Europa, sino también a nivel global.

 

¿Cómo habría llegado la malaria a Europa?

El estudio, llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Viena, ha identificado la secuencia completa del genoma mitocondrial de P. falciparum a partir de los huesos de un romano, conocido como Velia-186, que vivió en Italia en el siglo II d.C.

Este hallazgo es significativo no solo por ser el primero de su tipo sino también por proporcionar una comparación directa con cepas modernas, revelando una estrecha relación con un grupo de cepas actuales encontradas en la India. Esto apoya la hipótesis de que P. falciparum se dispersó por Europa desde Asia hace al menos 2.000 años, posiblemente durante episodios de globalización como el período helenístico.

Los investigadores utilizaron técnicas avanzadas para extraer y secuenciar el ADN del parásito a partir de los dientes del esqueleto, logrando reconstruir un panorama genético que cubre el 99.1% del genoma mitocondrial. Este trabajo no solo destaca por su precisión técnica sino también por abrir nuevas vías para entender cómo actividades humanas como la migración y el comercio han facilitado la propagación de esta enfermedad letal a través de las fronteras y los siglos.

La malaria: un enemigo ancestral

La malaria, causada por el parásito Plasmodium, ha sido una amenaza constante para la humanidad, adaptándose y evolucionando junto a nosotros. Entre las cinco especies de Plasmodium que afectan a los humanos, Plasmodium falciparum destaca por su letalidad y capacidad para influir en la historia y evolución del ser humano. 

La mortalidad ocasionada por la malaria ha superado a la de cualquier otra enfermedad a nivel mundial. Informes de colonias europeas en regiones tropicales indican que más del 90% de las defunciones eran atribuibles a la malaria y otras enfermedades propias de dichos climas.

A lo largo de la existencia humana, se estima que han habitado el planeta más de 108.000 millones de Homo sapiens. De estos, cerca de 96.000 millones habrían vivido antes del año 1900. Específicamente, desde el año 8000 a.C. hasta el 1650, habitaron aproximadamente 85.000 millones de personas. Esta calamidad, a pesar de haberse mitigado significativamente, persiste aún en nuestro mundo.

Tradicionalmente, detectar la malaria en restos humanos antiguos ha sido un desafío, con el ADN del parásito raramente identificable en ellos. Sin embargo, la secuenciación completa del genoma de P. falciparum, una tarea nunca antes lograda para muestras anteriores al siglo XX, marca un hito en la paleogenómica.

Mirando hacia el futuro

La búsqueda de ADN de Plasmodium en fuentes alternativas, como huesos antiguos, equipos médicos antiguos e incluso muestras de mosquitos en museos, podría ofrecer una visión más matizada de esta enfermedad y sus patrones de dispersión. Así que este trabajo subraya la importancia de la paleogenómica en nuestro entendimiento de enfermedades antiguas y su influencia en la sociedad humana. 

A medida que seguimos desentrañando el pasado genético de patógenos como la malaria, podemos esperar descubrimientos que no solo enriquezcan nuestro conocimiento histórico sino que también informen nuestras estrategias futuras para combatir estas enfermedades.

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