Cuando Javier Milei se impuso a Sergio Massa en el balotaje del 19 de noviembre de 2023, el escritor y periodista francés Olivier Guez (Estrasburgo, 1974) estaba en un bar en Ciudad de México, donde presenció con asombro el festejo eufórico de una familia de argentinos. “¡Viva la libertad, carajo!”, imita Guez el “grito de guerra” de los libertarios en el lobby de un hotel de la avenida Corrientes.

Desde hace varios días, el autor de La desaparición de Josef Mengele (Tusquets, 2018) se encuentra en la ciudad de Buenos Aires, a la espera de que el Presidente le conceda una entrevista. “Por ahora es imposible”, le responde la directora de prensa de Presidencia, Paula Chahin. Pero Guez, que prepara un perfil del Presidente para la revista francesa Le Point, no se rinde.

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Hace varios años, vive en Roma. “Escribo en mi casa”, cuenta. Estuvo al cuidado de El siglo de los dictadores (El Ateneo, 2020) y Le Grand Tour. Autoportrait de l’Europe par ses écrivains (Grasset, 2022). En 2016 ganó el premio alemán al mejor guion por la película Fritz Bauer, un héros allemand. Como periodista, trabajó para Le Monde, The New York Times, Frankfurter Allgemeine Zeitung Süddeutsche Zeitung, Corriere della Sera y Foglio.

Esta no es su primera visita al país ni tampoco este será su primer artículo sobre la Argentina. Después del encuentro con LA NACION, Guez volvió al cine Gaumont a ver la protesta en defensa del Incaa (el día anterior había visto en una de las salas Trenque Lauquen, de Laura Citarella, que fue portada de la revista Cahiers du Cinéma). Más tarde, se encontró con el director Santiago Mitre. Guez es autor de artículos sobre Diego Maradona, Lionel Messi, el fútbol argentino y los nazis en la Argentina. Curiosamente, su libro sobre fútbol y sociedad, Une passion absurde et dévorante, de 2021, no se tradujo.

“La Argentina es un país muy importante para mí -revela-. Vine para escribir un retrato de Milei y del país. Me interesan mucho la Argentina, el fenómeno Milei y los libertarios. Después del triunfo de La Libertad Avanza, en Le Point me pidieron que escribiera un artículo; les dije que quería viajar cuando se cumplieran los tres meses de gobierno”. Pidió dos veces la entrevista con Milei. “Por ahora, nada. No soy un politólogo, soy un periodista. No quiero entrevistar a miembros de su gabinete ni a políticos de la oposición; quiero profundizar sobre el personaje, su historia, y qué dice de la Argentina, de América Latina y del mundo”.

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-¿Qué aspectos del “personaje” te llaman la atención?

-Su trayectoria es increíble. Las historias con sus perros, con el rabino, con su hermana Karina; es como una novela de Mario Vargas Llosa. Él es un libertario en un país donde el Estado es enorme. La escuela austriaca me interesa porque está en las bases del libertarianismo. En 2011, viajé a Estados Unidos para escribir un ensayo sobre el “Tea Party” que fue un movimiento libertario y también muy conservador.

-Si no te conceden la entrevista, ¿escribirás el artículo de todos modos?

-Utilizo abiertamente a LA NACION para pedir un encuentro con el Presidente; es muy importante para el público europeo. La embajada de Francia ha hecho gestiones, escribo wasaps, pero me responden que es imposible. Milei en Europa es presentado como un líder de ultraderecha, más o menos fascista, pero he llegado a la Argentina sin una idea previa y sin prejuicios. Vine a entender y a escuchar. Me encuentro con toda clase de personas para hablar sobre Milei y el país.

-¿Y cómo ves el país en esta oportunidad?

-Yo adoro la Argentina. He escrito sobre Maradona que fue un genio, pero muy humano, demasiado humano. La Argentina es como Maradona: un país genial que tiene debilidades muy humanas, como la corrupción, la inseguridad, la grieta. El país me interesa mucho como novelista. Europa es muy diferente, más racional, aunque cada vez menos. En la Argentina encuentro esa locura humana; es un país irracional, surrealista que me encanta, me afecta y me entristece. Es un misterio pero es un país vivo, en el que cada día hay una sorpresa.

-¿No se parece a otros países de América Latina?

-Es diferente. La clave es que es un país europeo. Me siento más europeo que francés y creo que Buenos Aires es una ciudad europea en el fin del mundo, hecha en gran parte por inmigrantes. Los argentinos son como primos de los europeos y por eso quiero saber cómo están los primos del sur, qué hacen, cómo funciona la sociedad.

-¿No crees que el Presidente sea un ultraderechista?

-Tiene dos cosas. Por un lado, una pata libertaria y, por otro, una pata conservadora de derecha. Su libertarianismo me interesa más, la idea libertaria original de los años 1960 y 1970, que fue tomada por la izquierda y por la derecha como contracultural y en contra de la autoridad. La extrema derecha en Europa no es tan conservadora como en la Argentina, como lo prueban las vidas de Giorgia Meloni o Marine Le Pen.

-A diferencia de otros políticos, Milei se destaca en las redes sociales.

-Por eso es tan interesante. Es un producto argentino y a la vez mundial. El modo en que las redes sociales ayudaron a un candidato como Milei a llegar al poder es notable. Sigo las cuentas del Presidente y es increíble que le dedique tanto tiempo a las redes. Tiene un equipo, claro, pero representa mucho esfuerzo responder y estar activo en redes como lo está él. Por otro lado, me interesa ver cómo se hizo la campaña de un candidato casi desconocido y que en pocos años se convirtió en Presidente. Hace veinte años algo así era imposible; tenías que tener una maquinaria electoral muy eficiente, pero ahora se vio que es posible.

-¿Leíste sobre la relación de Milei con la actriz Fátima Florez?

-Me interesa todo, pero no tengo nada que decir sobre esa relación. Es su vida privada. Tampoco quiero escribir sobre la política argentina y la oposición: es como una telenovela que solo tiene un interés local.

-¿En Europa existe la grieta?

-Hay una argentinización de la política en todo el mundo, una “riverboquización” de la política. La polarización es un efecto de las redes sociales, donde no hay espacio para los matices. Para mí los matices son muy importantes, son la vida. Pero ahora son presentados como debilidades.

-¿Cuáles son tus escritores argentinos favoritos?

-Hace poco leí El río sin orillas, de Juan José Saer, y es extraordinario. Roberto Arlt y Adolfo Bioy Casares me gustan mucho; “Dormir al sol” es genial. De Borges me apasiona cuando escribe sobre Buenos Aires, la memoria y la identidad de la Argentina.

-¿Hay en Europa un rebrote antisemita?

-Siempre estuvo latente en la extrema derecha y en la extrema izquierda, pero ahora, después del ataque de Hamas, hay un brote antisionista que tiene una frontera muy delgada con el antisemitismo. Vivimos en un mundo tremendo, en el que hay un cambio de era, y a la vez muy interesante.

-¿La relación que tiene el gobierno de Milei con el mundo de la cultura te resulta un poco conflictiva?

-¿Un poco conflictiva? Es una locura total, porque la Argentina es reconocida en el mundo por su cine, por su literatura, por su música. No entiendo la lógica de Milei respecto de la cultura del país, que tiene un renombre enorme y fantástico, y forma parte de la identidad argentina. En todo el mundo la mayoría de la gente de la cultura es de izquierda, ¿y qué? No pasa nada. Además, el gasto que representa es simbólico, nada significativo, y aporta mucho más. La cultura es una fuerza de la Argentina. Soy escritor y, como tal, debo expresar mi solidaridad con los artistas argentinos.

 

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