El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha aceptado que el atentado perpetrado en el país fue obra de islamistas radicales. El brutal ataque se produjo el pasado viernes en un complejo de ocio de Moscú. No obstante, no ha querido descartar las sospechas sobre que Ucrania estuviera detrás del mismo.

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«Sabemos que el crimen fue cometido por manos de islamistas radicales, con la ideología de la que el propio mundo islámico ha estado luchando durante siglos», confirmaba Putin durante su última comparecencia. Sin embargo, el presidente ruso no ha querido cerrar la puerta a la vinculación de Ucrania, con quien se encuentra en pleno conflicto.

Por este motivo, ha querido que las investigaciones sigan su curso para aclarar «quien se beneficia» del suceso. «Nos interesa saber quién es el cliente», expresó haciendo alusión a Ucrania. Además, ha insistido en que «hay una cosa absolutamente clara: el terrible crimen cometido el 22 de marzo en la capital de Rusia es un acto de intimidación. La pregunta surge inmediatamente. ¿Quién se beneficia de ello?».

De hecho, ha comparado lo ocurrido con quienes se enfrentaron a Rusia «de manos del régimen neonazi de Kiev desde 2014». «Los nazis, como bien es sabido, nunca han desdeñado los medios más sucios e inhumanos para lograr sus objetivos. Especialmente hoy, cuando su anunciada contraofensiva ha fracasado por completo».

Las investigaciones que se han elaborado han determinado que el máximo dirigente ruso fue informado de qué siete de los once detenidos son empleados del centro comercial que ayudaron a los terroristas que pudieran entrar en el recinto, según informa el medio portugués ‘Expresso’.

 

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