Abrazados el último día del curso, del viaje con los amigos o al terminar un Erasmus o un proyecto laboral, muchos nos hemos dicho adiós cantando la vieja canción escocesa. Etapas que se cierran y otras que llegan, como la vida misma, dibujan también la realidad de este mundo del fútbol que nos lleva de cráneo y nos tiene con el corazón en un puño. El ‘cortoplacismo’ que marca el devenir de este deporte, nos coloca en la parrilla de salida y de llegada a la velocidad de la luz. Lo que valía ayer, no sirve para hoy.

El que quedaba apeado de los títulos, en tres días resurge de las cenizas y participa de nuevo en la pelea. Y sí, el Barça ha resucitado tras los partidos ante el Nápoles y el Atlético de Madrid y lo ha hecho en el momento clave de la temporada. Koundé, por poner un ejemplo, estaba casi a la venta hace unos meses y hoy se perfila como uno de los jugadores más necesarios en este tramo final de la temporada. Por no hablar del talento joven, que no sabe aún lo que es un adiós en su corta vida profesional y sólo visulaiza presente y futuro.

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A este equipo mejor no darlo por muerto. Ahí lo dejo. No lo descartemos aún sabiendo que la Liga está muy complicada y en la Champions no hay más ‘madre’ que la de cada uno de los jugadores de los ocho equipos de cuartos de final. Saber que no partes como favorito, te quita presión. Medirte ante un club cuyo eje pivota alrededor de un jugador que ya ha entonado su ‘hora dels adéus’, es un arma de doble filo para él, para el rival y para su equipo.

El madridismo ya le pide un primer servicio para la causa blanca mientras que los que le pagan la nómina cada mes le aprietan para dejar al PSG colocado y ganador. Con este panorama, saltará el Barça al terreno de juego parisino y recibirá a los de Luis Enrique en un Lluís Companys que no quiere morir de un infarto con una remontada como la protagonizada por Sergi Roberto. Pero se permite soñar con el pase a semifinales. ¿Por qué no?

El adiós de Xavi ha pasado de ser un hecho consumado a una posible oferta de Laporta para que continúe en el club. En el momento de escribir estas líneas, me consta que el técnico no tiene la más mínima intención de cambiar de opinión y su ‘adéu’ es firme. Pero estamos en el ‘universo fútbol’, un espacio en el que las palabras y los contratos se los lleva el viento y las manos apretadas se tornan bofetadas. Lo que está muy claro es que Xavi se va a dejar la piel hasta el tiempo de descuento y como hombre de club que es… quién sabe. Listo como el hambre, deja que corra el aire mientras el equipo se hace fuerte en la Champions y pone una marcha más en la Liga.

Permítanme un salto a la sección de fútbol femenino -no me harto de recordar que es la única que da beneficios- y recordarles que Jonathan Giráldez también ha dicho adiós. Le esperan retos nacionales o internacionales en los que, a priori, se sentirá más seguro. O, cuanto menos, reconocido. Paradojas de la vida, los dos entrenadores de los primeros equipos se han despedido varios meses antes de finalizar la temporada y ambos siguen luchando por la Champions League. Si ésta es la hora del adiós, me pido el horario canario.

 

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