“Chile es un tercio de la economía argentina pero exporta e importa más que la Argentina”, compara. “Las economías exitosas son economías abiertas”, dice. “El 60 por ciento de las exportaciones chinas es producido por empresas extranjeras que operan en China”, detalla. “Hace mucho tiempo que la Argentina es una economía muy cerrada”, plantea. “En la Argentina, el 16 o 17 por ciento del PBI se explica por exportaciones, el menor porcentaje en América Latina. En Chile, es el 30 por ciento. En Paraguay y Uruguay, es superior al 20 por ciento. El promedio latinoamericano está en torno al 25 o 27 por ciento”, precisa. “La Argentina exporta poco e importa poco. Nos hemos acostumbrado a eso, lo cual tiene un montón de efectos perniciosos”, sostiene. “El 70 por ciento de todo el comercio internacional, de todos los países del mundo, se hace con arancel cero, y la Argentina no está ahí”, subraya. “El gobierno de Milei tiene el propósito de abrir la economía pero no lo ha hecho inmediatamente, y eso está bien”, asegura. “Primero hay que ordenar las condiciones macroeconómicas. Si se abre la economía para poner a competir a las empresas hoy, los estás obligando a competir en inferioridad de condiciones”, sostiene. “No conviene que el lobby que quiere proteccionismo tenga éxito. Pero para que el proteccionismo baje, hay que ordenar la economía”, analiza. “La economía argentina está muy cerrada: tiene aranceles altísimos, un promedio de 12 o 13 por ciento cuando en el mundo el promedio es 3 o 4 por ciento”, detalla. “Además, tiene trabas para arancelarias. Mucho de eso está siendo eliminado por este gobierno, aunque todavía queda mucho por andar”, señala. “Si la Argentina no hubiera tenido todos los obstáculos que tuvo en los últimos veinte años, hoy debería estar exportando el doble de lo que exporta: de unos 85 o 87 mil millones de dólares y podríamos estar en 160 o 170 mil millones de dólares de exportaciones”, concluye.

El respetado experto en negocios internacionales, Marcelo Elizondo, estuvo en La Repregunta. Elizondo es presidente del capítulo argentino del International Chamber of Commerce (ICC) y director del Comité de Economía Internacional del CARI.

Con Javier Milei, ¿la Argentina ya inició el camino hacia la apertura de su economía? Las medidas clave. Inflación y apertura de importaciones, ¿libre competencia o kirchnerismo de modales libertarios? ¿La Argentina ya gastó su fase proteccionista? Elizondo hizo su análisis.

Aquí, la entrevista completa.

De EEUU a China. ¿Por qué las economías abiertas dominan el mundo, más allá de los regímenes políticos?

-Antes de adentrarnos en la Argentina de Milei, me interesa entender hoy, en pleno siglo XXI, qué es una economía abierta y qué es una economía cerrada. Y si las economías definidas así dependen de un sesgo ideológico de los gobiernos o de las de las naciones.

-Hoy, las economías abiertas son mucho más complejas que antes. Antes, se consideraba que una economía era abierta simplemente cuando importaba o exportaba mucho. Hoy la apertura es más sistémica. Hay seis flujos entre países que definen la apertura: el comercio internacional de bienes físicos; el comercio internacional de servicios, que crece más que el de bienes físicos; los flujos de inversión extranjera directa, es decir, las empresas extranjeras que vienen a invertir un país; los flujos de financiamiento, pero no financiamiento para el Estado, como muchas veces consideramos acá, sino financiamiento para proyectos productivos.

-El que proviene de mercados de capitales, que ponen sus capitales en la Argentina. ¿Eso no es inversión también?

-Financian la inversión. Si entran como financiamiento, se computa como flujo financiero y luego, una vez acá, se utiliza para inversión. En cambio, cuando una empresa extranjera viene directamente y trae sus fondos e invierte para producir acá, es inversión extranjera. Son dos modos de invertir: uno en la economía real; otro en las finanzas, que termina luego en la economía real. En los flujos internacionales, hay otros dos que son los más modernos. Uno es el flujo de datos, información y conocimiento: hoy el mundo está interconectado en una cantidad de intangibles que definen la apertura de una economía. Y el último es el de las tele migraciones: la gente trabajando desde un país hacia otro país.

-La fuerza de trabajo virtual.

-Exactamente. Y es cada vez mayor. Son seis flujos internacionales que definen la apertura, que es mucho más que el comercio de bienes físicos en los contenedores, los puertos y los barcos, que era lo tradicional.

El 60 por ciento de las exportaciones chinas es producido por empresas extranjeras que operan en China

-Sistemas políticos muy opuestos, como Estados Unidos y China, más allá de sus sesgos ideológicos y políticos, ¿son dos economías abiertas en el sentido en que lo está planteando?

-Sí, lo son. Las economías exitosas son abiertas en este amplio sentido porque tienen una cantidad de vinculaciones entre personas, empresas, actores económicos. De hecho, China es el mayor exportador del mundo y Estados Unidos es el segundo y Estados Unidos es el mayor importador del mundo y China es el segundo. Por lo tanto, son los dos motores de la economía internacional y son los dos mayores actores en materia de vinculación económica, no solamente en materia de comercio de bienes sino también de servicios, flujos de datos y conocimiento, tele migraciones, financiamiento o inversión extranjera.

-Es interesante el caso de China porque es contraintuitivo: es un capitalismo de Estado pero con un sector privado muy pujante y muy clave en esa sociedad con el Estado pero, al mismo tiempo es un régimen totalitario de partido único que no tiene nada que ver con la democracia liberal o un régimen de libertad. Y sin embargo, su economía, en términos de la apertura al mundo, sí es una economía libre.

-Sí. Pero los perfiles son distintos. Estados Unidos se vincula mucho más a través de las finanzas o de la inversión extranjera. El gran inversor extranjero en el mundo es Estados Unidos. De las cien mayores empresas mundiales, sesenta son de Estados Unidos y de China, son diez. China se vincula más por el lado comercial tradicional: importa y exporta mucho, por lo que tiene vinculaciones internacionales, pero los perfiles no son exactamente iguales. China es una economía con mucha participación del capital privado extranjero. El 60 por ciento de las exportaciones chinas a todo el mundo son producidas por empresas extranjeras que operan en China.

-Muchas de ellas, empresas estadounidenses.

-Y europeas. Es decir, ambas son economías muy internacionalizadas pero con preeminencia de distintos rubros dentro de esa internacionalización. El capitalismo de China depende más de la intrusión gubernamental. En cambio, el capitalismo americano es más libre y tiene más autonomía.

-Ahora, China en América Latina está llegando con flujos de inversiones, más allá de lo comercial y de la importación y exportación de productos o de servicios.

-Es así en algunos países, en Brasil o en Perú, por ejemplo, en la minería, pero no tanto en la Argentina. Acá, China anunció proyectos que después no concretó. La desvinculación argentina con el mundo afectó a todos, inclusive a los chinos que querían, por razones geoestratégicas, hacer más cosas en la Argentina.

¿Por qué Chile exporta más que la Argentina? “Sustitución de importaciones” y economía cerrada

-En relación a esa idea más tradicional de la apertura, con el foco en las importaciones y las exportaciones, Argentina tiene una deuda pendiente en ese punto: con la famosa matriz de sustitución de importaciones, generó una cerrazón de los mercados y de las posibilidades de exportación e importaciones. Si uno va a esa visión más tradicional de la apertura económica, ¿qué tiene que tener en cuenta para considerar que la Argentina está muy cerrada? ¿Es el tipo de cambio, la burocracia, los niveles de inversión?

-Está bueno que acudas a lo tradicional porque esos seis flujos interactúan entre sí. Si se obtura uno, se van debilitando todos los demás. Es difícil ser muy bueno en uno de los flujos y muy malo en otro: se retroalimentan. Hace mucho tiempo que la Argentina es una economía muy cerrada. Hay varios indicadores que permiten llegar a esa conclusión. El primero es el peso de la Argentina en el total de exportaciones e importaciones del mundo. El año pasado la Argentina representó el 0.25 por ciento de todo el mundo. Hace veintitrés años, cuando pasó el siglo XXI, representaba el 0.40 por ciento.

La Argentina exporta poco e importa poco. Nos hemos acostumbrado a eso, lo cual tiene un montón de efectos perniciosos

-Para ponerlo en escala y tener un punto de comparación que nos permita entender ese número, ¿cuánto representa Chile, por ejemplo, en ese indicador?

-Chile exporta e importa más que la Argentina incluso en términos nominales, no solamente en términos relativos a o proporcionales, aunque es una economía más chica. Exporta e importa más que la Argentina aunque la economía chilena es un tercio de la economía argentina. Otro indicador es la participación del comercio internacional en el PBI argentino. El ratio de la Argentina es el menor de América Latina. En la Argentina, entre el 16 y 17 por ciento del PBI se explica por exportaciones. Poquísimo comparado con Chile, que es el 30 por ciento.

-¿Y Brasil?

-En Brasil, las exportaciones explican un 20 o 21 por ciento de su PBI: no es una economía muy abierta.

-Porque tiene un mercado interno muy pujante.

-Claro. Pero el resto de América sí es muy abierto. Paraguay y Uruguay son economías mucho más abiertas que la nuestra, con ese indicador superior al 20 por ciento. El promedio latinoamericano está en torno al 25 o 27 por ciento. En el 16 o 17 por ciento de la Argentina, se ve una economía que exporta poco y que importa poco. Nos hemos acostumbrado a eso, lo cual tiene un montón de efectos perniciosos. Genera menos desarrollo tecnológico, empleo de peor calidad, menos tasa de inversión.

-En cierta parte de la opinión pública, muy vinculada con el kirchnerismo, domina la idea de que importar menos es mejor porque se protege la industria nacional. ¿Cómo ve usted eso en el contexto de esta Argentina en pleno siglo XXI?

-Según lo que muestran los números duros, eso es falso. Lo que se importa, en líneas generales, se trae al país para alimentar el funcionamiento de la economía, que es lo más importante. ¿Qué es aquello que más importa la Argentina? Bienes intermedios, que son insumos para la producción, por ejemplo, químicos que vienen de China que se usan para producir.

-O piezas mecánicas para maquinarias.

-Exactamente, autopartes para armar autos acá. La Argentina es uno de los treinta países del mundo que tiene una industria automotriz. En todo el mundo, la industria automotriz tiene algunos componentes locales pero la mayoría son extranjeros: lo que se importa es para alimentar el proceso productivo en bienes intermedios o en máquinas, aparatos que son bienes de capital para producir. O se importa energía: la mayor parte de la energía que se importa es para el proceso productivo. Hay un 12 o 13 por ciento del total de las importaciones que son bienes de consumo final, destinados al consumo directo y no para hacer andar la economía. Pero resulta que ese 12 o 13 por ciento que son bienes de consumo también activan la economía, el sector de los servicios: cuando hay importaciones, implica que hay un importador, un mayorista, un jefe de logística.

-El sector del comercio exterior que crece.

-Exactamente. Cuando la economía se retrae, como este año, las importaciones caen. Cuando la economía crece fuerte, como en la época de Néstor Kirchner, las importaciones eran muy importantes: habían crecido mucho porque están vinculadas al proceso productivo.

Economía virtuosa e importaciones. ¿Más importaciones siempre es mejor… o no necesariamente? Massa y las importaciones

-Durante la gestión económica del ex ministro, y ex candidato a presidente, Sergio Massa, hubo todo un debate por un aumento importantísimo de las importaciones, pero que en muchos casos tenía que ver con bienes terminados, de poco valor agregado para esa producción genuina dentro de la Argentina. ¿Ése es el problema: alentar la importación de bienes ya terminados sin demasiado valor agregado que en realidad se convierte en un negocio por el tipo de cambio?

-El problema es cuando la economía está distorsionada y se alientan importaciones, por ejemplo, a través del tipo de cambio. ¿Qué pasaba en la época de Sergio Massa? El dólar oficial era muy barato, entonces el gobierno terminaba subsidiando a la importación porque el importador pagaba con un dólar barato. Eso desarregla la economía porque alienta la importación de lo que podría haber sido producido acá.

-¿Eso no es un mercado o una economía abierta?

-No, para nada. De hecho, como se generaba esa distorsión, el gobierno terminaba prohibiendo importaciones: como estaban alentadas por precio, se restringían y se reprimían por administración. Eso es un desorden. Para que la economía se abra, hay que tener un tipo de cambio de mercado estable, con sólidos fundamentos para no tener inestabilidades, y abrir, comprar y vender, lo más que puedas.

-Si un exportador tiene que sacar una carga por un vuelo desde la Argentina hacia el mundo, ¿la burocracia y los trámites exigidos, los obstáculos, son mucho mayores y más complejos que en otros países?

-Sí, lo son. Hace poco se publicó un dato sobre la cantidad de horas promedio de aduana que requiere un producto para entrar o salir: la Argentina es uno de los tres países de la región con mayor cantidad de horas de aduana. Por lo tanto, tenemos un problema de burocracia que tiene que ver con dos o tres factores. Por un lado, hay mucha regulación, hay distinta carga arancelaria y se requiere mucho tiempo producto por producto, hay impuestos que pagar. Y el otro tema es, obviamente, la ineficiencia de gestión de los organismos. Todavía la Argentina es una economía muy cerrada. En términos de la agenda de Milei, hay algunos procesos de alivio, pero queda mucho por hacer.

Con Milei: ¿avanza la libertad y la apertura económica o es kirchnerismo de modales libertarios?

-Vayamos a la agenda de Milei. La inflación es el indicador clave con el que el gobierno va midiendo su gestión. En ese punto, el tema de los alimentos produce preocupación. El ministro de Economía, Luis Caputo, decidió sentar la apertura de importaciones de algunos rubros de la canasta básica en el rubro alimentos. ¿Eso es una medida que apunta a la apertura comercial o es kirchnerismo con modales libertarios, es decir, otro camino para el control de precios cerrando o abriendo la canilla de las importaciones?

-La técnica de abrir la economía para alentar la competencia es buena. Si se abre la economía, obligás a competir. Si no, se generan oligopolios que, con altos aranceles o trabas en frontera, tienen menos exigencia competitiva. Para el consumidor, lo mejor es abrir la economía.

-¿Pero lo que hizo el gobierno es abrir en ese sentido?

-Es un alivio en el margen de algunas de las trabas extra que tiene la Argentina, pero no corrige el problema de fondo. ¿Cuál es el problema de fondo? La Argentina tiene altísimos aranceles en frontera que dependen del Mercosur, no dependen de nosotros; siguen siendo altos y hay que negociarlos con el Mercosur. Además, para importar tenemos impuestos para arancelarios, como el impuesto País, que es una carga adicional al arancel.

La economía argentina está muy cerrada: tiene aranceles altísimos, un promedio de 12 o 13 por ciento cuando en el mundo el promedio es 3 o 4 por ciento

-Un impuesto que tiene que ver con la distorsión del tipo de cambio y de la macroeconomía. No tiene que ver con el sistema productivo o del consumo.

-Cuando empezó, tuvo que ver con eso. Hoy tiene más que ver con la necesidad de fondear al fisco, porque hoy el tipo de cambio oficial ya subió un poco más

-Claro, no tiene nada que ver con la matriz productiva ni con la matriz de consumo.

-Hoy está para compensar un poquito el tipo de cambio, pero sobre todo, hoy es recaudatorio. Pero aranceles más impuestos País, convierte a la economía argentina en un economía que todavía es muy cerrada, además de otros tipos de trabas como las técnicas o de gestión, que generan desincentivos por el tiempo y el esfuerzo que insume la operación.

-Si este gobierno planteara medidas de avance de la libertad comercial internacional, ¿debería no sólo corregir la matriz macroeconómica en términos del tipo de cambio sino bajar impuestos, aranceles varios y además, impuestos interiores a las economías regionales o a los distintos sectores? Si no, ¿sería una competencia desleal para todos, desde el gran empresariado hasta las Pymes, que producen en la Argentina con una cantidad de impuestos muy insostenibles comparados con la liberación de impuestos que se le haría a quienes están trayendo sus mercaderías a la Argentina?

-El Gobierno tiene el propósito de abrir la economía: lo ha dicho Milei cuando era candidato y lo dice ahora. Pero no lo ha hecho inmediatamente y eso está bien: entiende que primero hay que poner en orden las condiciones macroeconómicas. Si se abre la economía para poner a competir a las empresas hoy y todavía no se bajaron impuestos, no se desreguló la economía, no se desactivaron costos que convierten a la economía argentina en poco competitiva, los estás obligando a competir en inferioridad de condiciones. Por eso está bien lo que hace el gobierno: avisa que va a abrir pero espera mientras ordena, baja la inflación, genera un tipo de cambio libre, elimina regulación. Hay una agenda marcada y un día a día en proceso, y está muy bien. Hay que trabajar en varios planos. Hay que reducir los costos internos de la economía argentina para que las empresas puedan competir. Hay que abrir la economía, no solamente en frontera: hay que negociar con otros países generando acuerdos internacionales para que los demás nos reduzcan los aranceles de ingreso.

-Más tratados de libre comercio.

-El 70 por ciento de todo el comercio internacional, de todos los países del mundo, se hace con arancel cero, y la Argentina no está ahí. Somos caros para entrar y para salir. Hay procesos de trabajo fronteras adentro, en frontera y fronteras afuera que están pendientes. El gobierno dice que los tiene en agenda, pero bueno lleva apenas menos de cuatro meses, hay una transición.

El gran debate. ¿Por qué en la Argentina la ropa es más cara y de peor calidad? ¿El poder del lobby?

-Hay un tema que se discute mucho: ¿por qué la ropa en la Argentina es tan cara y de tan mala calidad? Si uno viaja al exterior, a ciudades como Nueva York, Madrid, Roma, por ejemplo, se encuentra con productos de buenísima calidad, segundas marcas de lujo o buenas marcas en general, que tienen precios más baratos no solo comparado con las grandes marcas de la Argentina o con los diseñadores que pretenden competir de igual a igual con el mundo sino también con marcas de nivel medio. ¿Qué pasa en la Argentina que la ropa es tan cara? Comparado con Chile, en 2023 tuvo una inflación general de precios del 3,9 por ciento y en indumentaria, fue igual. En cambio, en 2023, la Argentina tuvo una inflación general del 211 por ciento pero en indumentaria la superó. ¿Qué está pasando? ¿Es una cuestión de lobby del sector textil? Hubo integrantes de fundaciones vinculadas con el sector textil que ocuparon áreas de comercio exterior durante la gestión de Massa. ¿Tiene que ver con eso?

-Hay muchísimas razones. La primera razón es que la Argentina tiene altos costos de producción. Es de los países con mayor carga impositiva para la producción, entre impuestos directos e impuestos que vienen en paralelo, por ejemplo, los impuestos al trabajo. Segundo, la Argentina no tiene financiamiento: es una economía inflacionaria sin financiamiento. Cuando el crédito es caro, es mucho más complejo bajar costos productivos. Tercero, la Argentina es una economía cerrada: no compite y cuando no competís, el nivel de precios es muy alto. Una cosa es la tasa de inflación, que es cuánto sube en relación al año anterior; otra cosa el nivel de precios. Cuando no competís, se alienta mucha ineficiencia. La mayoría de estos negocios de textiles del mundo, que tienen muy buena calidad y muy bajos precios, son negocios en economías súper abiertas que logran escala, otra cosa que la Argentina no tiene. La prenda de altas marcas con buenos precios que comprás en cualquier capital del mundo es la misma que hay en París, en Londres, en Madrid o, incluso, en Nueva York o a lo mejor en Tokio. Se hacen en un lugar del mundo, se completan en otro, cadena, valor en un tercero. En la Argentina, tampoco se logra la escala porque somos una economía muy chiquitita. Por eso insisto, hay muchos factores en el tema de la indumentaria: inflación, impuestos, no hay financiamiento, costos regulativos altísimos, cerrazón que impide la competencia y el tema de la participación en las cadenas de valor: es mejor especializarse en un eslabón de la cadena que querer hacer todo, lo que te hace más ineficiente. Los factores son muchísimos.

-Ahora, si esa es la explicación, ¿por qué entonces la diferencia entre los precios que alcanza la ropa, que en 2023 fue el ítem de Índice de precios al Consumidor que más aumentó, y otros rubros como alimentos, que aumentaron pero algo menos?

-Es una buena pregunta. Ahí influye la estructura de costos de cada rubro. Por ejemplo, la agroindustria, todo el proceso alimenticio hasta el final, es mucho más eficiente en la Argentina. De lo que exportamos, el 65 por ciento corresponde a bienes de la agroindustria, por lo tanto tiene una escala para exportar y tiene un desarrollo tecnológico mucho mayor.

-Es un sector más productivo.

-Por supuesto. Es más competitivo, más tecnologizado. Puede sortear las dificultades en mejores condiciones. Siempre que haya un sector productivo mucho más internacionalizado, tiene mejores espaldas para evolucionar. El otro tema es el nivel de desarrollo: todo el sector agroindustrial es mucho más amplio en el total de la economía que el sector textil. Y hay otros ámbitos, por ejemplo, el tema impositivo.

-¿Por qué no señala como un dato clave el tema de los lobbys? Uno de los datos interesantes del sector indumentaria es que desde 2019 hasta la finalización del gobierno de Alberto Fernández, las importaciones de otros rubros aumentaron respecto de 2019, menos en el sector textil.

-No menciono el lobby porque es el antecedente de la razón. La economía argentina está muy cerrada: tiene aranceles altísimos, un promedio de 12 o 13 por ciento cuando en el mundo el promedio es 3 o 4 por ciento. Además, tiene trabas para arancelarias. Mucho de eso está siendo eliminado por este gobierno, y eso está muy bien: el gobierno está eliminando un montón de regulaciones que no son muy visibles, por ejemplo, en la Aduana o en la Secretaría de Comercio, aunque todavía queda mucho por andar. Todas esas restricciones suelen tener que ver con los lobbys. No menciono el proceso que lleva a eso sino que menciono el resultado. El resultado es una economía súper cerrada, con muchísimos obstáculos: somos la más cerrada de la región, una de las diez más cerradas del mundo y eso termina generando peores condiciones para el consumidor, porque pagamos más alto lo que no es tan bueno, hay menos generación de empleo, menos inversión, menos desarrollo tecnológico. Pero claro, el lobby responde a un sector puntual. Si uno mira el contexto general de la economía…

-El equilibrio general de la economía…

-No conviene que el lobby que quiere proteccionismo tenga éxito. Pero para que el proteccionismo baje, hay que ordenar la economía. Cuando la política no ha querido ordenar la economía, con números fiscales en orden, bajar la inflación, tipo de cambio estable, para compensarle a las empresas el desorden que la política les genera, les da a cambio aranceles altos. Mantengo el desorden pero los protejo. Por eso, lo que hay que hacer es ordenar y entonces, competir.

-El tema del régimen especial de Tierra del Fuego genera enorme polémica desde que asumió Javier Milei. La idea es que el ajuste le llega a todos, pero al régimen de Tierra del Fuego no. El argumento del presidente hoy es que no es que hay que eliminar el régimen de Tierra del Fuego sino que el resto de la Argentina debería parecerse a ese régimen. ¿Tiene alguna lógica ese razonamiento?

-Diría tres cosas. Primero, no está bueno que haya distorsiones, algunos privilegiados y otros no, que Tierra del Fuego tenga privilegios con menos costos impositivos.

-Que termina encareciendo los productos para todos los consumidores.

-Y distorsiona mucho la economía. En la economía, hay tratar de que haya poca distorsión y más reglas generales y que lo que es más competitivo, prevalezca y lo otro, que se adapte.

-¿Pero entonces el gobierno debería eliminar ese régimen para que nadie se beneficie o debería intentar que la Argentina tenga menos restricciones?

-Eso es lo que dice el presidente, y estoy de acuerdo. Lo ideal es que todos tengan menos carga impositiva, no que todos tengan más.

-¿Y mientras tanto?

-El gobierno tiene que bajar impuestos, porque los altos impuestos tienen que ver con el atraso, la decadencia, peor calidad de la economía, la pobreza. Hay que tender más a bajar impuestos y no a subirlos para aquellos que tienen menos carga impositiva. Pero el régimen de Tierra del Fuego tiene algunas otras peculiaridades. Primero, que todavía tiene algunos privilegios arancelarios: importa sin pagar arancel para producir y después compite con el producto que envía al mercado con altos aranceles para la competencia. Ahí hay todavía una distorsión mayor que debería ser corregida. Una vez más: los privilegios no son buenos y debería haber reglas generales.

-Y si se dan privilegios a un sector, deberían estar muy atados a condiciones: deberían otorgarse con el cumplimiento de ciertos objetivos. Hoy, la industria de Tierra del Fuego no responde a ese caso.

-Más allá de que los cumpla o no, porque algunos objetivos ha cumplido, por ejemplo, hay galpones produciendo, hay máquinas: el desarrollo tecnológico que hay en Tierra del Fuego es inobjetable. Lo que uno puede cuestionar es cómo se llegó a eso. ¿Era lógico que fuera ahí y que fuera con el costo con el cual se llegó a eso? Hay tecnología, máquinas, layouts, pero el tema es el costo. Por eso, la Argentina tiene que lograr son reglas generales para todos; que prevalezca aquello en lo que somos competitivos; que en aquello en lo que no somos competitivos, se especialice o genere alguna diferenciación para poder prevalecer, porque eso mejora el conjunto. Cuando se empieza a depender de que un funcionario diga a vos y a vos no, allá sí y acá no, eso es empobrecimiento general.

El agro y la Argentina potencia. ¿Cómo la economía cerrada también afectó al sector más competitivo?

-El sector del agronegocios, el campo, es como de teflón, logra resistir a pesar de todo los embates de las crisis recurrentes y de una macroeconomía desordenada, y por otro lado, siempre es esa especie de salvavidas al que la Argentina se quiere agarrar para sacar la nariz por encima del agua. Aunque es pujante en términos de exportaciones, como usted señalaba, ¿qué impacto ha tenido esta mirada restrictiva del comercio internacional sobre la productividad potencial del agro, que podría desarrollar si existiera otra concepción en la Argentina?

-La Argentina es un líder mundial en agronegocios, pero la evolución del sector en los últimos veinte años es mucho peor que la del resto de los países que compiten contra la Argentina. Seguimos en una buena performance porque somos muy competitivos. Pero si mirás cómo evolucionó la generación de valor agropecuario, todos nuestros competidores evolucionaron muchísimo más que nosotros, incluso los latinoamericanos. Se está pagando el costo. El promedio de la generación de valor agropecuaria en el mundo en veinte años casi duplica el de la Argentina, el de la generación incremental, el de la agregación de valor. Es decir, somos competitivos, seguimos llevando al mundo muchos productos pero ojo, los demás están superando al agro argentino en el proceso evolutivo porque la Argentina tiene retenciones, previsión de importaciones, tipo de cambio distorsionado. Afortunadamente, el gobierno actual lo está entendiendo y lo está corrigiendo. Todavía faltan las retenciones. Todo eso se termina pagando. Si la Argentina no hubiera tenido todos los obstáculos que tuvo en los últimos veinte años, hoy debería estar exportando el doble de lo que exporta: de unos 85 o 87 mil millones de dólares y podríamos estar en 160 o 170 mil millones de dólares de exportaciones. Pagamos el costo de prohibiciones, tipo de cambio atrasado, retenciones, límites a las importaciones, inestabilidad, regulaciones: todo eso se paga.

Mito o verdad. ¿El proteccionismo es una fase necesaria? ¿La Argentina ya gastó su cuota de proteccionismo

-En este debate, talla también el concepto de “proteccionismo”. Algunos sostienen que los países necesitan atravesar etapas proteccionistas para después salir a competir. ¿Ya está vencida esa etapa proteccionista en la Argentina?

-En la Argentina, proteccionismo ha generado mucha pobreza, bajísima tasa de inversión, salida de capitales, la mitad del empleo en negro porque, cuando no te vinculás con el mundo, el empleo es de peor calidad.

-Y ninguno de los efectos positivos.

-Hace unos años se publicó un estudio que decía que la Argentina es el país de la región con menor porcentaje de empleo en el sector exportador en relación al empleo total. Eso se paga. El proteccionismo ha generado mucho daño y por algo somos una economía empobrecida: entre otras razones, porque no es la única, porque no competimos en el mundo.

 

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