LONDRES

Una mañana de primavera de 1970, la modelo Pattie Boyd estaba desayunando en su mansión destartalada de la campiña inglesa cuando recibió una carta con la leyenda “Urgente”.

Dentro del sobre había una nota de amor breve. “Queridísima L”, empezaba la carta. “¡Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi o hablé contigo!”. A medida que Boyd leía, la nota tomaba un tono desesperado: “Si todavía sientes algo por mí… ¡debes hacérmelo saber!”.

“No llames por teléfono”, añadió el escritor. “Envía una carta… es mucho más seguro”. El autor se despidió con una misteriosa “E”.

Boyd recordó hace poco que había asumido que la carta era de un fan enloquecido y se la enseñó a su marido, George Harrison. Después se olvidó del asunto. Pero unas horas más tarde sonó el teléfono. Era Eric Clapton, guitarrista de rock y uno de los amigos de Harrison. “¿Recibiste mi carta?”, preguntó.

Más de 50 años después de que la misiva de Clapton involucrara a Boyd en uno de los triángulos amorosos más míticos del rock, la nota tuvo su momento de gloria. Hace poco más de una semana, Christie’s subastó más de 110 objetos de los archivos de Boyd, incluida la carta, así como fotografías de Clapton y Harrison y letras de canciones escritas a mano de ambas leyendas del rock. La venta de The Patty Boyd Collection sumó más de 3,5 millones de dólares.

Boyd dijo que se desprendía de la correspondencia íntima porque había superado esa parte de su vida. “Eric escribió las cartas más divinas y hermosas, y no quiero seguir leyéndolas”, dijo Boyd. “Me duele”.

Tras recibir la llamada de Clapton, Boyd contó que no sabía si sentirse “alegre o culpable” por haber llamado su atención. Frustrada con su matrimonio –Harrison estaba cada vez más preocupado por la ruptura de los Beatles– Boyd dijo que no podía elegir entre los dos hombres. “Mi signo zodiacal es Piscis, que son peces nadando en distintas direcciones”, dijo Boyd. “Decidirme sobre estas grandes decisiones siempre es un infierno”.

En una entrevista de 2007 con The New York Times, Clapton dijo que, aunque había estado enamorado de Boyd, “Layla”, el tema que le dedicó, no era un documental. “Crear una canción es simplemente ponerle un sello a un sentimiento”, dijo.

Boyd describió su relación con Clapton como “una aventura”, pero dijo que se sentía “moralmente obligada a seguir siendo una mujer casada”. Su madre se había divorciado dos veces. “Vi lo destructivo que fue para ella, y por eso no quise repetir la historia”.

Poco después de que ambos se involucraran, Clapton se perdió en la adicción a la heroína. Pero volvió a escribirle a Boyd en 1971, cuando le envió una carta escrita en una página arrancada de la novela de John Steinbeck De ratones y hombres. “Estoy al borde de mi mente”, escribió en letra muy pulcra. “Si no me quieres, por favor rompe el hechizo que me ata”.

“Enjaular a un animal salvaje es un pecado”, escribió Clapton, “domesticarlo es divino”.

Entre otras correspondencias de la subasta se contó también una carta de 1971 que Harrison envió a Boyd desde Nueva York, donde el Beatle mantuvo varias reuniones de negocios y comió “muchos” sándwiches de queso a la plancha, según escribió.

Boyd dijo que Harrison siempre le decía que la quería en cartas y postales, pero a menudo se centraba en las cosas que lo irritaban durante sus viajes. Eran “cartas correctas”, dijo Boyd, “mientras que las de Eric no tenían nada que ver con el día, ni con lo que estaba haciendo en el estudio. Era simplemente intenso”.

Harrison sabía de los sentimientos de su amigo por Boyd. En sus memorias, Wonderful Tonight, Boyd recuerda una fiesta en la que Clapton le dijo a Harrison: “Tengo que decírtelo, estoy enamorado de tu esposa”. Sin embargo, nunca llegaron a los golpes. Para los músicos, dijo Boyd, “la rivalidad se manifiesta a través de una guitarra”.

Al final, Boyd sucumbió al encanto de Clapton. En julio de 1974, dejó a Harrison. Una semana después, Clapton la llamó y le pidió que se uniera a él en la gira, una llamada que condujo a un matrimonio de 10 años y a otra canción clásica. En 1976, Clapton escribió “Wonderful Tonight” mientras esperaba a que Boyd eligiera un vestido para una fiesta. “Cuando por fin tomé la decisión y bajé, esperaba que Eric se enfadara conmigo por haber tardado tanto”, dijo Boyd. “En lugar de eso me dijo: ‘Escucha lo que he escrito’”.

En una época en la que muchos artistas escriben sus letras, por no hablar de sus cartas de amor, en celulares, Adrian Hume-Sayer, director de ventas especializadas de Christie’s, dijo que esperaba que hubiera menos ventas de ese tipo de correspondencia íntima. También era raro que un triángulo amoroso “fuera el centro de tanta creatividad”, dijo.

Boyd también parecía consciente de lo mucho que habían cambiado los tiempos. “Hace años había más romance”, dijo.

Periodista del Times de Londres que cubre la cultura europea

 

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