Trujillo, la antigua ciudad española formada sobre el cerro Cabeza de Zorro es asombrosa. Desde lejos se recorta como un sorprendente pueblo medieval con un castillo imponente; pero luego, al caminar sobre la muralla del fuerte asombran las vistas espectaculares de la inmensa llanura que la rodea. Rotundamente, es un gran set cinematográfico.

Este Patrimonio de la Humanidad situado en la región de Extremadura atrapa por ser una de esas comarcas ideales por su larga historia, la impronta de las distintas culturas y las fiestas que incluyen una gastronomía que es una aventura para los sentidos.

Todo está empapado por el aporte de romanos, visigodos, musulmanes, judíos y cristianos; etapas que conforman su identidad. Además, como aquí nacieron conquistadores, la arquitectura palaciega, señorial y la heráldica de otrora dan muestra de las fortunas que provenían de América. Tiene muchos ejemplos de la ostentación del pasado en una veintena de regios palacios, elegantes casonas y hermosas iglesias.

El eje urbano es la Plaza Mayor con notables edificaciones o templos y una estatua ecuestre de su prócer, Francisco Pizarro (1478-1541), el conquistador del Perú. El caballo tiene una pata levantada, signo de quienes murieron por heridas de batalla, pero sería un error en su caso. El ilustre e hidalgo, aventurero, ambicioso, caballeroso, con toques de crueldad y quizás despiadado fue asesinado a los 63 años en su palacio en Ciudad de los Reyes (Lima).

Seguidores de su ex rival, y ya difunto, Diego de Almagro, irrumpieron en su palacio y le dieron “tantas lanzadas, puñaladas y estocadas que lo acabaron de matar con una de ellas en la garganta”, refieren las crónicas. Valiente y osado perdió la vida peleando por defenderla, espada en mano, lejos de su Trujillo natal.

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En cuanto al protagónico castillo, también es llamado Alcazaba por su origen árabe, ya que se construyó durante el esplendor del Califato de Córdoba y las murallas se concluyeron en el siglo XI, donde derramaron sangre cristianos y musulmanes. Posteriormente se hicieron modificaciones que se mantienen. El carácter exclusivamente defensivo se evidencia en que no hay ámbitos residenciales en su interior ni escudos de nobleza; lo que importa son las 20 torres, el patio de armas, la puerta de arco de herradura, las almenas de vigilancia, los dos aljibes…

Otro de los testimonios simbólicos es el renacentista Palacio de los Marqueses de la Conquista que mandaron a edificar Hernando Pizarro (hermano de Francisco) y su esposa Francisca Pizarro Yupanqui, quien también era su sobrina, hija de Francisco y de la princesa inca Quispe Sisa (bautizada Inés Huaylas). Coronan el edificio doce esculturas que aluden a virtudes y vicios.

El nombre celta de Trujillo durante la dominación imperial romana fue Turgalium en el siglo II a.C. Se fundó encima de una extraordinaria protuberancia granítica, una superficie con peñascos o bloques o cantos rodados. Hoy, Trujillo, a unos 250 km de Madrid, ostenta sus románticos títulos de muy noble, leal, heroica e insigne.

En el ingreso a la ciudad, confluencia de tres carreteras, impresiona el rollo jurisdiccional más grande de Extremadura, de estilo gótico tardío con un escudo de los Reyes Católicos, rematado por un pináculo con una cruz en forma de flor de lis. Vale recordar, el rollo o picota se usaba para las ejecuciones dispuestas por la Justicia y también para otros servicios, como colgar carteles con medidas oficiales relacionadas con la actividad agrícola.

La arquitectura religiosa y un escudo de fútbol

Indispensables para la vida de las elegantes y queridas cigüeñas extremeñas que circulan los cielos como parte del atractivo turístico son las cúpulas y campanarios de los sitios religiosos en el casco histórico.

Una de ellas es la Iglesia Santa María la Mayor, que aúna el románico tardío y el gótico porque con los siglos fue recuperada, amén de que en su predio había una mezquita alhama. Su campanario del siglo XIII sufrió tanto deterioro con el correr de los años que recién tres centurias después se lo reconstruyó, aunque luego fue demolido en 1871. Tenacidad mediante, en 1972 se lo recobró con el diseño anterior. Pero la pasión futbolera irrumpió en tan magna obra. El cantero trujillano, fanático del Athletic Bilbao, Antonio Serván (alias El Rana), se dio el gusto: esculpió el escudo de su club en uno de los 52 capiteles. Dicen que la travesura no fue del agrado del generalísimo Francisco Franco, pero ahí sigue la insignia.

En otro de los ángulos de la plaza está el templo parroquial medieval San Martín con elementos renacentistas y góticos y paredes de piedra de sillería con una estructura rígida. Muy cerca, la Iglesia de San Francisco de un convento franciscano también fue construida encima de una mezquita árabe y donada por los Reyes Católicos.

Fiestas en un enclave gastronómico y cinematográfico

Al son de la música que repica en los tamboriles, los trujillanos danzan y cantan letras de un cancionero al celebrar en la Plaza Mayor la Fiesta del Chíviri desde el mediodía del domingo de Pascua. La indumentaria es muy colorida en polleras, fajas, chalecos y pañuelos. El pegadizo tema principal que le da nombre a festividad, el “Chíviri”, se entona a coro y los visitantes se pliegan.

Luego de unas horas de algarabía, la gente interpreta la canción “Trujillo de mis amores” a la vez que revolean sus rojos pañuelos encomendándose a la Virgen de la Victoria, patrona de la ciudad. Es un evento parecido a ancestrales conmemoraciones paganas que agradecían la llegada de la primavera. Y lunes y martes la movida es ir al campo, “irse de frite en romería” para comer el delicioso guiso frite de cordero con papas u hornazos (especie de empanada con jamón o chorizo) acompañados de vino y, de postre, los “bollos dormíos”.

Pocas semanas después, en la primera semana de mayo, llega gente de todas partes, más de 100.000 apasionados del buen comer. Del 4 al 7 de mayo arranca la Feria Nacional del Queso con carpas donde paladear y comprar productos que van desde los locales de oveja hasta especialidades de otras regiones. Los vinos son el maridaje ideal; si no, alguna de las buenas cervezas artesanales.

Es un pueblo donde la olivicultura y la tradición jamonera es parte de su identidad y de su ecosistema con labores atadas indisolublemente al bienestar desde hace siglos. De hecho, el entorno paisajístico destaca por los olivares con sus troncos leñosos y retorcidos donde se cultivan aceitunas de las variedades manzanilla, arbequina y morisca, entre otras, para producir aceites de alta calidad con la rúbrica DOP (denominación de origen protegida).

El horizonte también se destaca por añosos alcornoques y la dehesa típica con pastizales entre encinas cargadas de bellotas, esenciales para obtener el legendario jamón ibérico, con certificación de origen para sus paletas y jamones.

Territorio ideal para locaciones de cine y series, aquí se filmaron las series españolas Inés del alma mía (con el actor Francesc Orella –famoso por la saga Merlí– en el papel de Pizarro), Isabel (sobre los Reyes Católicos) y La Celestina, así como también la película 1492: La Conquista del Paraíso (de Ridley Scott con Gerard Depardieu), entre muchos otros títulos; pero el rodaje que generó fama internacional fue la superproducción The Games of Thrones, aunque solo fuera un capítulo de la séptima temporada.

El Castillo fue la fortaleza Roca Casterly de la Casa Lannister. En las almenas del bastión se ve a Jaime Lannister junto a Bronn, su brazo protector y acompañante con humor. Al finalizar el ciclo, Jaime, apodado el Matarreyes por haber asesinado a su padre, viaja hasta Desembarco del Rey y muere por el derrumbe del sitio que lo resguardaba junto a Cersei, su hermana y el amor de su vida.

 

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