Muchos gatos suelen “amasar” a las personas, a otros animales e incluso sus objetos. Por amasar se entiende el movimiento de presión que realizan con las patas delanteras, una tras otra, que parece recordar al de una persona preparando masa de pan u otro alimento.
Se suele decir que este comportamiento es una señal de afecto e incluso de que nos consideran como sus madres, ya que es una acción vinculada a la lactancia. ¿Pero realmente es así? La respuesta más honesta es: puede que sí, puede que no.
Por qué los gatos amasan
En origen, el amasado es efectivamente un comportamiento vinculado a la lactancia y los cachorros lo hacen con sus madres para estimular la producción de leche. La clave es entender el por qué: los gatos tienen glándulas en las almohadillas de las patas que, al presionarlas sobre una superficie, liberan feromonas. La madre capta estas feromonas y reacciona con la producción de leche; es, por lo tanto, la manera que tienen los gatos pequeños de decir “tengo hambre”.
Sin embargo, estas feromonas no sirven solo para reclamar alimento: la madre, en respuesta, también produce otras feromonas que tienen una función calmante sobre los cachorros. De este modo, los gatos jóvenes crean un vínculo mental entre la acción de amasar y una sensación de bienestar; por lo que seguirán haciéndolo incluso en situaciones que no produzcan la misma respuesta química.
Este es un ejemplo de fenómeno llamado neotenia, por el cual un animal adulto conserva rasgos físicos o de comportamiento propios de la etapa juvenil. Esto sucede en situaciones en las que dichos rasgos pueden resultar beneficiosos en la edad adulta. En el caso de los gatos domésticos, el amasado les ayuda a generar un ambiente que les da mayor sensación de confort y seguridad, además de crear un vínculo con otros gatos.
La función del amasado no es exactamente la misma en todas las situaciones. Al relacionarse con otros gatos e incluso con personas, están reproduciendo un comportamiento asociado a un vínculo familiar en su etapa de cachorros; aunque por supuesto, en el caso de los seres humanos, no reciben la respuesta esperada en forma de feromonas de apaciguamiento.
No siempre es por afecto
¿Pero en cambio, por qué amasan también objetos inanimados, como sus camas, cojines y juguetes? Claramente no esperan “vincularse” con ellos, pero al ser un comportamiento que asocian a una respuesta positiva les ayuda a conseguir una sensación de seguridad, especialmente en entornos o con objetos que no conocen. Esto es especialmente cierto cuando se trata del lugar en el que duermen, como su cama o cojín.
Hay también otra función: la de marcar territorio. Las feromonas son un signo de identidad y los gatos son muy sensibles a ellas, por lo que marcar algo con su olor equivale a declararlo de su propiedad. Muchos gatos tienen sus lugares preferidos, que marcarán con más frecuencia para reclamar como suyos frente a otros animales de la casa. Impregnar su territorio con su olor también es un modo de alejar a posibles intrusos.
¿El amasado puede ser un problema?
Hay situaciones en las que el amasado excesivo se convierte en un problema, ya que se vuelve compulsivo y puede llegar a causar heridas en las patas de los gatos. Además de lesiones propias, este comportamiento puede estresar a los demás animales de la casa, ya que los gatos pueden sacar parcialmente las garras mientras amasan, e incluso desembocar en conflictos entre ellos.
Esto suele suceder cuando el gato tiene pocos estímulos y, en consecuencia, se aburre o estresa; algo que también se puede manifestar con otros comportamientos compulsivos como morder o frotarse continuamente con los muebles. Es más habitual en gatos que pasan muchas horas solos o en entornos ruidosos.
En estos casos existen soluciones artificiales para crear un entorno más relajante, como los dispensadores eléctricos de feromonas, que liberan continuamente un compuesto equivalente al que producen los gatos, haciendo que no sientan la necesidad constante de amasar. Si aun así continúan es conveniente visitar al veterinario, ya que puede existir algún problema neurológico de fondo.
